Comenzábamos en el Parc de la Ciutadella, una de las joyas escondidas del festival, una jornada que se antojaba marcada por Nick Cave, Dead Can Dance, el regreso de Wu-Tang Clan o la comparecencia de Los Planetas tocando su disco más insigne. Habría triunfos absolutos, decepciones y medias tintas, pero sin duda serían sólo pequeñas partes de un todo que volvió a saldarse con un rotundo éxito en lo musical. A destacar la incidencia de la caída, notificada el día anterior, de Band of Horses del cartel, sustituidos por todo unos amigos del festival como Deerhunter.
The Babies
La jornada la comenzamos en el parque con The Babies, banda con miembros de Woods y Vivian Girls en sus filas. Lejos de ser un mero divertimento su propuesta cuajó con fuerza en Ciutadella acentuando ese guitarreo a lo Pixies con voces masculinas folkies a lo Dylan y femeninas más ensoñadoras y shoegazers. Una de las revelaciones del año y del festival. (Raúl)
Merchandise
Aún más sorprendente y original es lo de Merchandise, la banda salida de la escena punk de Florida que ha revitalizado shoegaze, post-punk y psicodelia, en una mezcla muy fresca y poco acomodada. Venían ya con batería y en el parque nos sonaron (¿acaso no sucede siempre?) mejor que en el Fòrum, contundentes y etéreos, como si lanzaran lasers rítmicos y riffs coloristas que animaban al baile en su justo punto entre lo espasmódico y lo cadencioso. Sus discos apuntaban que llegarían lejos y su directo no defrauda. (Raúl)
Pantha Du Prince & The Bell Laboratory
Una de las grandes sorpresas del festival tuvo lugar, como tantas otras veces, en el Auditori. A una hora tan temprana como las cuatro de la tarde, cuando seguro aún miles de asistentes se acababan de levantar de la noche de fiesta anterior, comenzaba a fluir la magia dentro del llamado escenario Rockdelux. El artista electrónico, junto a sus colaboradores vestidos de artesanos o alquimistas con túnica y delantal incluidos, aparecieron silenciosamente con sus campanillas ofreciendo unos primeros minutos en que fueron lo único que sonó.
Pero después la cosa cambió bastante. El alemán se acercó a su mesa y sus secuaces a sus respectivos repertorios de campanas y comenzó el viaje más allá del laboratorio que tenían representado en escena. Durante una hora nos tuvieron absortos ante sus ritmos delicados y bailables, de una delicadeza cristalina gracias a esos instrumentos, de muy variable tamaño, que tocaban de todas las formas posibles siempre siguiendo las líneas microhouse de Pantha. El remate vino cuando, en formación monacal, subieron hasta el fondo de las gradas, con todo el mundo en silencio y sólo las campanillas del principio oyéndose. La ovación que siguió es de las que se recuerdan. (Yuri)
Guadalupe Plata
Con el tiempo justo llegamos a disfrutar del final de set de los de Úbeda, que presentaban disco pero escogieron algunos clásicos de su repertorio para cerrar como “Lorena”. Son una banda con un blues tan propio que a los guiris se les veía encantados en las primeras filas. (Ricardo)
Extraperlo
A estos chicos ya los habíamos visto en el SOS 4.8 dar idéntico concierto, incluido ese divertido cierre con “Bañadores”, pero en Primavera Sound hubo un poco más de conexión con el público y se notó en el resultado final. La gente movía el culo, aunque alejados del escenario (había que buscar el solecito y al escenario le daba toda la sombra) y eso es que las cosas salieron bien para Extraperlo. (Ricardo)
Mount Eerie
El drone bucólico de Phil Elverum y sus féminas acompañantes sufrió y mucho del colapso de sonidos que se formaban entre el Heineken y al ATP. El Sonido de Adam Green invadía constantemente las suaves atmósferas de Mount Eerie, amenazando con destruir el concierto. Pero no éramos pocos los congregados para verle y tras Elverum asegurarse de que estábamos disfrutando de su música, aún en tan nefastas condiciones, continuó un concierto repleto de ruido ensoñador y benévolas catarsis que fue, en sus propias palabras “un extraño placer”. (Raúl)
