Un medio lleno algo triste en Kafe Antzokia para el honor que merece una banda con la trayectoria de estos canadienses, parientes directos de uno de los grupos gafapastas por excelencia, Godspeed You! Black Emperor. Si la paleta de aquellos ya les lleva desde el post-rock al minimalismo, los toques clásicos, la psicodelia instrumental o los orientalismos, Thee Silver Mt. Zion juegan con una paleta aún menos restrictiva, con la inclusión de voces, expresa agresión punk (post-hardcore si te gusta más), melodías y un ambiente coral arrebatador. «Fuck Off Get Free We Pour Light On Everything» toma forma de explosión liberadora y su directo actual carga mucho las tintas en él.
«Hold me under bright water, never let us end»
En formato quinteto flanqueado por las dos violinistas, comenzaba el concierto en esta nueva clave más rock. A saber, guitarra eléctrica, bajo y batería. La actuación proponía un salto al vacío desde el minuto 1. Comenzar como el disco, con la vertiginosa «Fuck Off Get Free (For The Island of Montreal)» es arriesgado y el tema se vio deslucido por la flojera inicial, tanto de sonido como de actitud, ya que seguramente es un tema que requiera una disposición más kamikaze que la de la reposada imagen de su frontman, Efrim Menuck cantando de perfil para atenuar esta negada condición de líder. Todo esto por aquello de reforzar el colectivo, idea muy marcada en la filosofía Constellation.
«Lord let my son live long enough to see that mountain torn down»
La cosa mejoró, si no en los dramáticos cambios que también se presentaron endebles, con el comienzo de los coros, auténticos ganchos de la banda que quedan majestuosos en vivo. Esa siempre terrible idea de que un directo no va a igualar al disco, planeaba un poco. La sensación se borró con el riff de «Austerity Blues» y cuando estábamos sumidos en esa extática pugna de violines aquello parecía otra cosa totalmente distinta, desde los momentos de psicodelia más desafiante hasta el estallido de punk precipitado y ese remanso de blues cacofónico final. La perfección había entrado en el concierto por la puerta grande.
«Pale man always gets his boot on our necks»
Siguieron apostando fuerte a la lucha armada de su último disco que pasó dramáticamente de esos aires tristes de «Rains Thru the Roof at the Grande Ballroom» apropiadamente al impacto de «Take Away These Early Grave Blues» introduciendo el sonido apocalíptico de antiguas civilizaciones contemplando la actual con gesto de facepalm y por fin, comenzaron a adentrarse en terrenos del pasado con «‘Piphany Rambler» y una aclamada «13 Blues For Thirteen Moons», la pieza más espaciosa y meditativa de un concierto escorado a la furia. Para ellas rescataron el contrabajo, que fue bien explotado a la hora de crear ambientes, tocado ya a dedo o con arco. Aunque a la hora de destacar virtuosismos bien merece la pena destacar el papel del nuevo miembro a la batería, con un estilo tan versátil como comedido en las formas y que también se encarga puntualmente de teclados y, como toda la banda, de llenar con coros.
«And the days have come when we no longer feel»
Y de nuevo, como haciendo un truco de magia y llevándonos a su terreno hicieron seguir una de las composiciones más post-rockeras y ambiciosas del concierto con lo que podríamos catalogar de su «balada». Lenta, sí, melódica, también, pero no por ello menos poderosa y explosiva. En fin, un derroche de sentimientos que en directo cobra si cabe más cuerpo de gospel eléctrico. Todo un espectáculo ver como ese psicodelico juego de drones avanza hasta crear un tema de tan absoluta perfección. Reacios como se han mostrado en el pasado a evocar el sentimentalismo fácil, han conseguido por su propio camino crear un tema de melancolía tan intensa que ya nos parece ridículo hablar de rock experimental. Adiós post-rock, hasta luego neoclasicismo, necesitamos canciones.
Con un cierre tan majestuoso, no parecía que los bises fueran a tener cabida en el concierto, especialmente teniendo en cuenta que Efrim estuvo menos comunicativo que otras veces, dándole al recital un tono más solemne si cabe. Pero salieron y aunque se oyeron gritos pidiendo clásicos, se marcaron una paranoica «The State Itself Did Not Agree», curioso cierre sin ceremonias que nos trajo ecos del post-punk de unos Killing Joke. Reflexiones de un quinteto de hippies obsesionados con el anarquismo y la decadencia de la humanidad y sus estructuras. A veces es difícil seguir este aspecto en sus letras, pero sin duda más grupos políticos de este calado artístico hacen falta.