Con la nueva edición del cambiante formato del Día de la Música Heineken nos llegan sombras y claros, sobre todo debido a una primera jornada excesivamente masificada. Era necesario tener un festival así en el oasis de eventos veraniegos en que se había convertido Madrid, gracias al habitual escaso apoyo de sus instituciones.
Un festival bueno, bonito y barato, pero que al final arrastró problemas motivados por un horario demasiado tempranero gracias a las obligaciones de cierre nocturno que permitían las propias instituciones; un recinto irregular (el auditorio Rockdelux fue genial y la nave dónde se encontraba el Escenario ¡Madrid! un auténtico horno); unas temperaturas muy calurosas que difícilmente se pueden combatir con la botella de agua a 2,5 €; un exceso de aforo con respecto a sus instalaciones de comida y baños; y por último una espera de media hora ante el inicio del esperado concierto de Vetusta Morla. El resto de cuestiones fueron resueltas bien, sobre todo en el apartado musical que gozó de buen sonido en casi todo momento y de buenas bandas durante todo el festival.
| DE BUENA MAÑANA |
Los conciertos enmarcados frente al mercadillo, y el propio hecho de tener mercado en si mismo, continúa siendo uno de esos delicatessen que hay que aplaudir a la organización del festival. El único tirón de orejas viene por eso de que dicho escenario funcionara mediante la energía cinética de una bici, cuando precisamente no había demasiada gente delante y requería de tener una persona dando pedales. Cortes de luz a los grupos que están peleando con el calor matutino y la escasez de público no es agradable, esas bicis el año que viene al escenario grande.
Por este escenario pasaron actuaciones tan interesantes como las del grupo post-rock Autumn Comets o del folk bonito de Litoral, aunque el escenario UFI se llevaba la atención de la mañana con actuaciones tan interesantes como la de Odio París.
En el mismo emplazamiento, los gallegos Disco Las Palmeras demostraron porque están llamados a ser los nuevos Triángulo de Amor Bizarro. Desde luego no son tan incendiarios en su directo, pero el aluvión de guitarras con manto tupido en robustas baterías los pone en un muy buen lugar. El sonido con el excesivo eco de la nave donde se alojaba el escenario dio cierto toque extra de reverb que hasta mejoró en aspectos como el vocal. Esperemos que vuelvan pronto a Madrid pero a sala, ahora que tienen ya «Nihil Obstat» disponible.
Aias fueron las primeras en actuar en horario no-gratuito, justo tras la sesión pop de Reina Republicana. Ellas mismas saben que su fuerte no es todavía el directo, a pesar de contar con un colchón de buenas canciones en «A La Piscina». Las guitarras sonaron compactas y melodías, pero no del todo la sección rítmica y cierta cara de nervios. Necesitan tocar y tocar más, porque las buenas ideas las tienen.
| AIRE ACONDICIONADO VS HORNO |
Uno de las grandes sorpresas del arreglado Matadero de Madrid fue el escenario Rockdelux, probablemente inspirado en el auditorio de igual nombre del Primavera Sound. Si bien es algo feo que hubiera un largo centenar de personas delante de la primera fila de asientos porque la grada no empiece hasta la mitad del foso, en el concierto de Sam Amidon se produjo la bella situación del que llegaba se sentaba en el suelo para entorpecer al resto y para disfrute personal más cómodo. La estampa era sensacional, Sam al banjo y la guitarra con un colega a la batería y el resto de personas disfrutando cómodamente de un concierto sensacional del cantautor. No entendemos como es posible que a Sam le den esos ataques repentinos como el que le dio chillando simultáneamente unos punteos de guitarra o cuando hizo el baile del «poser», pero supongo que el hacer canciones tan bonitas como «Way Go Lily» y un concierto tan redondo como el suyo hay que ser un poco genio-loco.