Orchestre Poly Rythmo de Cotonou
Si digo que el concierto de los de Benín fue uno de los mejores del festival sorprendería a muchos, pero todos esperábamos que iba a estar entre los más divertidos. ¿Cómo no vamos a disfrutar con la lección de ritmo, buen rollo y de profesionalidad que dieron los Poly Rythmo? Tuvieron un par de bajas en la banda por estas cosas de los aeropuertos (creo que a los vientos) pero se bastaron para hacer bailar con su afrobeat hasta al más sieso. (Ricardo)
Bullitt
Abandoné apenado el final de concierto de Orchestre Poly Rythmo de Cotonou para apoyar el que para mí es uno de los discos nacionales del año, sorprendentemente sin cabida en este Primavera Sound. Fue en la carpa/escenario de Smint, donde en apenas media hora repasaron con su habitual precisión y carisma los temas de “So Many Ways” ante un público muy encendido. Entre el lío y la multitud de caras conocidas entre el público (prensa musical, bandas, productores, sellos, etc) se coló como protagonista uno de nuestros redactores que fue cogido en volandas primero y luego un (auto) invitado sorpresa para los coros de “Lucky”. (Ricardo)
The Sea and Cake
Algunos pensaran al leer nuestras crónicas del Primavera Sound que a la gente de Feiticeira les gusta todo y son de buen conformar. Nada más lejos de la realidad, la amplia oferta y la cantidad de información en Internet hace que cada cual vaya en un 90% de ocasiones a tiro hecho. Y por supuesto también nos equivocamos al elegir. Yo lo hice al no acudir al Auditori a ver a Apparat y quedarme en su lugar a contemplar el soso concierto de los veteranos The Sea and Cake, que comparten miembros con Tortoise. No es de extrañar que esta otra aventura de John McEntire haya pasado sin pena ni gloria desde principios de los 90 hasta ahora ya que su directo no por estiloso dejó de sonar plano y lineal. Mirado con distancia, no se trató de un mal concierto, pero a ese festival hecho a la medida de cada cual que es un Primavera Sound hay que pedirle más. Lo que pasa es que la culpa es mía esta vez. (Raúl)
Chucho
Supongo que a muchos no les supo nada bien la cancelación de Rodriguez (insisto, hace un año, ¿quién conocía a este buen hombre?) pocos días antes del comienzo del festival, y seguro que otros tantos no vieron a Chucho como sustitutos a la altura de esta leyenda olvidada hasta hace poco, pero la verdad es que la aún recién reunificada banda de Fernando Alfaro ofreció, para lo improvisado de su incorporación al festival, un buen concierto. Ante poco público, en su aplastante mayoría nacional, el quinteto demostró que sigue teniendo cosas que decir en directo, con las dosis justas de melodía, electrónica y electricidad; a pesar de algún perdonable problema técnico, se impuso la música: “Cirujano patafísico”, “Revolución”, “La mente del monstruo”, “Magic” y tantas otras. Bienvenidos de vuelta, perruzos. (Yuri)
Dead Can Dance
Aunque su ubicación ideal hubiera sido el Auditori, el lugar y hora en el que finalmente tocaron Dead Can Dance también nos satisfizo: en el Ray-Ban, el escenario más parecido a un teatro, a la hora del crepúsculo. Y es que no es la pareja australiana un conjunto para ver de cualquier manera. Necesita siempre de condiciones especiales para disfrutar de su música poco convencional pero subyugante. Condiciones que se cumplieron cuando las primeras notas de “Children of the Sun” comenzaron a sonar con los últimos estertores del astro rey ante un público, en su mayor parte en el foso, callado y respetuoso.
