¿Qué tendrá la mítica Subpop y los aires de Seattle para hacer que los de Duluth, caracterizados siempre por sus enormes derroches de sadcore/slowcore y por sus discos celestiales (escúchese los magníficos Things We Lost In The Fire o Secret Name), hayan endurecido su sonido? Porque al buen conocedor de la dilatada carrera de este trío de mormones, le sorprenderá y mucho, la evolución de Low en este The Great Destroyer. A pies de gigante han avanzado desde las últimas noticias que se sabían de ellos. El cambio de la ecléctica Kranky a Subpop acompañado por el imprescindible recopilatorio A Lifetime of Temporary Relief, ya auguraban el cierre de un (prolífico) ciclo. A esto cabe añadir, que en su anterior entrega (el recomendable Trust) ya mostraban en temas como Canadá que en su etéreo sonido también había cabida para el rock y las distorsiones, pero es en este disco donde este sonido más “duro” se mezcla perfectamente con la esencia del sonido Low de toda la vida. Como novedad además está el nuevo co-productor, David Fridmann, que ha sabido encauzar las nuevas inquietudes hacia campos hasta ahora nunca oídos por Parker, Sally y Sparhawk.
The Great Destroyer es un disco único, ideal para iniciarse en la discografía del grupo como para sorprender a todos sus fans. Trece canciones, trece cantos salvadores a un mundo en camino de la perdición. Trece puntos por donde Low dibuja firmemente su futuro sin olvidar su pasado. De las lentas, delicadas e intimistas canciones de antaño se han sumado otras canciones de mayor pegada rítmica a la vez que se ha (r)evolucionado aquel contagioso deje espiritual. Encontramos desde canciones de la escuela de Low de “toda la vida” como la creciente When I Go Deaf, la susurrante Silver Rider o la hipnótica y épica Broadway, con esa rabiosa tendencia a alargarse en un exquisito minimalismo a base de repetir los enigmáticos ritmos, a “trallazos” como Monkey (oscura y fiera), la abrasadora Everybody’s Song o la soleada y poppie California. Y por encima de todas, si eso es posible en un disco de tantísimo nivel, está On the Edge Of que en su mágico y redentor estribillo es imposible no tener la piel de gallina y las emociones a flor de piel. Así son Low, autentica autopista hacia nuestra alma a ritmo de constante feedback. Es así, que todos los temas se combinan de maravilla para encumbrar este pequeño trozo de cielo en nuestro audio. En cada corte se profundiza hasta el infinito las posibilidades de los tres artistas para intoxicarnos con un sentimentalismo de otro mundo. Elevarnos hasta las más relucientes nubes y rozar el cielo es tarea sencilla con Low como banda sonora.
Las explosiones producidas por los coros unidas a las esplendidas melodías confeccionadas atrapan y enganchan sin remisión. Pero no temáis, buen fan de Low, las reflexiones y ese aura casi religioso se conserva (y se eleva) gracias a la conjunción de lo nuevo con lo viejo. El genuino aroma se encuentra allí, bien visible pero notablemente enriquecido por ese despertar de la melancolía hacia la tensión incendiaria mostrada en este disco. En sus novedosos instantes noise o en sus “aguerridos” riffs se hallan esas reflexivas letras de siempre pero con un punto mayor de atrevimiento. Acongoja saber, que después de todo este tiempo aún tienen algo que decir y que el techo creativo para el grupo parece no existir.