El viernes lo comenzamos con el sabor local y euskaldun de Zea Mays. La banda de rock alternativo bilbaina tiene un sonido tan disperso como lo fue ese conglomerado de rock de los 90, melodías por aquí, guitarrazos por allá, coqueteos con el metal y con la electrónica, etc. Una mezcla un tanto deslavazada que, pese a su extensa carrera sólo consiguen hacer brillar en contadas ocasiones de su directo. Sin embargo son unos clásicos y un grupo trabajador y por aquí se les quiere, con lo que contaron con la complicidad de una buena parte del público local.
Nos encaminamos después al folk-pop ampuloso de Noah & The Whale. Su equilibrio entre las virtudes de unos The National y los excesos a lo The Killers los dejan en un territorio que uno no termina de creerse, pero consiguieron con el gancho de sus canciones y el carisma de su trajeado lider, levantar al publico. Y a continuación fueron sus amigos de Mumford & Sons en el escenario principal los que llevaron el testigo de ese sabor de indie-folk venido de Reino Unido aunque impostando ciertos aromas americanos. Escaladas épicas, himnos de batalla, orquestaciones, ambiente moderno-antiguo y una banda bastante vistosa y versátil, levantaron pasiones, especialmente entre sus paisanos. Su lider Marcus Mumford, que venía con el brazo roto, es toda una personalidad sobre el escenario y hasta presentando temas nuevos consiguió encandilar a los incondicionales.
Pero antes fuimos testigos de uno de los conciertos del día. En el recogido escenario 3, las Warpaint hicieron crecer su etérea música, entre mágica y depresiva, encandilando al personal. No es que inventen tampoco la pólvora, pero con todo fueron una de las propuestas más arriesgadas y sugerentes de todo el cartel. Paso anecdótico por las inmediaciones de Bigott para ver como triunfaba en la carpa Vodafone con ese carisma y total ausencia de sentido del ridículo sobre el escenario y así nos llegó casi la hora esperada. Radiohead estaban a la vuelta de la esquina.
RADIOHEAD Y EL PÚBLICO ANACRÓNICO
No compartimos las tremendas críticas que ha recibido Four Tet, por parte un público muy ajeno a la electrónica, pero lo suyo era la crónica de un hastío anunciado. Entendemos que era una decisión de los propios Radiohead que el músico precediese su concierto. También entendemos que es con toda la buena voluntad de mecenazgo por parte de Yorke y cia, pero han de comprender que en un festival, lejos de hacerle bien a la fama de Kieran Hebden, la multitud le coge más bien odio. Inapropiada sesión por tanto para esa hora y esas masas, que reclamó poca atención mientras la gente se dedicaba a evaluar qué sitio era el mejor para ver a Radiohead o a charlar. Cuanto hubiera mejorado la cosa si hubieran intercambiado los turnos de salida y hubiéramos podido tener un cierre a la altura en lo electrónico, asignatura pendiente del festival.
Cuando decimos lo de un público muy ajeno a la electrónica no exageramos y es que no son pocas las voces discordantes que se han escuchado hacia el setlist de Radiohead, lo poco que tocaron de sus viejos tiempos, etc. Quién no se haya enterado que a estas alturas los de Oxford no son el grupo de rock que arrasó en las listas de singles con «Creep», ni tampoco la banda de pop que nos emocionó con The Bends, no sabemos que hace asistiendo a un concierto suyo, la verdad. Olvidémonos pues de esa parte del público y tendremos un concierto de una banda soberbia, capaz de alternar entre sus diferentes facetas sin que nada chirríe. Un Thom Yorke muy bien de voz y más bailongo que nunca y una formación entregada a clavar cada nota, incluso alterando las versiones de algunos de sus clásicos, precisamente llevándolas algo más a la electrónica.
El concierto empezó frío con «Bloom» de su aséptico «The King of Limbs», pero pronto entró en su pasado reciente más esplendoroso recurriendo a las ondulaciones de «15 Step» y los riff de «Bodysnatchers». No, el setlist no fue perfecto, podríamos haber pasado sin una «The Daily Mail», «Feral» o incluso «Kid A», que en el setlist tenía el puesto compartido con una «The National Anthem» que quedó fuera. Pero en ningún caso por malas ni sonar mal, sino simplemente en el afán de acaparar un mayor número de hits de la banda. No soy de todos modos del parecer de que Radiohead sean una banda que deba ofrecer un concierto repleto de himnos aunque los tenga y aplaudo sinceramente el equilibrio del concierto. Luego ya es todo cuestión de gustos si a alguien no le agrada la saturación de la tremenda «Myxomatosis» o es capaz de aburrirse con la escalofriante «Nude».
