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Rollercoaster Kills – Evil Debt

Rollercoaster Kills - Evil Debt portada
Caleiah / Crap / Monasterio de Cultura, 2014
Productor: Ramón González
Banda: Dani Campo, Jorge Mills, Miguel Rodríguez

Géneros: , , ,

8.3

¿Es el punk un sonido, una actitud, tocar canciones cortas, ir a la contra de lo establecido en cada momento…? Yo no tengo una definición pero el punk, por qué no, puede ser el primer largo de Rollercoaster Kills. Y no lo digo por rellenar una entradilla, sino porque en «Evil Debt» encontramos dejes que van de Sex Pistols a Sonic Youth, pasando por Television, Wire, Joy Division, Mission of Burma, Wipers, Dead Kennedys, Drive Like Jehu y lo que se os ocurra dentro de lo más interesante de la historia del punk y hardcore con sus respectivos prefijos «post».

De nuevo desde Caleiah, que ya pegaron un buen puñetazo en el underground nacional con el primer largo de Ulises Lima (uno de ellos tras la producción), se edita un disco cuya calidad y clase a la hora de jugar con sonidos del pasado asombra. Lo hace sobre todo gracias a lo que presupongo una amplia colección de discos muy bien asimilada, que les permite dejar un rastro de 10 canciones llenas de bilis, velocidad, explosiones rítmicas, ruido y voces rotas coreadas.

El disco se abre con esa explosión de hardcore feliz que es «Don’t Ask, Don´t Tell», un apartado que dominan, esto de bordear los momentos en que el punk-rock pasa a ser ese ente informe llamado rock alternativo o indie-rock. Mucho platillo, bajo resonante y voces asilvestradas, misma fórmula que podremos encontrar en «Modern Flu» o esa «Adam’s Massacre Song» que nos recuerda a los Dinosaur Jr. más cafres.

En ocasiones doman las voces para ofrecer un registro igualmente urgente pero más dramático y típicamente post-punk. Así sucede en «Evil Debt» o «This Heavy Weather», esta última de los pocos momentos algo más reposados. Sólo un poco. Aquí podríamos destacar también «Funeral Party» con un grito melódico a caballo entre ambos mundos y que consigue el tema más pop dentro de su contexto, un escueto trabajo compositivo con todo en su perfecto lugar, desde el estribillo al palpitante ritmo o esos dos acordes finales.

Cabe quizá destacar también en el sólido conjunto «Autoliar», más decididamente indie-rock y noventera, gracias a una más amable y familiar melodía. Y eso es todo, que no es poco. A mi también me fastidia leer una reseña sin que me cuenten que es lo mejor y lo peor del disco. Pero todos los temas rayan prácticamente al mismo nivel, poco más de 20 minutos intensos y sin sobrantes.

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1 de enero de 2014