El ruido es algo muy superado ya. Años después de que gente como My Bloody Valentine, Spacemen 3, Big Black o Sonic Youth reinventaran la música moderna introduciendo elementos a priori no acordes a lo que el ser humano entiende por armonía, podemos encontrar miles de fans de propuestas tan extremas, diversas y polémicas como las de Merzbow, Fuck Buttons o SunnO))). El ruido es algo asumido en cualquier género de música popular, indie, electrónica, metal, punk.
Ruido es lo que The Men hacen, fundamentalmente. Se puede decir esto porque es el denominador común que encontramos en este por lo demás diverso debut en largo del trío de Brooklyn, cuyas raíces están en el punk y el hardcore. La disonancia cobra protagonismo desde «Stranger Song», un crepitar campanilleante que camina hacia la épica, como sonaría un órgano de iglesia remezclado por No Age. La tónica no parece cambiar demasiado con drones abriendo «Problems/Burning Up» cuyos ruidos de acople insuflan vida repentina a un mastodonte de hardcore punk primitivo bramado desde la cueva con bilis crust.
El momento más extremo es probablemente «Grave Dessecration», que estalla cual locura black metal a velocidades imposibles mezclada con recodos de templanza para terminar instalándose en clave acústica. Sin duda un curioso intento de deconstrucción del concepto de canción. Por su parte la contemplativa «Madonna: The Star of the Sea» es un corte de distorsión instrumental, riffs chirriantes y melodía entre el ruido. Un lento crisol de drone, sludge y stoner, sobre todo por el fuzz que destila. Parecía en este punto que nos ibamos a enfrentar a un disco pretendídamente experimental y hermético pero por fortuna y tras superar su molesto primer minuto, la deliciosa «Lazarus» toma etérea forma de neblina eléctrica que baila garaje al ritmo de Jesus & Mary Chain y My Bloody Valentine.
Tiendo a comparar cada banda que trasciende las fronteras del hardcore con mis adorados Hüsker Dü. Lo hice con Fucked Up y ahora no puedo evitar hacerlo con The Men, que si no tienen tanto en común con el sonido de aquellos, son también un trío y si Bob Mould y Grant Hart eran dos magníficos compositores y apasionados vocalistas, aquí los tres miembros se reparten ese papel. La comparación, en lo musical toma forma en la segunda mitad del disco con dos temazos de indie-rock que recuerdan a los de Minneapolis. La primera es la melódica y densa «Praise the Lord and Pass the Ammunition» con acordes muy propios de Sonic Youth y la segunda, «Oh Yoko» es el ejemplo de lo que ocurriría si Pixies se hubieran labrado una carrera en el hardcore a raíz de «Something Against You».
No es oro todo lo que reluce, ni todo el metal precioso brilla. A veces se encuentra cubierto bajo capas de mugre. Así es la particular virgen de The Men, encarnada en paranoico post-punk en el final corte al que da título, «Immaculada». Una luz que viene, cual faro a guiar al punk-rock por el camino de la creatividad, animando a la destrucción de sus fronteras. Alabada sea.