Empezó la cosa rara en el día del libro. Un medio chaparrón de cuatro gotas y no se como, pero acabe charlando con Rosa Diez en la Plaza de Opera.
Lori Meyers llenaron Joy Eslava con un heterogéneo publico, mitad flequillista, mitad de gente normal, pero eso si grabado por una cámara de los 40 principales.
En todo momento se mostraron una banda muy competente musicalmente, pero algo corta visualmente, salvo alguna pequeña salida de Noni, cantante principal-guitarrista-teclista, moviéndose espasmódicamente en algún riff o bailando en algún tema, mientras le daba cobertura el otro teclista. El escenario lo llenaron tres guitarras (a veces el tercer guitarra apoyando con los teclados), bajo y sorprendentemente, al menos para mi, con un segundo percusionista, algo nada habitual dados los parámetros en los que se mueven Lori Meyers. Poca parada entre canción y canción, si acaso para descubrir el acento muy andaluz de Noni, pero más de veinte temas, con tres bises nada menos, fueron lo que nos ofrecieron, aunque se echo en falta un telonero que diera más variedad al espectáculo.
El concierto empezó con los violines pregrabados, antes de sonar «intromisión» y se centraron sobre todo en su reciente álbum, «Cronolanea», que tocaron en su totalidad, cerrando el primer bloque de dieciséis temas con su actual single, «Luces de Neón». Hubo recuerdo para sus dos anteriores álbumes, «Viaje de estudios», con por ejemplo, «Mujer Esponja» o de «Hostal Pimodan», con por ejemplo «El dilema».
Para una persona como yo, que no se mueve habitualmente en parámetros musicales de pop ultra amable, el concierto hay que calificarlo como agradable, pero sobre todo de sincero, ya que la banda no recurrió a ningún tipo de adorno o de pose artificial y se centro sobre todo en ofrecer un espectáculo centrado en la música. Como ejemplo, el propio Noni con sus sencillos comentarios de agradecimiento a los dos músicos de apoyo, pero dentro de la música en que se mueven, tengo que acordarme necesariamente del concierto de la semana pasada de Sidonie con Carlos Cros. Tampoco está de más saber ganarse algo más al público y de divertirlo más.
Una buena banda, nos hicieron más amena la noche del miércoles, a un educadísimo público, con un repertorio redondo, de temas muy bien construidos. Pero tan redonda fue la cosa, que se echó de menos alguna arista.