AURORA
Nos detuvimos brevemente antes de entrar al Fórum, al igual que el día anterior, ante el llamativo Red Bull Bus Tour, para ver en esta ocasión a Aurora. Los granadinos paraban por primera vez en Barcelona y presentaron de manera eficaz las lánguidas atmósferas de su EP ‘Vértigo’ ante curiosos que se paraban a verlos de camino al recinto del festival. Suponemos que la experiencia habrá supuesto un buen salto para ellos. (Yuri)
PICORE
Que una banda tan Do it yourself este presente en un festival con patrocinadores de grandes marcas, con unos 50.000 asistentes y con un presupuesto tan mastodóntico como es Primavera Sound no hace sino demostrar lo diferente que es el susodicho evento. Picore llevan pateándose Europa entera desde hace unos cuantos años, practicando un rock áspero, cortante y con una personalidad propia. Sin venderse a nada y a nadie, independientemente de que su propuesta guste o no, tocando donde buenamente se puede. ¿Cómo es posible que estuvieran tan a gusto, tan pronto y con un considerable número de publico? Porque el público del festival también es diferente.
Los maños consiguieron llevarse el gato al agua con un sonido a la altura de la pegada necesaria por el grupo, que presentó sobre todo los temas de su reciente obra “Imagínate que Acierto”. La peculiar voz de su cantante sorprendió a los curiosos e incluso se llevó unos aplausos de más cuando expresó su malestar por la clase política actual. Entre el público estaban miembros de Lisabö, Willis Drummond y otros grupos, aprendiendo de una banda digna de ver. (Richi)
FASENUOVA
Bajo la agradable sombra que el escenario Vice proyectaba a las seis de la tarde, vimos uno de los conciertos más tensos y violentos de todo Primavera Sound. La pareja asturiana entró a saco con su música industrial oscura y marcial sin ningún tipo de contemplación; con Roberto Lobo aporreando sintetizadores y lanzando beats atronadores, y Ernesto Avelino, enfundado en su famosa ‘equipación’ de baloncesto, gritando y jadeando como si estuviera ardiendo en el mismísimo infierno. La perfecta plasmación de A la quinta hoguera en directo, vaya, aunque nos quedamos con el interrogante de cómo hubiesen sonado de noche. De muerte, seguro. (Yuri)
MILK MUSIC
Eran una de las revelaciones de esta edición para los amantes del guitarreo, pero el hecho que no se hayan dignado a sacar el disco antes de llegar al festival (su único lanzamiento es un Ep y data de 2010) desinfló un poco la cosa. No se llenó el Pitchfork para verles interpretar ese sonido tan deudor de Dinosaur Jr, Replacements y Hüsker Dü. En la apariencia me echaron un poco para atrás, más por las pintas de andrajosos ochenteros (el bajista siendo la excepción), por la actitud infantil del cantante, sacando la lengua, mandando besitos, pidiendo que le inviten a fumar luego, etc. Musicalmente bien aunque no sonara perfecto, con la pega de no tocarse su mejor canción, “Fertile Ground” y si unas cuantas nuevas que no sabemos si les confirmarán o al final se quedarán en nada. (Raúl)
THE CHAMELEONS
Técnicamente, con sólo Mark Burguess y el batería John Lever como representantes de la formación original, a la actuación de The Chameleons en el escenario Ray-Ban tendría que habérsele añadido el ‘Vox’ al final. Pero no creo que a nadie le importaran semejantes maniobras legales y mercantiles, cuando a la hora de la verdad comenzó a sonar “A Person Isn’t Safe Anywhere This Days”, de su lejano debut ‘Script of the Bridge’, con toda la intensidad atmosférica que se le supone a una de las leyendas del primer post-punk; más si cabe si como ellos contribuyeron a la creación de subgéneros como el dream-pop y el shoegaze.