Todo esto iba acompañado de efectos lumínicos muy vistosos y un espectáculo sin duda cuidado en las pantallas. La parte mala es que en un recinto tan grande, o estabas cerca o casi tenías que intuir lo que sucedía en el escenario pues las pantallas apenas ofrecían viñetas de los protagonistas en psicodélicos mosaicos. Sin duda hemos perdido bastante de espectáculo con el trágico incidente en que murió un operario ya que las pantallas móviles que llevaban antes daban otra dimensión al conjunto, pero aún así no estuvo nada mal.
Por otro lado los temas de The King of Limbs hay que reconocer que ganan con la energía del directo y aunque no sean comparables, si los alternas con maravillas emocionales del calibre de «Pyramid Song», hits que todo el mundo es capaz de corear como «Karma Police» y una más electrónica y alocada «Idioteque», tampoco desmerecen tanto. Una lluvia emocional que era acompañada físicamente del leve sirimiri que no molestó para nada, aunque mucho hubiera tenido que llover para que nos fuéramos de allí.
Para el primer bis, tal vez algo más flojo de lo esperado, se presentaron solo Yorke y Greenwood a interpretar primero el íntimo clima de «Give Up The Ghost», seguido de la aparición de toda la banda para la marciana «Kid A» y finalmente si, cerrarlo por todo lo alto con una introducción del «After The Gold Rush» que condujo a la alquimia ambiental de «Everything In Its Right Place». El hecho de que el segundo bis solo contara con una igualmente gigante «Paranoid Android» nos dejó un poco fríos y sí que echamos en falta un par de temas más, justo los que, todavía no lo sabíamos, si tocaron al día siguiente en Portugal. Por lo demás, se vio a una banda a la altura de su leyenda, un sonido y ejecución perfectas y un Thom Yorke comunicativo lo justo para invitarnos a protestar en las calles. No, repetimos que el setlist no fue perfecto, ¿pero cual lo habría sido? Difícil llegar a un acuerdo en este tema.
LA REDENCIÓN A TRAVÉS DEL POP RUIDOSO
De lo que no pudo haber discusión es de que después hubo una lucha de titanes por el trono del indie nacional. La muchedumbre se la llevó Vetusta Morla al escenario dos, pero los que optamos por disfrutar del feedback de Triángulo de Amor Bizarro nos encontramos con apenas media hora de repertorio enfocado a su primer disco pero con la pegada y la energía de la formación actual. Y si desde un principio nos gustaron, no podemos sino apreciar su gran forma y rendirnos ante la realidad de que cuentan con un puñado de canciones que ya son historia de nuestra música. «La Malicia de las Especies Protegidas», «El Himno de la Bala», «De La Monarquía a la Criptocracia», «Amigos del Género Humano», «Mal Como Efecto de Mala Voluntad», «El Fantasma de la Transición», «Isa Vs. El Partido Humanista» y ese final con «El Crimen: Como Ocurre y Como Remediarlo» fueron bofetada tras bofetada agradable en un cartel con demasiada sensación de pop insípido.
Nos faltaron muchas de «Año Santo», pero apenas lo notamos porque no nos dieron respiro al margen de los alocados comentarios de Isa que tuvo que cagarse en el PP para zanjar el jardín en el que se estaba metiendo. Un huracán de ruido que esperábamos más cafre aún y que consiguió saturarnos los oídos pero con un sonido que nos permitía apreciar las partes melódicas, corear y bailar haciendo temblar el suelo de la carpa. Triunfadores e inmejorable cierre sin ningún tipo de complejo ante los internacionales del cartel que además nos dejó bien colocados en la carpa para disfrutar de una selección de temas facilones pero efectivos. Como debe ser, que los DJs tienen que entretener y no lucirse con mezclas indigestas. Y esto va por lo que nos tocaría el día siguiente sobre todo.