La Leyenda del Espacio» (en pretenciosa alusión a «La Leyenda del Tiempo» de Camarón) marca el regreso de una de las bandas más controvertidas de la historia de la música popular española. Eso, como poco ya es un gran logro para Los Planetas. Mientras algunos besan el suelo por el que J y Florent pisan, otros los tachan de sosos, insustanciales y cada vez más, de insoportables.
Lejos de querer ampliar su público o incluso ofrecer al de siempre himnos generacionales como los que escribieron en sus primeros discos, los granadinos optan esta vez por el experimento. Al parecer la banda ha escrito cada tema siguiendo la estructura de un palo clásico del flamenco. Parece algo muy arriesgado ya que los vínculos entre los seguidores del flamenco y el indie son más bien escasos. De todas formas, si bien esto es palpable en algunas canciones, al escuchar otras huele a farol de los gordos.
Cuela y con nota en el principio del álbum con la sorprendentemente oscura y casi podría decirse que metalica «El Canto del Bute», con un J al que la oscuridad y el despecho devora las entrañas. Similar congoja despierta «Negras Las Intenciones» aunque en un ambiente mucho más espacial. Más luminosos pero igualmente psicodélicos se muestran en la florida «Si Estaba Loco Por Ti», que desemboca en una espiral puramente noise. El cuarto tema de este poker experimental es «Ya No Me Asomo a la Reja», densa y monótona, con tintes post-rock.
Pero no es que las partes más flamencas del disco sean sólo las más abruptas y mortuorias. Hay otras de cielo abierto y pura temática de pueblo andaluz, como la feliz «La Verdulera» embebida de psicodelia 60-70’s, el flamenco-rock de puesta de sol de «Entre Las Flores del Campo» o la fusión más trepidante de «La Que Vive En La Carrera».
No cuela, para nada, en canciones que agradarán sobremanera a los fans de siempre. En «Reunión de la Cumbre» además las letras se alejan por completo de los textos flamencos en que supuestamente se ha inspirado el disco, para ofrecer una visión graciosa y conspiracionista de la sociedad moderna. Al fin y al cabo un tema simplón y de estructura monótona pero que se agradece por llevar a fuego el sello planetero. Lo mismo se podría decir de la sostenida «Si Me Diste la Espalda» de sugerentes guitarras y vivas baterías que aportan un aire necesario al disco, por momentos claustrofóbico.
En verdad, escribiendo estas líneas me he dado cuenta de que el disco tiene más «canciones» de lo que me parecía, una vez que uno sabe penetrar en los temas de mayor densidad y atravesarlos. Ahí está también el estupendo ejemplo de la rauda y animada «Deseando una Cosa». De todas formas «Alegrías del Incendio», la primera canción que escribieron del disco y single, se lleva la palma y muestra a unos Planetas tan en forma en su power-pop guitarrero como en sus mismos comienzos y esta vez si, con letras de amor castizas.
El experimento es como mínimo interesante, el resultado algo irregular. La cohesión del propio disco es un tanto dudosa, tal vez por todo el tiempo que ha mediado entre la composición del primer al último tema. Y sobre todo, la coartada de trazar puentes con el flamenco no se sostiene del todo, por mucho que hayan querido ratificarla metiendo a Enrique Morente a cerrar el disco en «Tendrá que Haber un Camino». Lo hubo, pero ya fue transitado, para más inri por sus compadres de Lagartija Nick.
Coartadas aparte, Los Planetas se recuperan del descalabro de sus dos últimas entregas. Es curioso, al querer hacer algo diferente han retornado a su esencia eléctrica, recuperando la excitación de los comienzos. Merece la pena que sus un tanto aborregados seguidores acérrimos afronten el reto, pero más la merece que quienes les han ignorado intenten liberarse de prejuicios.