Mark se presentó de riguroso negro, como dictan los cánones góticos, y quedó patente que su voz sigue siendo privilegiada; mientras que los guitarristas y bajista tocaron con una nitidez insólita a menudo en estos casos, cuando se suele tirar más por la distorsión que por el sonido más melódico registrado en estudio. Se centraron, como todo el mundo esperaba, en sus tres primeros álbumes, apartándose de ellos sólo para presentar un nuevo tema, “Heaven”; regalándonos finalmente una hora de directo intachable, rubricada por una acojonante “Second Skin” con Mark ya abajo abrazado por la primera fila. (Yuri)
CHAVEZ
Hablando de Picore mencionábamos la cantidad de artistas de bandas locales que había disfrutando con las canciones de los maños, y ahora hablamos de lo mismo en versión americana. En este caso teníamos a los Nueva Vulcano en primera fila cantándose todos los temas con emoción, también algún que otro miembro de Half Foot Outside, Santi García y casi cualquier artista del mundillo BCore que se te pueda ocurrir. Declaración de principios.
A Chavez los metieron en el escenario más recóndito de todo el festival, con lo cual no se fomentó esa curiosidad de la que sí se aprovecharon otras bandas del estilo como Archers of Loaf. De ese modo el asunto quedó excesivamente frío, a pesar del buen hacer de la banda, Matt Sweney sólo estuvo pletórico a la hora de ejecutar las canciones pero algo distante en las formas aparte de para meterse con su bajista Scott y su bigote. A pesar de todo lo mejorable del concierto y su entorno, una delicia esa apertura con “Top Pocket Man”, ideal “Break Up Your Band” y un sueño hecho realidad. (Richi)
GIRLS
Concierto corto pero muy eficaz el que nos ofrecieron Chris Owens, Chet White y banda la tarde del Viernes en el Mini. Vestidos de camisa (rosa, eso sí) y corbata, y acompañados de banda y, al igual que Spiritualized, coristas, la pareja ‘ampliada’ interpretó un repertorio equilibrado entre sus tres álbumes; siendo Father, Son, Holy Ghost el que más peso llevó por ser su aún más reciente obra. Conscientes de que tocaban en un festival multitudinario, escogieron una especie de ‘greatest hits’ de su aún corta carrera, obviando momentos más o menos oscuros; destacando claramente entre el populacho “Alex”, “Vomit” y las tres representantes de Album. Se nota que van alejándose de su vertiente más hispter y afectada para acariciar cada vez más un sonido clásico y hasta noir, tanto por el sonido tradicional de guitarras como por las intervenciones de carácter ‘soul’ de las citadas coristas. Antes de los cincuenta minutos se marcharon, no sin olvidarse de lanzar los ramos de flores atados a los micros a las espectadoras, y algún espectador, que los pedían. Van por muy buen camino. (Yuri)
HARVEY MILK
Durante la actuación del trío norteamericano nos enteramos de que se suspendía el concierto de Melvins, a los que tenemos ya un considerable aprecio por su forma de tratar a los fans españoles. Así que que mejor que disfrutar de lo de Harvey Milk, que en definitiva, con esa mezcla de noise-rock, punk y sludge metal proponen algo bastante parecido. El trío norteamericano cuenta con cierto culto pero sus canciones son difícilmente populares. Poco importó para hacer headbanging al ritmo de sus riffs, para pasarlo bien viendo a su risueño bajista o para entender un metal agresivo y a la vez repleto de sentido del humor que cerró en dilatada clave de doom. (Raúl)
THE CURE
Inabarcable. Desbordante. Épica. Misteriosa. Enorme. Multitud de apelativos, epítetos a estas alturas, pueden aplicarse a las casi tres horas de intervención de The Cure en Primavera Sound; actuación que por peso, sí, pero también por nivel artístico debe pasar a los ya abultados anales del festival. Reclamo máximo de esta edición 2012, aún más si cabe tras la caída casi a última hora de Björk y la consiguiente imposibilidad de buscarle sustitutos de igual renombre, la actuación de la banda de Robert Smith hizo que el Viernes fuera la jornada más masiva del festival, aún cuando fuera quizá el Jueves el día con mayor número de actuaciones importantes; en la que se vieron muchísimas camisetas de la banda y también mucha gente que sólo había venido a verles a ellos, como denotaba el nutrido grupo de fans que esperaba pacientemente recién abierto el Fórum para acceder a la explanada del San Miguel.
