Siento verdadera pasión por Triángulo de Amor Bizarro. En cierto modo, es la banda que siempre he esperado en el panorama nacional. Un grupo que, a partir del sonido de grandes referentes de esos 80 y 90, los que no pierden vigencia, ha creado un universo e identidad propias. Ya su debut apuntaba alto pero con «Año Santo» quedaba claro. O quizá debería decir turbio, porque así fue ese disco, raro, malsano y con melodías que florecían entre el escombro.
Entre los fans de los gallegos siempre ha habido una especie de división imaginaria y amistosa, claro. Los que gustan de las melodías y creen que la parte más ruidosa no está a la altura, y los que son más partidarios de esa complicación y caos, entre los que me encuentro. A priori los primeros han ganado con este tercer disco de apenas 30 minutos y en el que Isa, hasta ahora algo reticente a tomar la voz cantante, tiene más protagonismo que nunca.
«Victoria Mística» es corto, sí, pero requiere varias escuchas, más que para asimilar las canciones, para romper esa siempre odiosa separación entre los ya conocidos adelantos y los temas restantes, fenómeno que complica hacer un acertado juicio del disco en global. En efecto, ya habíamos escuchado esa industriosa «Robo tu tiempo», salvaje con sus radiales, sus saxos enrarecidos y sus referencias a Esplendor Geométrico y más tarde esa edulcorada en melodía y envenenada en lírica «Estrellas Místicas», noise-pop con ramalazo a The Pains of Being Pure at Heart, quizá demasiado.
Mucho antes había llegado a nuestros oídos la brillante «Ellos se Burlaron de mi Magia», tema de las sesiones con Sonic Boom que mezcla pulso kraut y desquicio vocal con un final de coros a lo Pixies. Según habíamos entendido en un principio, no iría en el disco y al final aquí está, solo que la versión final no ha sido el mix del propio Sonic Boom. En todo caso se yergue como una de las piezas más ambiciosas del álbum.
Si algo separa a «Victoria Mística» de «Año Santo» es un concepto más disperso. Donde había un sentimiento de noise y punk que uniformizaba la práctica totalidad de su segundo disco, aquí hay mayor dispersión, cada canción escoge su camino y si acaso podemos apreciar un mayor gusto por la psicodelia como denominador común, en la que seguramente su contacto con el citado ex-Spacemen 3 haya tenido cierta culpa, aunque sea indirecta ya que no ha sido productor del disco.
Esto se nota en algunas de las mayores delicias pop como «Enemigos del Espíritu» y «De la Mano de las Almas Oscuras» (también filtrada previamente), en las que por fin encontramos esas influencias de The Jesus & Mary Chain y del post-punk ajustadas a una fórmula propia. El synth-noise-pop de marca TAB podríamos llamarlo, de apariencia inofensiva y con mordiente siempre al acecho. Y se nota también sin duda en la balada, «Un Rayo de Sol», que no es una versión, sino una historia de amor póstuma repuntada con una endiablada jam psicodélica que se desvanece.
Pero incluso en el que ya muchos conocen como el «disco pop» de Triángulo de Amor Bizarro encontramos alguna otra sorpresa más jodida, aparte del inicio a lo Einstürzende Neubauten vs. Suicide, claro. A estos últimos encontramos de nuevo sobrevolando «Clara», vaporosa no-wave que cierra el disco con aire paranoico. Antes habremos disfrutado de «Lo Hispano marcha-La banca paga», uno de los temas más rockeros, ritmos gruesos y pronunciados, orgía de riffs y ambiente sucio y garajero a lo Stooges, sin duda una futura imprescindible en sus directos.
Y haciendo balance, ¿qué? Si hay alguna decepción en «Victoria Mística» esta viene de lo mucho que esperábamos. Autocrítico y sabio con lo que se trae entre manos, el cuarteto ha preferido dejarnos con las ganas. La brevedad es virtud, pero cuando lo breve se enfrenta a ese fantástico «Año Santo» que continúa envejeciendo como uno de los discos más grandes de la música contemporánea española, queda un poso extraño. Pero al fin y al cabo, es una ridiculez quejarse de que un gran disco no llega a las cotas de otro gran disco.