Tras el buen sabor de boca de la jornada inaugural llegaba la jornada encabezada por unos queridísimos Pixies cuyo regreso es objeto de múltiples controversias. Qué mejor que acceder al recinto entonces para ver a Inheaven, jóvenes alumnos de bandas como los de Boston o Jesus & Mary Chain, que no muestran originalidad pero sí ganas y cierta frescura.
La siguiente parada sería C.Tangana. Pese a ser una promesa del rap desde hace mucho tiempo, ha sido su coqueteo con el universo popero el que le ha llevado al triunfo masivo. ¿Es su música o son las astutas polémicas que ha sabido explotar? Al margen de estas consideraciones, ofreció un recital animado ante un público entre cómplice y curioso en el que el repertorio funcionó sin sorpresas. Es decir, triunfo para temas como «Alligators», «Bolsas» o «Nada» y ligeros bostezos para esa faceta de canalla romántico en la que cada vez se le ve más a gusto. Contó con la voz de Rosalía en un par de ocasiones para dar esa contrapartida femenina a lo que él denominó las canciones del verano.
José González ofreció la paradoja habitual. Un concierto intimista para las masas en el escenario grande, dado al ensimismamiento continuo que era visible tanto en su fugura como en la de su banda. Un minimalismo repetitivo y folkie que hubiera quedado más realzado si el músico se hubiera atrevido con un concierto en solitario y que con tanta gente sobre el escenario quedaba forzado. Hubo momentos para todo.
Tras ver a Ocean Colour Scene poner la nota levemente más rockera como suelen hacer en los festivales indies, optamos por ver si los electropoperos Junior Boys habían vuelto con fuerza. Con notable tardanza, el dúo ofreció un concierto vibrante y festivo en el que se acompañaron de batería para dar un barniz más orgánico a la soulera voz de su cantante y frontman. Un recital en horario diurno que a muchos nos hubiera gustado para horas más avanzadas.
El fenómeno Belako alcanzó un nuevo punto álgido al petar el escenario Pepsi de forma brutal. Acontecimiento que constató que hay que dejar de tratarles como un fenómeno local. Aunque ésto no nos permitió disfrutarlo tan a gusto como hubiéramos querido, no es sino motivo de alegría ver recompensando su buen hacer, especialmente en directo. Fueron incendiarios, una vez más.
Después vendría el espectáculo de Grimes y sus amigas. Me empeño en llamarlo espectáculo y no concierto pues resulta obvio que se trata de bailes y coreografías sobre bases pregrabadas y lanzadas. Y si esto ya era acuciante, la peor sensación llegó al cortárseles la luz a poco de comenzar el show, con lo que tuvieron que salir del escenario directamente. Sin duda fue divertido y ella se mostró encantadora, muy lejos del divismo pop al que podría encaminarse, pero llamarlo concierto sería tergiversar.
AMERICAN UNDERGROUND Y UK RAVE
Finalmente llegaría el momento de Pixies, que pocos días antes lanzaban un nuevo tema y anunciaban disco. ¿Cuánto lastraría el setlist esta noticia? Podemos decir que no demasiado e incluso que algunos de los temas nuevos prometen, quedando casi «Indie Cindy» como el momento más flojo del concierto. Por lo demás, el repertorio estuvo lleno de momentos álgidos, con todos los clásicos básicos y alguna sorpresa como la instrumental «Velvety» o comprobar como «Greens and Blues» ya es tan querida como muchas canciones antiguas. Por su parte a Paz Lenchantin se la ve integradísima en la banda y no hubo tiempo para lamentarse por la ausencia de Kim. Salvo para quien quiera escuchar esa «Gigantic» que ya se ha perdido para siempre, claro. Pero es o eso o nada y que una de las bandas más explosivas del movimiento indie-rock siga al pie del cañón en buena forma es una noticia inmejorable. Personalmente puedo decir que fue la mejor de las tres veces que les he visto, lo que no está nada mal.
FOTO: Óscar Tejeda
El viaje a los 90 culminaría con la electrónica de Underworld una de esas bandas nacidas al calor del movimiento ravero británico y culpables de que los beats permearan en el universo pop. Su directo es algo desconcertante, en formato dúo y con su cantante ejerciendo de bailarín y animador la mitad del tiempo, algo normal en su procedencia pero quizá no tanto en un formato gran festival. Ofrecieron un concierto sandwich donde lo mejor fueron las tapas, es decir la apertura con temas de su reciente «Barbara, Barbara…» y el final con la traca de «Cowgirl» y «Born Slippy», el éxtasis que todo el mundo quiso bailar y/o captar en sus dispositivos. Qué lejos queda el espíritu ravero en los tiempos de las redes sociales. Choose 3G.
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