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Nine Inch Nails – The Downward Spiral

Nine Inch Nails - The Downward Spiral portada
Nothing/Interscope, 1994
Productor: Trent Reznor, Flood
Banda: Reznor, Lohner, Vrenna (Perkins, Tommy Lee, Bellew)

Géneros:

9.0

Nine Inch Nails, es el nombre con el cual se dio a conocer Trent Reznor, máximo exponente de lo que a principios de los 90 llegó a conocerse como “Rock Industrial”, etiqueta que endosó la prensa musical a cierto tipo de música que introducía arreglos de sonido que recordaban a los producidos por la maquinaria pesada utilizada en las fábricas.

El disco en cuestión, sin embargo, es mucho más, con él no se creó un estilo, imitado hasta la saciedad por unos cuantos seguidores como si de una tendencia más se tratara. Con este disco vio la luz un sonido, algo personalísimo, que si bien influyó a otros grupos (Marilyn Manson, entre otros), nunca pudo ser superado. En su confección, destaca la coproducción de Flood en algunos temas, la intervención de Alan Moulder en las mezclas, junto con la colaboración de gente como Adrian Belew (King Cimson) y Stephen Perkins (Jane´s Addiction).

La fuerte personalidad del autor se plasma en canciones capaces de crear una envolvente atmósfera, a veces oscura y opresiva, otras relajante… De forma que a la hora de describirlo, entre los comentarios de algunos fanáticos del grupo (más bien escasos) me llamó la atención cuando alguien me dijo que escucharles era «como hacer un viaje…». Puede parecer algo exagerado pero la verdad es que resulta una comparación de lo más acertada, es como un viaje al subconsciente, a los deseos y el odio reprimidos; algunos ejemplos serían: Mr. Self Destruct sobre la falta de control sobre los propios actos y la alienación de la propia existencia, Heresy sobre la perdida de la fe y las creencias, sobre la soledad y el dolor (I Do Not Want This, Hurt), sobre el amor y el sexo (Closer, Reptile).
Acorde con la temática descrita, entre los cortes que destilan una mayor dosis de rabia están además de las ya mencionadas (Mr. Self Destruct y Heresy), la potente March of the Pigs con sus arranques y paradas; Ruiner que junto con Reptile hace gala con sus arreglos del apelativo industrial, o la brutal Big Man With a Gun, que aborda el problema de la obsesión por las armas de fuego, típica de muchos yankis. Mención aparte, merece Closer con su ritmo techno, y sus coros, es una de las composiciones más especiales, y pegadizas del disco. Tampoco debe pasarse por alto la instrumental A Warm Place, género en el que Reznor abundaría más adelante en su álbum The Fragile con excelentes resultados.

A pesar de lo dicho, ni este, ni el resto de trabajos de NIN son recomendables para todos los públicos, no son canciones de fácil digestión; no obstante, tiene la ventaja (o inconveniente según se mire) de que su escucha prolongada puede llegar a producir adicción en algunos casos.

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1 de enero de 1994
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