Cuando se sigue a un grupo desde hace tiempo, con gusto claro, es complicado afrontar nuevos discos y verter los debidos comentarios al respecto. Y es que la inspiración fluctúa, generalmente cae tras los primeros años y a veces toca decir que algo está correcto o que es más de lo mismo, de la forma menos destructiva posible. El caso de (lo:muêso), banda que lleva desde 2003 en esto, pero inactiva desde el «Palindromê EP» de 2010 (cabe reseñar que su último largo databa de 2008), podría habernos dado algo de miedo. ¿Lanzarían un disco simplemente por aquello de no dejarlo?
Pues va a ser que no. Sin duda, la banda ha creado el disco más complejo de su ya abrupto universo post-hardcore. Las estructuras dan cada vez más vértigo, aparecen minutajes de esos que quitan el hipo, la masa conceptual parece más críptica que nunca y aparecen nuevos componentes más oscuros, psicodélicos y ruidosos. Una posibilidad que se nos viene a la cabeza es que el cuarteto barcelonés haya estado disfrutando por ejemplo, de los últimos Swans para ennegrecer un legado que solía beber más de indie-rock con nuevos toques de noise o de rock progresivo.
La cosa comienza seria ya con «Katazome Falls» y su inquietante pero paciente subida de intensidad hacia esas estridencias postrockeras y agitación punk, pero sin olvidar detalles juguetones como esos coros. Detalles que en definitiva alejan a (lo:muêso) de cualquier atisbo de mediocridad post-rock, como comenzar un disco con un corte de amenazantes 11 minutos. «Amarillo Mortimêr» es el single desquiciado del conjunto, lleno de divertidas disonancias y primer atisbo de que el apartado vocal es también mucho más rico, desde los gritos hasta los melódicos del final.
Y si hablamos de voz, hay que hacer fast-forward a «Deadseahorses», un medio tiempo de aires grungeros que parece hermanar a bandas tan lejanas como Sunny Day Real Estate y Opeth. ¿Qué está pasando? ¿En qué marmita se han caído? Un tema emocionante, hermoso y además, brutalmente repuntado por el oleaje de los dos breves cortes que le siguen. Los ambientes son fundamentales en este disco y así se demuestra en los droneantes primeros momentos de la titánica «Black Scissors», un viaje a fuego lento que desemboca en cálidas y redentoras melodías. Y cuando creemos que el cenit ya ha pasado, vuelve la velocidad y las campanillas titilan como nunca a dos voces antes del furioso cierre.
Hablamos de seriedad, de concepto, de lo progresivo, pero nunca de hieratismo ni tampoco de perder la esencia divertida que siempre les ha caracterizado. Muy (lo:muêso) es el surrealista collage de posthardcore adornado con las lecturas de un párroco con momentos de sampleo tan divertidos como un cruce entre «La Rave de Dios» de Pony Bravo y la tensión instrumental de Lisabö. La temática por otro lado, parece que pega bien con ese toque más oscuro y casi ocultista que podemos detectar en «Hoidên Limother Petity Vefuckêr». O «Hope Identity Live Motherfucker» que es el juego de palabras tras el indescriptible título.
Para el final nos quedan los toques matemáticos, gravedad y susurros de «Blaivlad Boulevard» y la elegancia de «The Swindle (jaguar muerto de cathêdral)» rematando un conjunto ambicioso y que demuestra que madurez no es siempre aburrimiento. (lo:muêso) demuestran crecimiento en la que pueden decir con orgullo que es su obra definitiva hasta el momento. La incorporación de nuevas texturas es notable, la confección conceptual, impecable y ellos cada vez más, inclasificables.