Uno siempre ha sido muy ajeno al indie de nuestro país. El mamoneo demostrado por fibers, rockdeluxers y demás fieles borreguiles de unas instituciones que, no contentas con marcar patrones musicales te dicen qué chapa ponerte en cada momento, deja la música en mera anécdota. Vaya, que muchas veces se acaba siendo víctima de los prejuicios y seguramente haya discos interesantes que pasen desapercibidos. Por eso es buena la aparición de Triangulo de Amor Bizarro, una banda capaz de saltar a la palestra por rozar las mieles del concurso proyecto demo mientras rajan a gusto sobre los fanáticos del Bennicassim.
Así, sin pelos en la lengua, con la entonación (no muy pronunciada) de Surfin’ Bichos y similar desfachatez lírica a la de El Columpio Asesino, este trío gallego ha sacudido el anodino panorama indie con toda la distorsión y mala leche que le ha faltado durante años… acumuladas. Sus fuentes musicales son muy claras, el indie-rock británico y americano de los ochenta, referentes encabezados por Jesus & Mary Chain o My Bloody Valentine y seguidos por Sonic Youth, Pavement, Stereolab, Primal Scream… suficientes ¿no?
Su debut es intratable, sucio, bizarro como su propio bautizo y no recomendable para quien no guste del noise. Pero también es volátil y dinámico, en parte gracias a su media hora de duración o de singles dentro del estilo tan rotundos como la hipnosis marychainiana «El Himno de la Bala» o la dulzura valentiniana de «El Fantasma de La Transición» con esas guitarras evocadoras y congelantes como un soplo de aire siberiano. Representan también las dos caras vocales del disco, masculina y femenina. Aunque la voz femenina no solo contribuye a un resultado más melódico como en este caso, sino que protagoniza uno de los momentos más punks y trogloditas en «Isa Vs El Partido Humanista».
Un disco lleno de frases memorables, a veces provocativas, otras chocantes o graciosas como «El mejor sitio para descansar es la universidad», «Lo malo del gobierno es que gobierna», «Llevar navaja siempre es conveniente» o «Portaos bien, hijos de puta, que Jesús os mira desde las alturas». Frases que no irían a ningún lado, si no fuera por la facilidad que tienen en pegarse al cerebro del oyente.
Lo peor del asunto es que el trío tendrá que ser muy cauto para no caer en la trampa del indie porque los medios están ensalzando el disco muchas veces sin medida alguna. A muchos les interesa más marcarse el tanto diciendo lo bueno que es este disco que contribuir a que el grupo tenga una carrera duradera y productiva. Para mi es una delicia sin embargo tratar justamente a un disco que además se ríe del posturismo indie y de sus reglas desde dentro. «No te fíes de la corriente», ya lo dicen ellos.