Como buenos festivaleros, nosotros teníamos muchas cosas que ver antes, por lo que no nos acercamos a pillar un sitio decente hasta una hora antes del comienzo de su actuación. Tras una tediosa espera, entre la niebla, comenzó a sonar la inconfundible apertura de “Plainsong”, a la que siguió su sucesora dentro de Disintegration, “Pictures of You”. En dos temas ya se ganaron a todo el público, seguidores y casuales, ya que abren uno de sus discos más conocidos. Siguiendo esta línea, sin mucha comunicación salvo para dar gracias frecuentemente, Robert orquestó una primera mitad de hora y media orientada a satisfacer las ganas de Cura de todo el mundo; intercalando hit tras hit atemporal, que es lo que son desde hace décadas “In Between Days”, “Just Like Heaven”, “Lullaby”, “A Forest” o “Friday I’m in Love”. La formación no adoleció esta vez de falta de teclista (ahí estaba el mejor que han tenido, Roger O’Donnell) o de llevar sólo la guitarra de Smith, gracias a la presencia de un discreto segundo músico.
A partir del último hit mencionado, mayor representante del disco que cumple este año veinte primaveras, Wish, se acabo el show para todos los públicos. Temas raros, difíciles o experimentales, de largo minutaje, fueron sucediéndose para el deleite de los fans e indiferencia de curiosos o escépticos (que los hay), que se marcharon a otros escenarios. Para nosotros, fue todo un gozo disfrutar en este segmento de delicias como “One Hundred Years”, “Disintegration” la canción, la revalorizada “If Only Tonight We Could Sleep” o la bella “Trust”. Quizá esta hora oscura se le atragantara a más de uno e incluso puede que se resintiera algo el ritmo, pero la verdad es que pocas estrellas se atreven a afrontar un repertorio así tras más de tres décadas de vida, y por tanto es una decisión que les honra.
Para el segundo bis, suponiendo quizá que llegaría una segunda ola de curiosos informados que el concierto no había acabado aún, sabiamente descargaron otra traca de singles, “The Lovecats”, “Close to Me” (muchos la daban por perdida al no haber caído al principio), una in extremis “What Can’t I Be You?” y dos regalos a la audiencia española mediante guitarras flamencas: “The Caterpillar” y, evidentemente, “The Blood”, lo más cercano al flamenco que hayan compuesto nunca. Y todavía hubo espacio para algún gesto valiente, como el debut en directo, casi treinta años después, de una cara B, “Just One Kiss”. Tras otra breve salida, terminaron de conservadoras maneras con “Boys Don’t Cry” y nos fuimos con el pecho henchido a otra cosa. Era Primavera Sound, no había tiempo para asimilar ni comentar jugadas de ese calibre entre la vorágine. (Yuri)
BIG STAR’S THIRD
Dicen que no hay mal que por bien no venga, y la cancelación del concierto de Melvins nos permitió solventar una duda que teníamos anclada en el cerebro desde que salieron los horarios. ¿Ver la potencia de los de Seattle? ¿Ver la única e irrepetible sucesión de artistas homenajeando el disco clave de Big Star y por extensión de Alex Chilton? No sabremos nunca como habría sido lo primero, pero difícilmente superaría uno de los conciertos que más y mejor convencieron jamás en el Auditori.
