/Crónicas///

FIB – Benicassim (15/07/2010)

7.6
Recinto de Festivales, 28.000 personas
Precio: 50 dia / 150 abono... aprox

La edición 2009 puso al Festival Internacional de Benicassim el listón muy alto en cuanto al número de asistentes, pero no en lo musical. La edición 2010 ha cosechado buenas críticas después de todo, pero inicialmente eran pocos los que hablaban bien de un cartel mucho más preocupado de bandas de nivel medio que de grandes cabezas de cartel (probablemente por no haberlos conseguido, sin más). Muchos preferimos ver a Ray Davies en el Verde defender años de historia o a Dirty Projectors cómo icono de modernidad, antes que ver cómo The Killers continúan con su reclamo populista. Cuestión de gustos, aparte de tirón, claro.

| LA HIJA DE UN CLÁSICO… Y UN CLÁSICO |

Charlotte Gainsbourg fue lo primero que pudimos ver en Benicassim, tras una jornada de carretera y más carretera. Su nuevo disco es una sensacional muestra de cómo ha ido evolucionando gracias a su colega Beck, pero su concierto se olvidó casi totalmente de «5:55» y eso nos duele. Al menos nos quedó ese «The Songs That We Sing» en mitad de una buena dosis de recuerdos a sus padres (Serge Gainsbourg y Jane Birkin) con «Couleur Café» y del repaso absoluto a «IRM» con «Heaven Can Wait» y «Me And Jane Doe» brillando por encima de todas.

Ray Davies cómo cabeza visible de The Kinks tiene un papel destacado en la historia del rock y como tal merecía estar en todo un FIB a esas horas. En el festival Azkena Rock ya nos conquistó a todos con una honestidad y desparpajo propio sólo de genios cómo el. Propio sólo de gente con un magnetismo y buen gusto impecable, pero en la edición 2010 del Festival Internacional de Benicassim nos dimos con un Davies mucho más comedido y menos alegre. Con esto no decimos que su concierto quedase relegado a un suspenso ni mucho menos, y más cuando todo el sector británico hizo que aquello pareciera un karaoke desde «You Really Got Me» o «Sunny Afternoon» hasta piezas algo menos conocidas como «I’m Not Like Everybody Else». Un placer ver un pedazo de historia tan bien conservada.

| DIRTY PROJECTORS SI, KASABIAN NO |

Tuvimos que dejar al entrañable y carismático Ray Davies encima del Verde para desplazarnos a uno de los escenarios pequeños para ver a Dirty Projectors. Fue como volver del pasado para darte de bruces con una de las propuestas de futuro que mejor va encuadrándose. Dave sabe ya muy bien que hacer y que no hacer en estudio con sus tres chicas, pero en directo lo subraya una vez más. Había muchas ganas de verlos presentar «Bitte Orca» en España (sonaron sensacionalmente bien «Termecula Sunrise», «No Intention» o «Cannibal Resource» pero faltaron «Two Doves» y sobre todo «Stillness Is The Move»), teniendo de paso un recuerdo a «Mount Wittenberg Orca», «Rise Above» y al «Knotty Pine» que grabaron con Peter Gabriel. La presencia escénica de Angel y Amber con sus cordinadas voces impactaron a los que se acercaron por curiosidad y maravillaron a los que los teníamos entre lo más interesante del cartel. Probablemente el concierto del festival y muy seguro que el de la jornada.

En el polo opuesto estuvieron Kasabian, ante una muchadumbre que sólo podía estar encabezada por británicos que ya los tienen por ídolos. Su concierto fue correcto desde el comienzo, en todos los sentidos, sin querer ni poder pasar de ahí. La cosa según fue avanzando se tornó en pesada y aburrida, con una actitud forzada a jugar a ser niños malos que no les queda nada bien. Aún así no olvidemos su gran problema, un cancionero realmente poco a la altura de un buen cabeza de cartel, aunque al sector british contentó ampliamente.

| LA FIESTA Y LA NO-FIESTA |

Para esas horas había que pensar ya en cómo mantener a la gente en pie. Para ello hubo dos propuestas: la de Scratch Perverts en un set muy extenso consistió en hacer mover a la gente a golpe de hip hop, dubstep y mucha fuerza. Les costó conseguir adeptos, pero la cosa terminó con una multitud bailando que no tuvieron en idéntico escenario ni los chicos de Peter Hook tocando «Unknown Pleasures». La otra opción fue la de ver Broken Bells, que aunque si bien a otras horas menos necesitadas de fuerzas pudo haber funcionado, no lo hizo como cierre del Escenario Verde. También es cierto que la propuesta en estudio lleva mucho más ritmo que el que demostraron en escena , y su banda, con apenas un momento celebrado para «The High Road». Algo demasiado oscuro, demasiado impersonal y demasiado denso. Probablemente en sala sea otra situación, ya que su disco es muy bueno.

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15 de julio de 2010