Visita por segundo año consecutivo de Mike Patton al festival portugués Sudoeste, al ladito del mar. De nuevo nos fuimos a acompañarle, justo igual que justo un año antes en que el regreso ibérico de Faith No More se gestó. Una pena sólo haber podido disfrutar de ese día, porque aunque había nombres que emborronaban el cartel (Sugababes) había algunos otros que bien podrían merecer el viaje (M.I.A., The Flaming Lips, etc).
| CHE NOTTE, QUELLA NOTTE |
Como habían programado a horas muy tempranas la actuación de Mike Patton y su proyecto Mondo Cane a muchos se nos pegó la arena de la playa demasiado y llegamos justo cuando su concierto daba comienzo, con las habituales notas del clásico de Mina «Il Cielo In Una Stanza». El sonido ya se notaba impecable, y la ejecución de una banda reformada para la ocasión (en principio, la sección de cuerda es autóctona del país en que tocan. No pasa así con el resto) quedó a la altura.
Las principales dudas quedaron resueltas cuando vimos que la multitud de bajas que presenta esta nueva versión de Mondo Cane se ajustan bien a la máquina, perdiendo ciertos matices. La baja de Roy Paci a la trompeta fue la más notable en el devenir del concierto, teniendo que ser suplido por sonidos de guitarra o de órgano, aunque tenemos que reconocer que en el aire gangster de «Che Notte» queda la cosa mucho mejor con un buen sólo de saxofón. La que no terminó notándose tanto fue la de Aldo Sisilo, sustituido por Daniele Luppi a la perfección en las labores de director de orquesta, así como las de una versión muy reducida de cuerdas bien suplidas por mayor presencia a los coros.
La parte de la que no dudábamos era del propio Patton, que se mostró en la línea que llevamos viéndole durante los últimos años. Imparable, adaptando su papel al de un cantante de Las Vegas cuando la canción lo exige cómo en «Ore D’Amore», pasando a ser un autentico miembro de la camorra en «Che Notte» o haciendo de el mismo en «L’Urlo Negro» (el gran momento del concierto, por otra parte). Escenicamente vuelve a comerse a quién se lo ponga delante, cómo no hacia desde 1999-2000. Así que sólo nos queda volver a aplaudirle.
Encuadrar un concierto así en un festival y no en un teatro es algo muy complicado a priori, pero hemos de decir que una vez en el concierto, a la gente le dio más por bailar y animarse de lo que uno pensaba. Quizás gracias a esta disminución de miembros pudimos tener una versión mucho más fácil de amar por todos, quien sabe.
| CARPAS: ¿POR QUE? |
El concierto de Beirut podría haber sido fácilmente uno de los conciertos de la jornada y de todo el festival porque Zack Condom está entre una de esas gentes con especiales virtudes a la hora de convencer encima de un escenario, pero esta vez le vencieron. Para ser justos, todos los que tuvimos que ver el concierto desde fuera de la carpa dónde actuaba tenemos esa opinión, el resto se pegó una fiesta sensacional con un «Gulag Orkestar» mítico.
Hay que erradicar este tipo de cosas, porque aunque suponemos que el motivo de ello es la escasa cercanía al escenario de reagge, la cosa queda tan deslucida para los grupos que la cosa termina tendiendo al pasotismo general. No quiero ni pensar como fue el año pasado la coincidencia de Low con Faith No More.
Cuando quisimos darnos cuenta, en el grande, supliendo a Patton ya estaban acabando los franceses Air. Llegar a oír «Sexy Boy» y algún otro momento final hace que hasta te quedes con sabor de boca, porque los que ya los habíamos visto sabemos que no son precisamente algo recomendable en vivo.
| UN VERDADERO ATAQUE |
Cómo no dió tiempo a ver el comienzo de The Wailers debido a un retraso en los horarios, hubo que conformarse con Massive Attack. «Heligoland» está realmente bien, pero inevitablemente sabíamos que nos íbamos a dispersar en esos momentos y a vivir los momentos clásicos. Bien, pues ellos parecen saberlo muy bien también, porque la elección del setlist fue prácticamente inmejorable (digo prácticamente, porque se les olvidó en casa «Karmacoma» y eso no se puede hacer).
Lejos de las habituales muestras en vivo del grupo adalid del trip hop, nos topamos con un auténtico conciertazo con una potencia y nitidez de sonido abrumadora. Allí daba igual que la gente no hubiera oído más que «Angel» o «Teardrop», porque todos quedamos literalmente embobados ante tal espectáculo de luz, sonido y mucho sentimiento.
Habrá que repetir a su paso por ciudades españolas en octubre, puesto que cómo sigan este nivel van a reconquistar a muchos seguidores.
Para cerrar, la sesión de David Guetta no parecía ser un acierto, pero terminó siéndolo. Al menos, para un incauto desentrenado en deejays, la sesión fue una cosa muy divertida y muy agradable. Al final, se trata de eso ¿no?. Bailes por todos lados, gente pasándolo bien y un nuevo ocho de agosto en Portugal de buena fiesta.