Pese a estar durante la pasada en una semana repleta de grandes citas a lo largo de toda la península (a saber, el BIME en Bilbao, Primavera Club en Barcelona, y el MAD Live! en Madrid) un servidor prefirió buscar fuera de nuestras fronteras el cartel que a su parecer resultaba más atractivo. Aunque fuese solo para un día (el más guitarrero de los tres que duraba el evento), hicimos la mochila y nos desplazamos hasta Paris para ver en primera persona como se lo montaban los gurús de lo alternativo en su anual cita europea.
El Pitchfork Music Festival Paris arrancaba con puntualidad a eso de las 18:00 de la tarde cuando se abrían puertas, y con una organización que rápidamente nos recordaba que estábamos en Europa, el recinto del Grande Halle de La Villette se iba llenando para presenciar el directo de los canadienses Ought. Presentando su muy notable primer disco, “More Than Any Other Day”, estos cuatro jóvenes tenían la difícil papeleta de mostrar todo su potencial en apenas media hora. En ese punto es en el que nos dimos cuenta que el Pitchfork Festival es un festival en el que para los grupos es casi más importante estar, que ser, y es que la exposición mediática de formar parte del cartel es tremenda, pero desde luego los ajustados tiempos de actuación difícilmente cumplen con lo necesario para mostrar todo el potencial de una banda. Y que no se malinterpreten mal estas palabras, pues todas las condiciones tanto de escenario (genial sonido e iluminación, por encima de cualquier festival que yo haya presenciado) como de público (enérgico y educado según toque serlo con la propuesta expuesta), convierten a las tablas del festival en un lugar que las bandas deben de disfrutar con tan solo pisar.
Dicho esto toca hablar de música, y lo cierto es que el directo de Ought cubrió y sobrepasó las expectativas, ya de por sí altas, que teníamos respecto a ellos. Tras empezar con la pieza que da nombre a su primer Lp, “More Than Any Other Day”, siguieron con el post punk descacharrado de “The Weather Song” y con la genial “Habit”, mostrando así que sabedores del poco tiempo que disponían, iban a ir directos a la yugular. No faltó tampoco “Pleasant Heart”, ni el alargado cierre con «Beautiful Blue Skies». Recordando a todas esas bandas que revitalizaron el punk a finales de los 70’ cuando este languidecía, sin duda Wire, Gang of Four o Pere Ubu tienen hoy una buena hornada de sucesores en cuya punta de lanza están estos cuatro chicos de Montreal.
Sin apenas tiempo para ir al baño o pedir en la barra (no digamos ya de pasarse por el mercadillo o por el puesto de merchandising) daba comienzo en el idéntico escenario de enfrente la actuación de How to Dress Well. Sin acercarnos demasiado para luego tener ventaja a la hora de posicionarnos para The Notwist, observamos la propuesta R&B ambiental electrónico de Tom Krell. Aupado por la crítica (en especial por la web que organizaba el festival), sin duda el norteamericano atesora una cálida voz que además se ve reforzada en directo por algo más de contundencia, pero ni era lo que más nos interesaba del cartel, ni eran horas para sus seductoras melodías.
Los alemanes The Notwist era una de las propuestas que más nos había empujado a coger un avión hasta Paris. Dado que se prodigan poco discográficamente hablando, y teniendo en cuenta lo difícil que parece ser verles por España, tratamos de disfrutar de su actuación como si ésta fuese la última. Indietronica (que terrible etiqueta) de lujo con un directo en el que hasta seis músicos interpretaban todo en primera persona sin samples ni programaciones deshumanizadoras. Sobresaliente puesta en escena de un repertorio en el que predominaron los temas de su último disco, “Close The Glass”, pero donde hubo hueco para alguna joya pasada como la bella “Good Lies”, o la muy radioheadiana “This Room”. Lo de escuchar “Consequence” lo dejamos para la próxima vez.
De seguido tocaba abrirse hueco para el concierto más esperado del festival. The War on Drugs seguramente no estaban por encima de Mogwai o James Blake en lo que a posición en el cartel se refiere, pero desde luego ninguno de ellos está en posición de decir que su último trabajo esté en boca de tanta gente como posible disco del año. Centrados en “Lost In Dream” (no tocaron ninguna canción que no perteneciese al mismo), los de Philadelphia sonaron como un auténtico cañón desde el mismo momento en que sonaba la base ambiental de “Burning”, y así fueron cayendo la muy Dylan, “Eyes to the Wind”, los épicos siete minutos de “An Ocean in Between the Waves” o la sprintiniana “Under the Pressure”. Solo “In Reverse” bajó un poco el pistón acercándose más a la obra de su ex compañero Kurt Vile, para, eso sí, acabar en lo más alto con ese himno llamado “Red Eyes”.
Lo de los escoceses Mogwai en directo empieza a ser como lo de Shellac con el Primavera Sound: da igual las veces que les hayas visto o el disco que hayan sacado, si se puede presenciar su directo ¿por qué no vas a hacerlo? Apuesta segura donde las haya, su concierto fue el más largo del festival, y en su repertorio pudimos encontrar desde clásicos como “Hunted By a Freak”, “Travel Is Dangerous” o “We’re No Here”, hasta temas de sus últimos Lp’s como “I’m Jim Morrison, I’m Dead”, “Remurdered” o “Rano Pano” que cada vez apuntan más, si es que no lo son ya, a futuros clásicos. Mención aparte para la catarsis que como siempre supone “Mogwai Fear Satan” (cuando aquello explota hacia la mitad uno sigue sintiendo el bello erizarse como la primera vez que la escuchó), y para “Teenage Exorcists”, rareza incluida en su último Ep que con su carácter más poppie nos ganó desde la primera escucha.
Quedaba para el final la actuación de James Blake, pero antes la excepcional sesión llevada a cabo por Jon Hopkins iba a dejarnos sin cabeza, y lo que es peor (o mejor, según se vea), sin demasiadas ganas de hacer el esfuerzo de integrarnos en el directo mucho más tedioso y lleno de gorgoritos de Blake. Lo de Hopkins fue una auténtica trituradora que llevó su genial electrónica de diferentes tonalidades, hasta el punto más alto del tecno ambiental. Con proyecciones de sus videoclips de fondo acompañando a algunos de los mejores temas de “Immunity”, su puesta en escena fue sin embargo bastante modesta en el sentido escénico de la palabra. Sesión de dj pura y dura dando a los allí presentes lo que de verdad buscaban ahora que la anoche ya había caído de lleno. Con todo nos quedamos con ganas de verle en horas aún más cercanas al amanecer, pues pinta a que aquello puede ser algo delirante en el mejor sentido del término.
Así, y tras ver un poco de reojo lo que el londinense James Blake proponía como cierre del día, terminaba nuestro Pitchfork Music Festival Paris. Por delante de la mayoría de los allí presentes quedaban dos días con actuaciones de todo tipo que irían desde el pop preciosista de Belle & Sebastian el viernes, hasta la variada electrónica que llenaba la totalidad del sábado. Nosotros decidimos que habíamos visto todo lo que teníamos que ver, y que para fiestas de ese tipo ya nos las pegamos en casa que sale todo más barato.