Tal hype internacional es el que ha acompañado a este EP de Delorean que no me he visto con ganas de escribir nada de él (ni falta que hacía en cuestiones de cobertura mediática) hasta pasada la marabunta, justo ahora que queda poco para que salga su esperado nuevo largo. La cosa es que cuando pensábamos que los de Zarautz iban encaminados a grupo de gran fiesta en directo, cuyos discos quedarían en segundo plano, se sacaron este EP dispuesto a hacer bailar a todos. Absolutamente a todos.
Realmente la mezcla que han forjado entre electropop de cálidas atmósferas, electrónica los 90 y algo de contemporaneidad indie nos ha cogido a contrapie, para bien. Y derrochando optimismo de una forma pocas veces vista, incluso en la música de baile.
«Deli» es un buen comienzo que ya atisba esa fórmula de fondos simulando voces fantasmales, ritmos rompecaderas y sintetizadores amables. Sin embargo es la tremenda «Moonsoon» con esos samples vocales entrecortados que son puro Technotronic, pianos etéreos y el ya marca de la casa ritmo a piñón. La riqueza casi barroca de las composiciones de Delorean es la que aleja sus canciones de la fría concepción que tenemos de la música electrónica y nos hace percibirlas como algo más cercano a las melodías del pop.
Qué podemos decir de «Seasun», aquí ya sí, una de las grandes canciones que nos legó 2009, 4 minutos y medio de tema creciente y magistralmente dosificado para crear una sensación de adicción pese a su patrón repetitivo. Un coro, sonidos de palmas, una línea de estribillo insistente y el sol pegándonos en la cara. Frente a tal perfección, el rítmico remix de John Talabot que de por sí tiene algo de sugerente, se muestra como redundante y sobrante.
«Big Dipper» como bonus track nos devuelve otra vez a la velocidad, a un tema con la voz de Ekhi muy presente, ayudando a la urgencia festiva de la canción, por otro lado de nuevo con teclados y sintetizadores bien combinados en secuencias que se graban a fuego en la cabeza.
No sabemos si a partir de ahora seguirán los beneplácitos de Pitchfork y las de medios como ABC (no nuestro periódico, sino la televisión yanqui). Lo que está claro es que estos zarauztarras vía Barcelona han barrido con decenas de grupos de electropop y nu-rave con un EP y sin moverse de un sello indie como es Mushroom Pillow. Es cierto que estas cosas pasan a veces por el capricho de un determinado líder de opinión, pero, al igual que ocurrió con El Guincho, quedaría todo en nada si estos grupos no tuvieran verdaderamente una entidad musical propia.