Aunque se anunciaba como con la formación original, M.A.R. Pareja no estuvo en la recreación del “Hipnosis” de Lagartija Nick que vivimos en la sala Azkena bilbaina. Así pues, si ya el cancionero primigenio de la mítica banda granadina tenía mucho de punk, en formato trío esta sensación impactante y veloz fue aún más acusada. Casi siempre marcadas por los aporreos del incansable Eric, marca de la casa, empezaron a sonar todas esas primeras canciones de la banda, que no se encuentran entre sus clásicos más famosos, pero que sí son los pilares de su propia carrera y la de muchos que les seguirían a la hora de probar cosas nuevas en el rock y el indie estatal. El viaje a los salvajes y extraños primeros 90 había comenzado y por la edad de gran parte del público de la sala, muchos habían vivido aquello de primera mano.
Al frente, unos Juan Codorniu con su camiseta de Love and Rockets y Antonio Arias con su sombrero, muy metidos en el papel de revivir esas canciones ante un público entregado a bailarlas y cantarlas en las primeras filas. “Un subidón” en palabras del siempre afable Arias. El sonido, sobre todo al principio distaba de ser perfecto, pero fue un concierto de cualquier cosa menos de perfección. Fue de nostalgia, sí, pero también de entrega y sudor de una banda tremendamente solvente en este sonido más básico, pese a todo lo que llevan a sus espaldas en cuestión de evolución y experimentos.
Himnos como “No lo puedes ver”, “Hipnosis” o “Tan raro tan extraño tan difícil” empezaron a caer prácticamente en orden aunque supieron romper el devenir del disco introduciendo versiones o los más inesperados temas del EP “Algo Cínico” (“Gansterville”, “Policía Detrás”…). Así continuaron sin apenas respiro, a veces parando para que Arias hiciera algún comentario sobre las canciones pero a menudo engarzándolas al mejor modo punk-rock. Y es que el tono de la noche fue tan monolítico dentro de ese tono rock-punk-garaje que temas más melódicos como “La Gran Depresión” (en las que por cierto, tan claro se adivinan capítulos del rock granadino entonces por venir como Los Planetas) fueron remansos de paz extraños y psicodélicos. La recta final fue muy apropiada, ya que “Déjalos Sangrar” o “Disney World” fueron de los momentos más agitados de la noche.
Agotados los cartuchos de “Hipnosis” abandonaron el escenario pero claro, regresaron pronto para tocar algunos clásicos de su mucho más celebrado “Inercia”, acogidos con frenesí por el público, desde los primeros compases de “Nuevo Harlen” hasta “Universal”, pasando por “Esa extraña Inercia (anfetamina)” y “Satélite”, cuya letra dejaba al cantante y bajista sin aire, todas ellas coreadas sin excepción. Más testimonios del enorme legado de los granadinos. Volvieron a salir una segunda vez, para interpretar una “Nacidos para dominar” de Parálisis Permanente y finiquitar la noche con “Mi Chófer Psicodélico”.
Tal vez echáramos de menos una “Cara-B” o personalmente algo más de “Su” para redondear un concierto que aún exprimiendo “Hipnosis” con una buena ración de bonuses se quedó en apenas hora y cuarto y sin teloneros. Ya les hemos visto rendir homenaje a sus dos primeros discos, a “Val de Omar” y algunos afortunados pudieron ver hasta la conmemoración del “Omega”. Ansiosos estamos de una gira de “Su”. Pero no nos vamos a quejar desde luego por entrega de una banda que cumplió con creces. “Sois unos locos sádicos”, decía Arias ante el interminable jaleo del público para que tocaran más.