Segunda fecha para Lemmy y los suyos en la Rockstar Live barakaldesa. Concierto con denominación de origen más que nunca, ya que el Ayuntamiento estaba de por medio, regalando la friolera de 700 entradas a sus vecinos, actuación pionera en la zona. Buena iniciativa, pero cuando la entrada para los de fuera cuesta del orden de 40 euros también se puede reflexionar por qué habrá gente que sin conocer apenas a la banda vaya gratis en vez de seguidores que se queden en casa por tema pecuniario.
A lo que nos interesa, el concierto abrió con Positiva, que presentaron algunas canciones de su debut, «Centaur’s Ride» y algunas nuevas. Sonaron como se espera de un grupo de su sonido, setenteros, hipnóticos, rockeros y muy auténticos. De Black Sabbath a Kyuss untados en el barro grunge de Soundgarden y Alice In Chains sonaron en forma de «Rock N Roll Troopers», «Centaur’s Ride», «Sea of Mud» o «Mushroom Grave». Poco se hubiera sospechado que son del mismo Bilbao sin los parcos comentarios entre tema y tema. Y a pesar de que no tienen un amplio cancionero aún, fue un detalle ciertamente feo el hacerles dejarlo cuando iban a tocar la última. ¿Sería para que no pareciera que Lemmy tocaba (por voluntad propia) menos que los teloneros?
Lo dicho, tras los ajustes de rigor, poco después de las 22:00 horas salía Mr. Kilmister, Phil Campbell a la guitarra y Mikkey Dee a la batería y comenzaría un concierto con opiniones para todos los gustos. El sonido no fue el mejor, ni siquiera para una banda de rock sucio como Motörhead hasta el punto de hacer difícilmente reconocibles algunos temas hasta el estribillo.
Un repertorio por otro lado un tanto irregular, con mucho tema nuevo en una banda con tal historia. Así, entre «Stay Clean», «Killers», «Iron Fist» caían canciones irreconocibles para la mayoría. No es algo que importara mucho, al fin y al cabo eran Motörhead tocando un ‘rock and fuckin’ roll’ ante el que cualquiera puede saltar, mover la cabeza o todo el cuerpo.
De hecho Lemmy hacía comentarios como «esta canción es de 1983, cuando la mayoría de vosotros ni había nacido». Un tanto exagerada afirmación pero en todo caso que no espere ver en sus conciertos muchos fans que sólo conozcan los discos nuevos. Resultaba pues obvio que la mecha encendía mucho más con los añejos riffs de «Metropolis» u «Over the top». Comprendo que tocar dos noches lleva a hacer dosificaciones en el setlist, pero no entiendo como pueden quedar fuera temas del carisma de «Iron Horse» o «Capricorn» en beneficio de otros más monocordes o copias de sus propios clásicos.
Antes de los bises llegaría uno de los mejores momentos del concierto, «Whorehouse Blues», que sólo por su escenificación merece de sobra su posición en el repertorio, además de ser una de las curiosidades junto a la versión de Thin Lizzy. Al menos aqui Mikey Dee hace algo de más valor que la extensa exhibición de batería que protagonizó, tan refrescante en un principio como aburrida al final. Supongo que uno de los problemas de andar a caballo entre el punk-rock y el heavy metal es la dificultad de agradar a todos y estas muestras ciertamente son más del gusto de los seguidores del segundo género.
Tras el primer y muy a pesar del público, único receso, el trío volvería para tocar la muy esperada «Ace of Spades» que supo a clásico. Remataron con la ultrasónica y esquizofrénica «Overkill» con falsos finales incluidos. Y así, hora y poco fue lo que dio de sí. No está mal para un sexagenario supongo.