/Crónicas///

Demasiados grupos interesantes eran los que se congregaban para rendir homenaje a Bilbao Rock City, la agenda de conciertos bilbaina más completa y longeva que conocemos. Un concierto benéfico un tanto atípico, pero al fin y al cabo, buena web, buen cartel, todos salimos ganando. Bueno y perdiendo, porque como digo, tener a tanto gran grupo de Bilbao y alrededores junto y solo poder escuchar unas cuatro canciones por barba, es un poco coitus interruptus, la verdad.

Así todo comenzaron Atom Rhumba. Suponemos que el orden de grupos se ajustó en base a criterios de comodidad porque claro está que precisamente ellos son, tras quizá Cápsula, los más populares de la tanda o al menos en términos generales, los más exportables. Estos estandartes del rock más auténtico no se complicaron y apretaron fuerte las tuercas del comienzo de Gargantuan Melee con los espasmos a lo JSBE de «The Secret Tongue Dance Society», el single gamberro «Cynic Skin», el toque más funky de «Stella» y hasta la psicodelia y reverberación desbocadas de «Istingako Mutikoa». En definitiva una efímera orgía de riffs blueseros, reverb a lo bestia y ritmos acelerados que apenas dio tiempo a asimilar. Como un huracán, llegaron de repente, barrieron con todo y se largaron.

Tras la actuación de El Deseo del Doctor (los más avezados ya sabrán alterar los factores para encontrar el oculto nombre de una de las bandas más míticas del rock local) que no me despertaba interés, Santiago Delgado y los Runaway Lovers hicieron su aparición. Como una mezcla de El Duo Dinámico con Elvis Presley, la banda evoca un melódico protorock que bebe mucho del twist, del sonido de guateque de los 50 y 60 y hasta algo de rumba se coló por ahí. No es un estilo muy de mi agrado pero desde luego es una propuesta diferente y las buenas vibraciones que emiten divierten mucho al público, se tome más o menos en serio la música.

Había curiosidad por ver a Sonic Trash, nueva encarnación de unos Ya Te Digo que ya llevan una eternidad animando conciertos locales con su mezcla de indie-rock, garaje, post-punk, etc. Y es alentador ver que siguen sonando muy contundentes, quizá incluso más, con nueva batería (chica) entre sus filas. Temas potentes que prometen más de esta nueva época que lo que nos han dado en los últimos tiempos de acercamiento al garaje. Tal vez sólo sea que el nuevo bautizo les confiere mayor seriedad, pero hay ganas de oir material nuevo de estudio.

Y sin salir del rock, nos fuimos a los terrenos más psicodélicos de Positiva. En su breve concierto (como todos, vaya) supieron equilibrar con sabiduría sus dos discos, es decir, el más stoner «Centaur’s Ride» y el más hard-rockero «Prodigal Sons». Del primero, que algunos llevamos más dentro, cayeron «Never Turn Your Back To a Friend» y «Sea of Mud» con esos sonidos proclives al grunge más denso y a Kyuss que tanto nos seducen a los más noventeros.

Y hablando de noventas, les tocaba el turno a los nunca suficientemente valorados El Inquilino Comunista. En contra de todas mis creencias he de decir que esa noche no consiguieron revivir la magia y la cosa tuvo muy poco que ver con sus reapariciones de 2005 y 2006. Si, ahí estaban «Sukie», «Wild Life», «Die Shanta», «Brains Collapse» o «The Fall», pero desde luego me hubiera llevado una pequeña decepción si los getxotarras hubieran sido mi único motivo para asistir al evento. Y ese era en parte el problema también, que al público, en un concierto de 8 bandas le da lo mismo una cosa que otra y el ambiente no era el más apropiado. Respecto a la banda, aunque se les vio disfrutando, no estaban en plenas facultades. Ojala se les viera con la soltura de bandas en las que se fijaban en su día, como unos Sonic Youth, pero dadas las circunstancias del concierto, tampoco es para darle muchas más vueltas.

El turno del presente lo tuvieron Cápsula, que continúan dando lecciones de rock cada vez que pisan un escenario. No fue excepción y ni las limitaciones de tiempo pudieron con ellos. Una vez más y a pocos días de editar nuevo disco, su mezcla radical de Stooges, Sonic Youth, Velvet Underground o MC5, salió triunfante. Tanto que se puede decir que es uno de esos grupos que da igual el repertorio que toquen, no se trata de canciones sino de feeling. Pero por si fuera poco, agradaron al personal con un incontestable «Moonage Daydream» de Bowie.

Y por último llegó el turno de The Cherry Boopers, formación de soul-rock que, pese a gozar con una gran fama debido a sus contagiosos recitales, no había tenido oportunidad de ver. Y efectivamente, hicieron honor a esta buena carta de presentación proponiendo un final de lo más lúdico a una velada rockera en sus más dispersas e incluso disparatadas variantes. Lo hicieron con funk, jazz, soul y demás sabiduría musical negra que al fin y al cabo, no son sino ingredientes base de la mágica sopa que conocemos como rock n roll.

Desde aquí sólo desear a Bilbao Rock City que siga dando cuenta de lo que pasa en la ciudad y alrededores, porque a tenor de los múltiples conciertos que tenemos, Bilbao es hoy más ciudad del rock que nunca.

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11 de marzo de 2011