Veníamos con intención de darles un claro tirón de orejas por una gira corta, que apenas concede una decena de ocasiones para el viejo continente, pero de nuevo hemos de rendirnos a ellos. A Pearl Jam. Probablemente, la mejor banda de directo, aunque sólo sea por el énfasis que ponen de que cada concierto sea único. El de Berlín, contando con que fue uno de los pocos shows de ellos (sin ser festival) y sobre todo por el décimo aniversario de la terrible tragedia de Roskilde, fue ante todo uno único y especial que podríamos catalogar cómo emotivo y emocionante a partes iguales.
La difícil tarea de abrir para estos chicos ha traído siempre grandes nombres con ellos, para volver este año con el gran colega de la banda, Ben Harper. Esta vez a su lado tenía su nueva banda, Relentless 7, que tampoco aporta gran novedad al conocido cancionero del cantautor. Su voz sonó sensacionalmente bien, a pesar de las prontas horas y el sol de justicia, pero seguimos pensando que no es el más indicado. Ya le pasó a My Morning Jacket en el Palacio de los Deportes y vuelve a pasar. Al menos en esta ocasión, una extraña versión de «Under Pressure» con Eddie Vedder de invitado terminó haciéndole aprobar.
| UN REPERTORIO DE ÁNIMO OCULTO |
El repertorio de Pearl Jam comenzó con uno de esos clásicos para abrir, lejos de sorpresas. «Long Road» fue un comienzo soberbio que sólo quedó deslucido por el exceso de sol que teníamos. «Got Some» o «Why Go» alejó el concierto de su cara calmada e intima, para pasar a la absoluta vibración de sentidos que es «Given To Fly», momento que aprovecharon para preguntarnos si nos sentíamos seguros, en una tradición instaurada en cada uno de sus conciertos desde los últimos diez años: preocuparse por las avalanchas.
Con un Eddie Vedder mucho más sobrio y serio que de costumbre, intentó huir de todo eso de los diez años de las muertes de Dinamarca, aunque los guiños de rarezas de su repertorio cómo «Inmortality», «Low Light» o «Light Years», unidas a «Sad» o «Love Boat Captain» en los ensayos, dejaban claro que no era una noche cualquiera. Aparte de las más o menos habituales sorprendió «Push Me, Pull Me», un primer bis con «Just Breathe» y «The End» de apertura y con una brutal «Spin The Black Circle» unida a una «Public Image» de PiL bajada al suelo del rock. Para cerrar dicho bis se subieron dos R.E.M. que estaban en plena grabación, Peter Buck y Scott McCaughey, para revivir el «Kick Out The Jams» de MC5.
| VUELVE |
«Unthought Known», al igual de la multitud de canciones de «Backspacer» que interpretaron, funcionó a la perfección en vivo. También lo hizo para abrir el bis definitivo, justo antes de que la piel se nos pusiera a todos de gallina. Primero fue «Black», siempre capaz de sacar un pedazo de corazón, cuya tertulia final supuso hablar de los recuerdos dolorosos de la tragedia para todos los miembros del grupo, en especial para Eddie que soltó unas pocas lagrimas. Propusieron un momento de silencio que desencadenó de manera brutal en un «Come Back» que se guardará en el recuerdo de todos los que estuvimos a fuego. Pudo haber sido cualquier otra canción la elegida, pero ésta caló de una manera inesperada. Superar aquello no fue fácil, así que toda salida pasaba por un «Alive» a tiempo y por marcharse con «Yellow Ledbetter».
Dos horas y cuarto de concierto. Dos horas de rock y quince minutos de emoción, respeto y dolor.