Centrarnos simplemente en la grandeza del álbum, de sus temas redondos (Desde “Kizza Me” a “September Gurls”) y de una lista de invitados de tirarte para atrás sería demasiado fácil. Aquí hubo una magia especial que difícilmente vamos a saber describir aquí, gracias ante todo a una banda perfectamente engrasada y montada por Jody Stephens (el único miembro vivo de Big Star) y auspiciada por Ken Stringfellow de Posies, Chris Stamey de The DB’s, Mike Mills de R.E.M. y otros a los que se le iban enganchando y soltando artistas de la talla de Ira Kaplan con Georgia Hubley de Yo La Tengo, Norman Blake de Teenage Fanclub, Sharon Van Etten, Django de Old Ceremony, Alexis Taylor de Hot Chip, Skylar Gudasz y hasta la sorpresa de última hora de Jeff Tweedy de Wilco.
Todo esto sería genial ya de por sí, pero ciertamente hubo magia para ensalzar esa creación de Alex Chilton. Hubo la magia del respeto máximo de artistas de prestigio homenajeando canciones que harían cambiar su manera de enfocar la música, pero siempre con el trasfondo de una viveza tan imperfecta como entrañable. ¿Qué decir del momento en que Ira le lanza a Georgia una bolita de papel? ¿Y de los nervios de Sharon Van Etten con todos los ojos del Auditori mirándola mientras que el día después en su concierto hacía gala de desparpajo? Sólo podemos decir: Gracias Buzz y Dale por hacernos elegir lo correcto. (Richi)
SLEIGH BELLS
Divertidos y sin pretensiones, uno sabe que un concierto de Sleigh Bells tiene que ser verbenero por definición. Con eso por delante, su actuación prometía gracias también a la incorporación de otro guitarra que matiza un poco el efecto karaoke de Alexis sobre los ritmos pregrabados. Lamentablemente en el breve tiempo que pudimos dedicarles no cayó ningún hit de su superior primer disco. (Raúl)
DIRTY THREE
Acto seguido, tiramos para Dirty Three, ese trío de gypsy post-rock capitaneado por Warren Ellis y un violín al que saca chispas, pero en el que su cuerpo, siempre retorciéndose con explosivos movimientos, es el cuarto instrumento. Su base rítmica recurre tanto al math como al jazz para sentar alienígenas bases a esta ida de olla tan especial en la que los speeches del propio Ellis son también pieza clave. (Raúl)
TRASH TALK
Corriendo en esta maratón de fondo durante The Cure, volvemos al Pitchfork para ver como Trash Talk ponían el momento más hardcore del festival gracias a dentelladas como “Away” o “Explode” y una actitud en ebullición. El joven combo multiracial demostró que es necesario mantener la diversidad del festival, también desde los sonidos agresivos y acelerados. (Raúl)
CODEINE
Si has estado con gente en este festival y les has dicho de ir a Codeine probablemente te habrás topado con comentarios acerca del bajón que te puede dar o derivados. Por supuesto, uno de los tríos pioneros del llamado sadcore no son la alegría de la huerta, pero es ridículo perderse su directo por primar elementos más festivos. Valedores del menos es más, prudentes, adultos, educados, confeccionaron un recital muy especial y emocionaron con muy poco, con guitarrazos medidos y melodías vocales sin artificios. Testimonio de una época. (Raúl)
M83
Con la lengua fuera llegamos al Mini, situado en la otra punta del Fórum, temerosos de perdernos gran parte del concierto de Anthony Gonzalez dado lo alargado del directo de The Cure. Por suerte, aún sonaba el primer tema del set, la “Intro” de su último trabajo Hurry Up, We’re Dreaming, ante una ingente cantidad de gente, eso sí, que nos impidió acercarnos tanto como deseábamos. Una vez situados, disfrutamos de uno de los conciertos más festivos de todo Primavera Sound, quizá demasiado. Y es que el francés, en un intento de crear un clímax continuo, desechó cualquier medio tiempo de su actuación y se centró en temas que indujeron al éxtasis instantáneo.
