/Crónicas///

Woven Hand – Bilbao (14/12/2008)

David Eugene Edwards, Pascal Humbert, Ordy Garrison, Peter van Laerhoven
9.2
Kafe Antzokia, 500
Precio: 18 €
Géneros:

Tan sobrecogedor como el temporal que a eso de la tarde-noche envolvía Bilbao en frío polar y molesta lluvia se nos antojaba el esperado concierto que David Eugene Edwards, líder de 16 Horsepower y Woven Hand estaba a punto de ofrecer en el Kafe Antzokia. Por eso, hubo que vencer a la pereza y arrastrarse hasta la sala con buen abrigo y paraguas en mano y sorprendentemente lo hizo más gente de lo esperado. Woven Hand no tienen grandes éxitos, tienen demasiada veteranía para formar parte del reducto de artistas que las publicaciones indies consideran ‘cool’ y su folk no se mezcla con el pop para hacerte bailar, sino con el rock más oscuro que te deja paralizado o en el mejor de los casos en un espiritual estado catatónico.

Suena como una definición muy pretenciosa y ante la que desconfiar, pero es que así es. El recital comenzó con «Beautiful Axe» single y apertura de su último disco «Ten Stones», que se distancia un poco de la fase hipnótica que a muchos conquistó con «Mosaic». Fue interpretada con acierto y con uno de los aires más directos y rockeros de la velada. Mientras esta sonaba, aún muchos fieles se adentraban en la sala en busca de la particular guía espiritual de Edwards y su banda. La iluminación sobria y cálida de la sala contribuía sin duda a crear el clima adecuado que la música de Edwards requiere. Porque pronto comenzaríamos a sumergirnos más y más en la hipnosis o en la catarsis, o en la perfecta mezcla de ambas.

Los temas discurrían y el tiempo volaba, pero la verdad es que la cosa no cambiaba demasiado, en el buen sentido. El músico cambiaba su guitarra acústica por mandolina o incluso acordeón, protagonizando así momentos más rock y otros más folk, pero siempre manteniendo los sustantivos: elegancia, sobriedad, pasión y claro que sí, misticismo. Y es que la espiritual figura de Edwards parecía invocar a antepasados indios que le poseían para interpretar un cancionero repleto de fuerza y emoción.

Suena a tópico tratándose de Woven Hand, pero no es algo que precisamente el músico quiera evitar, a tenor de los gestos que hacía, como si diferentes almas entraran y salieran de su cuerpo mortal durante el concierto. Una actuación en este sentido de lo más teatral teniendo en cuenta que no se levantó del taburete. El sonido, notablemente más abrupto que en el disco, más ruidoso en un sentido descarnado del término al que no estamos acostumbrados, como si los instrumentos nos infligieran un dolor físico.

Como digo, el setlist, incorporando temas de todos sus discos, importó bien poco… tan sólo sabemos que hubo una montaña rusa de ánimos. O tal vez he de decir que importó poco con la excepción de la sublime «Winter Shaker» piedra filosofal del enigmático «Mosaic», que sobrecogió al respetable con sus coros rituales. Después llegarían bises en los que incluso nos regalaría algo de 16 Horsepower. El público, entregado al máximo, demostró que puede que Woven Hand y Edwards no pasen de ser figuras de culto underground, pero sus fieles lo son a rabiar y no son tan pocos como cabría pensar, unas 500 personas calentaron el Kafe Antzokia en este día infame, pero sólo en el exterior. Una experiencia única y que no dudaría en repetir, por ver si soy capaz de digerir del todo.

Contenido relacionado

14 de diciembre de 2008