Teen Dream se ha convertido en el álbum indie revelación de principios de este 2010. Y no es para menos, ya que el dúo de Baltimore ha conseguido crear con este tercer trabajo uno de los álbumes más sugerentes de la nueva ola shoegazing/dream pop, aquélla que comprende a bandas como M83, The Pains of Being Pure at Heart o The Big Pink.
Beach House se desmarcan, eso sí, de la vertiente más noise y ruda del grupo, para acercarse abiertamente a terrenos más acústicos y calmos, como si de unos Cocteau Twins domesticados o unos Cranes de última hornada se trataran. Aún así, Legrand y Scally quieren mantenter la diferencia y a base de órgano, piano, guitarra y voz, crean una obra de sutil belleza, que se aleja de la épica y onirismo de la recordada banda de Elizabeth Fraser o del proyecto de los hermanos Shaw.
De esta manera, Teen Dream es un álbum de apacible recorrido, más nostálgico que triste, más reflexivo que desgarrado, lo que quizá propicie que entremos más bien en una sensación de otoñal ensueño antes que en el reino de Morfeo al escucharlo. Es por ello que tampoco andan lejos los ecos del pop barroco o de cámara, como si nos encontráramos ante una versión americana de Belle & Sebastian o Camera Obscura.
Se tarda unas cuantas escuchas en cogerle el punto al disco, pero al final Teen Dream se descubre como lo que es: un delicado artefacto de pop preciosista que merece su escucha de principio a fin. Y mejor aún si la experiencia se produce en una cabaña al lado del mar.
