Hay bandas a las que puedes tirarte años deseando ver y de repente las tienes en tu casa dos veces de seguido. Es el caso de Shellac, que tras su exitoso paso por Bilbao el pasado año, volvían a la capital vizcaína generando esa especie de mezcla en la audiencia que se divide entre volver a ver un enorme directo o prescindir de él, que conciertos hay muchos y buenos y el dinero no abunda.
Y es que el precio era uno de los mayores escollos de esta noche que Shellac compartían con Mission of Burma, un grupo de lo más clásico que podamos encontrar dentro del universo del rock alternativo. Inspiradores de bandas tan dispares como Sonic Youth, Hüsker Dü, Fugazi o Nomeansno, entre muchas otras, este cuarteto ha vuelto reconvertido en trío y con Bob Weston no haciendo de músico, sino encargado supuestamente del sonido.
Pues no sabemos si Weston tenía algún tipo de acumulación de cerumen, porque si algo no brilló en la actuación de Mission of Burma fue precisamente el sonido. Un caos que si bien se puede admitir hasta cierto punto en una banda caótica e impulsora de un ruidoso y gamberro post-punk, jugó en contra de las grandes melodías y estribillos de su repertorio. Y es que el cancionero de MOB no sólo se basa en la popular «That’s When I reach for my Revolver», por mucho que se notara que ni yo ni mucha gente de la sala habíamos tenido tiempo de estudiarnos a fondo su escaso (cuatro discos, uno de ellos directo) pero seminal repertorio.
En todo caso y como se suele decir, la cosa fue de menos a más, la combinación de temas viejos como antiguos estuvo acertada, además que tampoco la diferencia es grande. Lo que tal vez no fue tan acertado fueron las elecciones de cada disco. En todo caso, con este tipo de bandas de culto siempre es difícil encontrar el consenso. No creo que hubiera sido tan mal concierto si la gente hubiera ido a verles a ellos expresamente, pero el hecho innegable es que una vez escuchado el primer acorde de Shellac, lo de MOB, por mucha actitud que le pusieran, quedó en una fiesta de amigos.
La principal diferencia respecto a su visita el pasado año, es que Excellent Italian Greyhound hizo su aparición meses después de aquella cita. Así que había cierta inquietud por si el trío se enfocaba mucho a este disco, que si bien sigue su tónica, algunos creemos que cojea frente a sus predecesores. Albini y compañía demostraron en este sentido que les da lo mismo, no son una banda que venga a presentar «su último y mejor disco».
Esta vez sonaron más lentos, más metálicos y con mucho más tensión. Y cuando hablamos de Shellac hablamos de niveles de tensión eléctrica pocas veces vistos, casi como si estuviéramos moviendo la cabeza hacia una torre de electricidad. Dan lecciones constantes a la hornada de bandas post-rock y post-metal que busca desesperadamente transmitir mal rollo a través de sus instrumentos.
El trío sigue con sus roles de siempre. Steve Albini como el genio excéntrico que sobre el escenario se muestra a la vez salvaje y retraído, a ratos en trance. Bob Weston, como el «normal» del grupo, más afable, sereno y comunicativo. Y Todd Trainer, chulesco y casi maleducado, volcado sobre un instrumento que parece una auténtica extensión suya. De hecho se hizo raro verle caminar de pie por el escenario, fumando cuando un valiente se atrevió a subir a tocar su batería, quedando en muy buen lugar, por cierto.
Aunque el setlist parece derivar de una forma muy natural en el trío, tuvieron sus desencuentros, que solventan de forma tan genial que duda uno de si son parte del propio show, como cuando se miran para protagonizar los estallidos iniciales o finales de cada tema. Se escucharon A Minute, Canada, Dog and Pony Show, Prayer to God o Watch Song pero como digo, es casi lo de menos. No creo que nadie se atreva a descalificar un concierto así por tocar una canción en vez de otra.
Por lo demás, el show no cambió mucho, estuvieron las dos o tres rondas de preguntas, no muy exitosas, estuvo el numerito de toda la banda tocando los platos, Trainer con el bombo a cuestas en la ya clásica «The End of the Radio» en la que Albini se obsesiona con Martina Navratilova (?) y el final desmontando la batería en «Spoke». Shellac tienen uno de los mejores directos de la actualidad y en esta gira no sólo lo han dejado claro en salas, sino siendo de nuevo la gran atracción del Primavera Sound. En fin, que fue un jueves y se nos hizo tarde.