Con uno de los mejores sonidos de todo el festival, la música del dúo (banda completa en directo), que viene de lugares y épocas exóticas e ignotas pero con una pátina siempre de cierto pop, encandiló desde el principio a sus seguidores y a muchos casuales. Lisa Gerrard y Brendan Perry confían plenamente en el material nuevo de “Anastasis” y por ello casi la mitad del repertorio estuvo basado en él, rivalizando en emoción con clásicos como “Black Sea” o “The Ubiquitous Mr. Lovegrove”. Ambos estuvieron maravillosos a las voces, aunque nos quedamos con Perry por su mayor cercanía (Lisa siempre ha sido una diva) y cerrar el concierto en solitario con una preciosa “Song to the Siren” que a algunos nos dejó con lágrimas en los ojos. El mejor concierto del festival para el que suscribe. (Yuri)
Wu-Tang Clan
El colectivo de raperos que nos ocupa lo ha sido todo en el mundillo del hip hop y quieren recuperar el cetro con nuevo disco. Para la ocasión su concierto distó mucho de la espectacularidad que pudimos ver en los vídeos de Coachella: se sabía que no habría orquesta, pero no sabíamos que al final iban a venir con la mitad de la formación y con un repertorio muy lastrado por ello. RZA asumió los mandos como era de esperar, mucho más con las ausencias notorias de Raekwon y Method Man, aún bien parapetado en la figura del grandote Ghostface Killah.
El set, como decimos, vino condicionado totalmente por estas dos bajas, que excusaron hablando de pérdidas de vuelos, así que no hubo un “Shame on a Nigga” completo, ni un repaso especial a su disco de debut como habían prometido en todos lados. A pesar de todo hay que reconocer que el concierto fue uno de los más divertidos de todo el festival, con unos MC’s que hicieron su papel a la perfección. La pena es que las espectativas eran mucho más altas. (Ricardo)
Thee Oh Sees
Nos fuimos algunos de Wu-Tang Clan para poder comprobar con nuestros propios ojos y oídos las bondades en directo que se cuentan de otros hijos mimados del festival. Una inmensa muchedumbre para lo que suele ser lo habitual en el ATP asistía al final del set del cuarteto, que lo daba todo en su propuesta que bebe tanto del punk como de la psicodelia. Parecía que el boca-oreja desde internet había funcionado; o eso o la gente hacía tiempo antes de irse a Nick Cave. No lo sabemos, pero les dieron más tiempo para que tocaran otras tres canciones sin bajar en intensidad. Puede que sean ya los nuevos Shellac… (Yuri)
Meat Puppets
Tal veneración siento por los Kirkwood que sacrifiqué por ellos la incuestionable visita de Nick Cave y los suyos. No hubo hueco para el arrepentimiento porque esta veterana formación freak que lo mismo le da a la psicodelia que a la ranchera-punk se despachó un concierto cuyo sonido, con un bajo atronador, amenazó al del escenario grande, intercalando esos antiguos hits avalados por Kurt Cobain con inagotables jams que iban del hardcore troglodita al rollo más fumeta, además de versiones como el “Hey Baby Que Pasó” de Texas Tornados o el “Sloop John B” de Beach Boys. Entrañables y demoledores, al mismo tiempo. (Raúl)
Nick Cave & The Bad Seeds
Podría decirse que el concierto de Nick Cave & The Bad Seeds fue corto, conciso y pensado para arrasar. Quizá demasiado. Centrado plenamente en el insustituible carisma del líder, aunque con buena aportación del segundo al mando, Warren Ellis, y en un estruendoso sonido, la banda se contuvo un poco en la inicial “We No Who U R”, pero con el, en principio, medio tiempo, “Jubilee Street” ya estalló. Distorsión, caos y un Nick Cave ya desatado subieron en un momento la temperatura en otra noche glacial y marcaron la tónica del resto del show.
Así, sonaron estupendamente clásicos como “The Wedding Song” o “Jack the Ripper”, con un Cave en constante movimiento que lo mismo bajaba para cernerse sobre el público que corría a tocar el piano, extrañamente audible entre tanta tormenta, al igual que la flauta o el violín de Ellis. Hubo momento también para la sorpresa, o al menos el desconcierto, con una, en principio, irreconocible versión acústica de “The Mercy Seat” que, poco a poco, fue entroncando hacia su cauce; siendo el único momento de plena calma el final con el tema título de su último disco. Se despidieron sin mucha ceremonia tras poco más de una hora y no volvieron cuando todo el mundo esperaba un bis con dos o tres temas más que representaran a discos como “The Boatman’s Call” o “No More Shall We Part”. Pero no pudo ser y nos dejaron con sensación de coitus interruptus, aunque coito al fin y al cabo. (Yuri)
Los Planetas
Tener a la banda de Jota y Florent tocando su gran obra maestra en vivo era algo así como un sueño hecho realidad para todos los que hemos disfrutado ese disco. Los que no pudimos ver nunca un directo de la época, y los que querían rememorarlo. Todos unidos, hasta Florent y Eric dando la pinta de rejuvenecer un poco tocando estas canciones, hasta que en la tercera canción Jota se quita la guitarra y nos inunda su pasotismo.
