Antes de nada, advertir al lector de esta crónica. Soy consciente de que me voy por las ramas, pero es que este concierto fue reflejo de muchas pequeñas cosas que me molestan del ambiente underground. Además de la crónica, hago acopio de mis pequeñas (o grandes, según quién las lea) neuras conciertiles.
Muchas veces el precio de la entrada de un concierto no es lo más definitivo, ni siquiera las bandas que tocan. Están los parkings, taxis, horarios … Según que salas y que organizadores, te lo tienes que pensar, porque un concierto teóricamente barato al final te puede salir terriblemente caro. Concierto por cinco euros para ver a una banda a la que le tenía muchas ganas, Quid Rides?, además con la oportunidad de hacerse de una vez con su disco, «Amalgama». De regalo, Emerge, a los que siempre es un placer ver, una vez más y de paso echarle una orejada a una banda no escuchada antes por mi persona, A Line Above The Sea. El caso es que el concierto estaba anunciado en los carteles a las ocho y media, luego a las nueve y media, al final se atrasa a las diez, y acaba empezando definitivamente a las once y pico. El resultado, hora y pico pateando Chueca y media hora viendo a los grupos cenar. Así la verdad es que no se puede y acabando Emerge a la una y teniendo que volverse para mi ciudad, la idea inicial de haber visto a A Line Above The Sea quedó abortada. Sigamos con lo extramusical, aunque no vaya en orden. La Pequeña Betty, sala en la que no había estado nunca, se mostró como una sala con un sonido adecuado para las bandas. Lo malo, por un lado, una música en los intermedios que nada tenia que ver con los bandas principales a un volumen desorbitado y por otro, horarios totalmente flexibles, cosa que parece que es buena, pero que en realidad no lo es y como prueba, los problemas de horarios apuntados, que la verdad, van a hacer improbable el que vuelva a acudir a La Pequeña Betty. Y lo último extramusical, un público ya no malo, sino horrible. ¿Habían ido a un concierto?, me pregunto. Como ejemplo, durante el concierto de Emerge uno podía escuchar perfectamente las peripecias de un tío que se encontraba en la otra punta de la sala. Lo malo es que en este tipo de conciertos de bandas pequeñas (pero grandes musicalmente) a precio reducido, es demasiado habitual. Con todas estas historietas paralelas, entiéndase el ánimo del que escribe, para meterte en un concierto.
Pero vamos a lo musical. Nadie me podrá acusar de no haber tratado de hacerme con el disco de Quid Rides? antes o durante el concierto, pero es que ha sido totalmente imposible. Lo escuchado en el Myspace me gustó pero no lo puedo rememorar porque no soy persona de escuchar música en el ordenador, sino con reproductores de música. Te acercas al puesto de música a comprarlo … y nada, que otra vez no hay manera … sólo camisetas. Pues nada, se seguirá intentando … Lo bueno es que me gustaron mucho Quid Rides?, a pesar de no tener asumido el repertorio por el problemilla apuntado. Largos preámbulos de las canciones para conducir al oyente a momentos de subida, como marcan los cánones del post rock, pero con una instrumentación mínima de bajo-batería-guitarra, sin voz. Los cúlmenes muy logrados, recordándome sobre todo a los Mono, y una música muy disfrutable. El problema es que las subidas iban medio telegrafiadas y la música que hacían era un tanto de manual. Pero cuando lo que hace una banda, gusta, como era el caso, no hay que buscarle más vueltas. Muy buen sonido, con los tres instrumentos extraordinariamente definidos, pero ellos se quejaron de que en las subidas, el sonido no pegaba más «hostia». Se tratará de verlos nuevamente.
Emerge era la séptima u octava vez que los he visto. «Tulipán negro», tema con el que abrieron, sigue siendo el tema de su repertorio que menos me llega. Sonara mejor cuando tocaron con Toundra y Gone With The Pain, el caso es que en esta ocasión no me gusto el desarrollo del mismo. Se hizo bastante repetitivo. Cosa totalmente contraria a lo que me ocurre con «Te dije que algún día nos reiríamos de esto», que lo dicho, es la séptima u octava ocasión en la que escucho el tema en directo, y me sigue sorprendiendo tanto, que me lo sigo sin aprender. A Fernando (guitarra) se le vio disfrutar especialmente el tema, marcado, sobre todo, por el chelo de Sherezade y una vez más, el momento «palmas» tan característico del tema estuvo presente. Como había tiempo, esta vez completaron con un nuevo tema, que ya tuve ocasión de escuchar la última vez que les vimos con AKOD y Gone With The Pain. Es un tema muy adictivo sobre todo por el ritmo, con momentos cambiantes.
Dos bandas muy llamativas, a las que espero tener ocasión de volver a ver, esperemos que en mejores circunstancias. Porque a veces, ya no es cosa de que las bandas lo hagan bien o mal. Es más que todo lo que rodea a un concierto funcione en conexión con la música. Porque empezar a escuchar un concierto cansado y acabarlo mirando la hora, no es buena cosa que ayude a la percepción y disfrute del mismo. La próxima vez esperemos que todos estos elementos mejoren.