Así, a las inamovibles “Reunion” y “Midnight City” (¿cuánta gente habría allí haciendo el ganso sólo para acabar haciendo el pingüino en esta última?) se unieron temas de similar ralea de su más reciente trabajo, junto a temas antiguos como “We Own the Sky” del maravilloso Saturdays=Youth o la versión de Daft Punk, “Fall”, que ha acabado haciendo suya. La sensación de euforia estuvo garantizada, por tanto, y más al terminar con la muy dance “Couleurs”, justo después de que el artista dijera por enésima vez lo alucinante que le parecía el festival y dar las gracias. Nosotros hubiésemos deseado un poco más calma y sutileza, y quizá que eliminara el último tema y lo cambiase, por ejemplo, por “Kim & Jessie” y “Graveyard Girl”. Aún así, melancolía en la pista de baile. (Yuri)
THE MEN
Es oficial. Los neoyorquinos ruidosos de The Men tienen el llamado “Síndrome Animal Collective”, consistente en tocar en sus conciertos más de la mayoría de sus canciones inéditas, dejando poco o nada de sus discos pasados. Si en su gira previa por salas ya habíamos comprobado que no iban a tocar mucho del “Leave Home” (en el Fórum tuvimos “Bataille” dentro de lo malo), ahora en Primavera Sound no fue muy distinto y se pasearon muy poco por su reciente obra (“Turn it Around” y ”Open Your Heart” los dos mejores ejemplos).
Pronto suponemos tendremos nueva obra de esta banda tan festival y ruidosa como la noche anterior fueron Japandroids, pero con la diferencia de no haberse pasado en el volumen y si en la intensidad. Sus directos son una verdadera olla a presión repleta de distorsión, justo lo que necesitábamos a esa hora. (Richi)
THE RAPTURE
El concierto de The Rapture en el grande se solapaba con las actuaciones de The Men y Obits, pero hubo tiempo de ver un rato que estaban los ánimos muy festivos y bailongos en la gigantesca explanada del Fórum. Aunque podría parecer que se les podría quedar grande el escenario y la hora de cierre, con temas tan redondos como “Whoa Alright Yeah Un-Huh” demostraron que son capaces de mover a la gente como pocos. No hubo tiempo de ver la reacción de la gente a otros temas como “How Deep Is Your Love”, pero me aventuraría a decir que triunfaron. (Richi)
ARAABMUZIK
Quizá de forma ingenua, nos acercamos al Pitchfork con la pretensión de escuchar muchos de los temas del excelente debut de Araabmuzik, Electronic Dream. Pero lejos de tal cosa, tras la presentación por parte de un colega que se mantuvo a un lado todo el concierto, este rey de los nuevos aparatos musicales ofreció una hora y veinte de improvisación ante su máquina, con una cámara enfocada hacia sus manos para que todo el mundo viese su pericia, o más bien velocidad, y acabara diciendo ‘guaaauuu’. Moló durante un rato, pero al cabo acabó haciéndose bastante repetitivo para los que no fueran fans del trance o el turntablism. Al menos, durante unos minutos, vimos un atisbo de lo que podría haber sido al sonar “Streetz Tonight” como parte de la sesión. (Yuri)
OBITS
La banda de veteranos del punk-rock, aunque no veterana en sí misma, venía para presentar su segundo disco ya y fue uno de los alegrones del festival tenerlos a horas tan avanzadas de la mañana, cuando normalmente sólo artistas con portátil a cuestas ponen fondo musical al Forum. En el recogido Vice la banda capitaneada por Rick Froberg (Pitchfork, Hot Snakes, Drive Like Jehu) pero también por un menos afamado Sohrab Habibion (Edsel) a la guitarra, nos dio lecciones que van del garaje al punk, con tintes de indie-rock y post-hardcore, pero generalmente siguiendo esa estela primigenia del protopunk.
Hits como “Pine On”, “Killer”, “You Gotta Lose” o “I Want Results” encendieron a un público ya por lo general más enfocado a bailar que a poguear, pese a que viéramos conatos de locura incomprensibles, como un individuo que se tiró de un ampli. Por lo demás, rock entregado, maduro y honesto con label de autenticidad que congregó a un buen puñado de fieles y justifica que se programe más pop y rock a altas horas de la madrugada. (Raúl)