A estas alturas sabemos todos de qué pie cojea un directo de Los Planetas, y el de Primavera Sound no fue una mala ejecución por parte de la banda. Dentro de que entre canción y canción al cantante no le entendíamos nada, su voz mantuvo el tipo aunque no sus manos en los bolsillos, su cigarrito de medio lado y el más absoluto desinterés que llevó a un cierre con “La Copa de Europa” que no fue tan bonito como habíamos esperado. Al mismo tiempo hay que señalar que el sonido del concierto fue exageradamente bajo, con toda la molestia que conlleva escuchar charlar a los de al lado tuyo que sólo han venido a escuchar “Cumpleaños Total”. (Ricardo)
My Bloody Valentine
Muchos estamos de acuerdo en que un concierto de My Bloody Valentine es una experiencia de cualquiera de las maneras. Experimentar en directo canciones tan sui generis como las de Kevin Shields tiene algo de mágico, algo de alteración de los sentidos, como los planos cortos de varios asistentes de las primeras filas demostraban (¿o era el MDMA?) pero el sábado algo no fue bien en el concierto de My Bloody Valentine. Su ruido no estaba a la altura de su leyenda y desde luego distaba mucho del listón que ellos mismos pusieron con dos conciertos en el mismo Primavera Sound hace unos cuantos años. De modo que más de uno esperaba una experiencia brutal y tomó el recital por poco menos que una tomadura de pelo.
Tampoco hay que ponerse tan dramáticos, hay más cosas en esta vida que destrozarse los oídos en un macrofestival y escuchar esa retahíla de sonidos dulces, ácidos, reverberantes y tremolantes que nos proporcionan MBV. Cierto es que las voces se intuían más que se oían y esto, dado el volumen nada escandaloso, sí que se nos antoja intolerable. Por lo demás, nos ofrecieron un equilibrado setlist con temas nuevos, su legendario “Loveless” y algo de “Isn’t Anything”. Hubo momentos de flotar en los drones, otros de efectuar narcotizados bailes y hasta alguno de apretar los dientes como ese final con “You Made Me Realise” que sonó eminentemente punk-rockera y entre minutos y minutos de prácticamente ruido blanco. (Raúl)
Omar Souleyman
Como el concierto “instrumental” que estaba dando My Bloody Valentine distaba de lo esperado, algunos aceleramos nuestra visita para ver a Omar Souleyman. El sirio se presentó solamente con bases grabadas y con un teclista, pero con un saco lleno del carisma más cómico y convincente que hayamos visto nunca. Seguimos sin entender por qué Omar es aplaudido en publicaciones como Pitchfork o por qué a Björk le apeteció tanto trabajar con él. No es que no le veamos especial a él, sino que no se lo vemos a su música. Aunque mientras pensaba eso, mis pies y mis manos se movían al ritmo que él marcaba. (Ricardo)
Hot Chip
El problema del concierto de la banda de Alexis Taylor es que creo que el 90% de festival ya ha visto a Hot Chip antes, así que la capacidad de sorpresa de la que gozaron en previas ediciones ni siquiera apareció. Aunque es justo reconocer que el público llenó el espacio ante las ganas de fiesta que a esas horas de la madrugada hay. (Ricardo)
The Suicide of Western Culture
Los catalanes que nos ocupan son de los que han triunfado en EEUU y en otros países americanos. Estos también hacen electrónica pero, al contrario que Delorean, su discurso y su paleta de colores es mucho más oscura y densa. Quizás no tuvieron el mejor horario a esas intempestivas horas, pero salieron airosos en esa madrugada de cierre. (Ricardo)
Tras pasar brevemente por la fiesta de despedida de DJ Coco, nos dirigimos a la puerta de salida arrastrando nuestros pies y pisando vasos de plástico. Había acabado Primavera Sound 2013. Hasta 2014 si vuelven a cuadrar los astros…
FOTOS
Bullitt: Carola Click
Wu-Tang Clan: Eric Pamies
Nick Cave: Dani Canto