Parece mentira que un grupo tan obsesionado con la experimentación, las marcianadas y lo enigmático como son los actuales Radiohead pudieran hace doce años sacar un disco como «The Bends», álbum abanderado de, por aquel entonces, géneros tan fructíferos como eran el rock alternativo y el britpop.
Mucho ha llovido desde entonces, pero la influencia y la magia de este segundo álbum de los de Thom Yorke no ha disminuido. Decenas de grupos de gran proyección actual nacieron (y muchos siguen viviendo) bajo la estela pop y rock de estas doce canciones: desde el rock espacial de Muse y los hardcoretas conversos de Cave In, al apacible y a menudo clónico pop británico de Coldplay y Travis. Y todo a partir de un disco de unos hasta entonces considerados como la réplica inglesa al grunge gracias al muy radiable single «Creep».
Visto bajo la desmitificadora (a veces) y justa (otro tanto) mirada del tiempo, no es descabellado hablar del impacto que produjo «The Bends» como equiparable al que supusieron las obras maestras de los Beatles, los Smiths o U2. Los cinco magníficos de Oxford rompieron filas en torno a la magnífica herencia musical inglesa de los anteriores treinta años y la empujaron hacia el futuro gracias a acertados guiños al rock americano. Por descontado que la fórmula dio en el clavo.
Normalmente, «Ok Computer» es el disco de la banda que más elogios suele recibir gracias a su indudable carácter innovador y vanguardista. No soy yo nadie para discutir estos aspectos, es más, estoy bastante de acuerdo. Pero lo que me parece un tanto injusto es relegar esta maravilla de disco que es «The Bends» a un segundo plano, cuando es un disco igual de satisfactorio, y con una calidez de la que adolece su inmediato predecesor. De todas formas, ambos discos se encuentran entre lo más granado de la cosecha 90’s y merecen toda vuestra atención y reverencia. Comenzad con este disco en concreto y lamentaos de no haberlo oído antes.