Un año hace ya que David Eugene Edwards disolvió a los estupendos 16 Horsepower, y cuatro desde la aparición de su canto de cisne, «Folklore». En todo este tiempo, este geniecillo de Denver no ha estado ocioso, sino que ha lanzado nada más y nada menos que cuatro discos de su su ahora banda madre (aunque proyecto en solitario sería quizá más exacto), Woven Hand, relegada a grupo paralelo mientras existieron los Horsepower. La música de Woven Hand tiene una componente bastante más oscura, mística y folkie que la de la anterior banda de Edwards, cosa que ya se veía venir en los últimos discos de éstos y que ha sido una constante en toda la trayectoria en solitario del creador de este «Mosaic».
En ese sentido, este cuarto disco no se separa mucho de la tónica habitual en la música y letras de Edwards. Así, las continuas referencias a la religión, la pérdida y la redención (casi mesiánicas en muchos casos) son frecuentes; mientras que en el apartado musical continuamos encontrándonos con una heterogénea amalgama de country, americana y folk, de raíces tanto europeas y arábigas como del nuevo continente. Pero eso no impide que la propuesta siga siendo original y estimulante, a la que deberíamos añadir (o al menos resaltar) en esta nueva entrega el calificativo de «inquietante».
«Mosaic» se abre con una tensa intro para dar paso seguido al mejor tema del disco. Edwards no se anda con condescendencia hacia el oyente, «Winter Shaker» es toda una oda catártica a la emoción humana, proveniente de un profundo abismo que parece beber tanto de ritos indios como de oscuras ceremonias budistas. Sin respiro, los teclados medievales de «Swedish Purse» siguen con el trance; una vez terminada la gran obertura viene la aparente calma del desarrollo. «Twig» sirve de atmosférica transición hacia terrenos más tradicionales explorados en Horsepower, cosa ni mucho menos menospreciable en la melancólica «Whistling Girl». De nuevo, la incómoda calma: «Elktooth» nos hace llegar enigmáticamente al ecuador del disco.
Conclusión: otra obra cumbre en la carrera de esta luminaria del folk más deprimente, aquel que ha venido a etiquetarse como «death folk» o «gothabilly» (elijan lo que más estúpido les parezca). Para mí simplemente es un músico que ha sabido trascender las fronteras de su género y gustar a un público más o menos heterogéneo, dentro de las limitaciones populares que tiene su música, bastante alejada de las modas actuales y de los hits radiofónicos. Pero estoy seguro que de si aceptas las reglas, puedes convertirte en un adepto de la música de David Eugene. Seguiremos en contacto.