/Crónicas///

Silver Mt. Zion, Thee – Bilbao (04/11/2008)

Thierry Amar, Becky Foon, Scott Levine Gilmore, Ian Ilavsky, Efrim Menuck, Jessica Moss, Sophie Trudeau
8.0
Bilborrock, Menos de la mitad
Precio: 15/18 €

Martes, Bilbao, moderado frío invernal y visita de unos canadienses ilustres en esto del post-rock. A Efrim, cabecilla del proyecto no le gusta esa etiqueta para A Silver Mt. Zion (Memorial Orchestra, esta vez) y lo cierto es que en el momento que hay tanta presencia de folk en las voces y de rock en la guitarra, la cosa se aleja del género, pero a ver quién es el guapo que se quita de encima el sambenito de militar en una banda fundamental del meditativo y épico género instrumental. Hablamos de Godspeed You! Black Emperor los cuales por cierto no están disueltos, según el propio Efrim lo cuenta.

Así la banda se presentaba como una incógnita total. ¿Estaría la cosa más cerca de una formación clásica de orquesta o de rock? ¿Cuantos serían en el escenario? ¿Reflejaría fielmente la melancolía desgarrada de los discos o se entregaría más al rock épico y extremo según había leído en entrevistas? Estas preguntas me hacía mientras, tras esperar un buen ratillo (¡esa puntualidad, promotores!) «recogía» mi virtual entrada anticipada y el cartel de la gira que había para coger, un bonito detalle que llevarse a casa.

Para calentar salieron Eten, dos miembros de los post-rockeros cinematográficos Le Noise, que se dedican a hacer una experimentación muy bizarra y por la mayor parte de su concierto, interesante. Con un miembro a la batería, otro a la guitarra, ambos a las voces (en euskera) y el guitarrista echando mano también de artilugios varios, aparte de trompeta u órgano, raramente para conseguir armonía sino todo lo contrario, crearon pequeños caos de variable intensidad.

Concretando, que lo mismo les daba por post-hardcore jazzístico muy preciso, que por números en los que ante la teatralidad y humor del dúo podríamos incluir dentro del comedy-rock o frikadas muy divertidas. Grandiosa la canción del «tente» con la base vocal grabada y reproducida in situ, que me recordó a Linn Youki. Hubo también algún momento patinazo donde se buscaba el caos y la disonancia sin ningún destino. Cerraron con un par de versiones de los Beatles (reconocibles al menos, ya que se supone que su disco va de eso), concretamente de Eleanor Rigby y Taxman, obviamente pasadas por su filtro euskaldun y experimental. Vamos que al final casi nada tenían que ver los teloneros con los teloneados (mucho hubiera cambiado esto si hubieran salido Le Noise en vez de Eten).

Con bandas consagradas como A Silver Mt. Zion uno no sabe si esperarse altivas estrellas del indie-rock o gente corriente. El dato suele ser si ellos mismos salen a ajustar su equipo y en este caso, lo hicieron. Así que pronto estaba la banda, en un escueto formato de quinteto, sobre el escenario. A saber, dos violinistas y un batería-teclista, los tres de los cuales hacían coros, un cellista de pie, parapetado tras el enorme instrumento y el propio Efrim. Las violinistas, con cara de francófonas ellas, comenzaron en pie sobre sus pies descalzos a entonar la apertura del último disco e la banda «1.000.000 Died to Make This Sound». Pronto la delicadeza de estos los angelicales cantos emponzoñados por la paranoica voz de Efrim estallan con la virulencia de todos los instrumentos, descubriendo una tormenta rockera de base folkie y proporciones épicas. Estaba claro que estaban dispuestos a sacrificar en ambientes y a enseñar su lado más visceral desde el primer momento.

Dedicada a los soldados «in shitty places» que una vez tuvimos y seguramente volveremos a tener, «God Bless Our Dead Marines» arrancó con su estampida de folk feísta y paranoico, alcanzando momentos treméndamente emotivos especialmente en su parte final donde violinistas y batería hacían coros a los lamentos de Efrim. «When the world is sick, can no one be well? But I dreamt we were all beautiful and strong.» Momento lagrimilla, de verdad. Pero Efrim no sólo venía a emocionar, sino a que le dieran cháchara y además así se tomaba con calma lo de afinar la guitarra entre tema y tema. Y entre otras cosas nos contó acerca de su concierto el día anterior en Gijón y que estaba muy bien en España, a pesar de que habló del tema independentista con un conocimiento e ironía que ni los locales o que en Canadá eres hombre muerto si no tienes dinero.

Y así el repaso a una ya amplia discografía siguió con temas como «Take This Hands And Throw Them to the River» o «There’s a Light», siempre llevando más al límite los momentos crispados y manteniendo el clímax en los relajados, que en general ganaron por goleada. Y es que en su afán por rockear, a veces la mezcla resultaba demasiado apabullante. En fin, que la banda, siempre con muy buen humor, salió del escenario con apenas un puñado de (largas) piezas interpretadas para después volver con «Microphones in the Trees» y dejar un sabor de boca más que bueno, como por otro lado su leyenda reclama. La leyenda de un colectivo o como quiera llamársele que ha trascendido las fronteras del post-rock. «Everything will be ok».

Contenido relacionado

4 de noviembre de 2008