A la británica Anna Calvi parecía que iba a quedarle enorme el Escenario RTVE desde el primer segundo que estuvo en escena, pero al final no fue para tanto. Vale que era una de las grandes desconocidas del cartel y que su puesto lo habría ocupado mejor un Toro y Moi pero ella y su aguerrida guitarra nos trajo una repetitiva pero poderosa ración de voz y fuerza. Eso si, apenas quince minutos después estábamos viendo a Lüger que son palabras mayores. El caso de los madrileños, infalibles en directo como pocos, venía tocado de muerte por el agobiante y ahogante calor del Escenario Madrid, que a su vez lastraba de pegada el sonido. Ellos hicieron lo que pudieron, pero no nos dieron eso a lo que nos tienen acostumbrados.
Los eventos de los madrileños Lüger y el afro-americano-filipino Toro Y Moi tuvieron un handicap que termino por no dejar que lucieran todo lo esperado. Por parte de Toro y Moi el problema venia de un Sol de justicia aplacando cualquier atisbo de contóneo en el público del Escenario Entradas.com. Su propuesta se beneficio del buen sonido de los escenarios externos y se saco de la cartera el groove psicodelico que tan bien ha secundado Twin Shadow.
| LOS DOLORES DE ESTÓMAGO |
No es que luego haya obtenido mucha información al respecto, pero en el momento en que The Pains Of Being Pure At Heart aparecían en el Escenario grande del Día de la Música Heineken, nos llegaba la noticia de que su cantante andaba con problemas de estómago. No seria siquiera digno de mención, aparte de por la poca movilidad del propio Kip, de no ser por el coitus interruptus que sufrimos cuando a los cuarenta minutos se largaron. Quizás unas explicaciones habrían ayudado a que la gente no se estuviera quejando para cuando las ultimas notas del concierto anunciaban su final.
A pesar de esto y de que el propio Kip no tuviera una de sus mejores noches en el apartado vocal, la corta actuación nos trajo la mejor versión en vivo del grupo, con un muro de sonido en las primeras filas y una carga melódica siempre impoluta. Pudieron haber sido los salvadores de una primera jornada mediocre en el marcador final, pero no pudo ser, a pesar de una dupla inicial sensacional con «Belong« y «This Love is Fucking Right».
Wild Beasts sufrieron un emparedado entre los dos grupos principales del día y a decir verdad salieron airosos gracias a una propuesta peculiar e inconfundible. Su concierto del año pasado en BBK Live nos dejo un sabor de boca agridulce por lo poco que encajaba la propuesta, pero en El Día de la Música la cosa cambio. Primero motivo mucho a los curiosos que querían alejarse de la masificación que significaba Vetusta Morla y luego porque su directo elegante encajó muy bien con el sonido limpio del Escenario Entradas.com. Es hora de verlos en sala.
| LA ESPERA DE LOS QUE ENTRAN TARDE |
El día en que Vetusta Morla se conviertieron en una banda de estadio fue el día en que un servidor se metió en la cabeza que sus directos ya iban a ser inaccesibles para el que buscase algo de cercanía. Salir del foso de fotógrafos y tener que huir despavorido hacia la parte final del público no es algo que sea digno del buen directo de los de Tres Cantos. Es un gustazo poder ver a cualquiera cantando «Sálvese Quién Pueda», «Valiente» o «Un Día en el Mundo» como si fuera el mayor hit del momento. A mi no me da rabia, me alegra que sean ellos los que «vendan» y no cualquier otro desprovisto de talento, riesgo y honestidad. Al mismo tiempo, como diría Mourinho, ¿por que ellos? ¿Por que han conseguido semejante pasión del otro lado? Algo tendrán especial…
Los nuevos temas sonaron realmente bien y a los seis chicos se los vio con tantas ganas como siempre. Temas como la inicial «Los Días Raros» o «En el Río» no suponen el giro suficiente de timón para no caer en la repetición, pero sin duda son temas redondos. Pena que no hubiera quien disfrutara de aquello por las pantallas y con gente parloteando. Otra vez será, esperemos.
Por otro lado, vergonzoso estar media hora esperando el inicio de un concierto por culpa de que al público del grupo cabeza de cartel le diera por entrar al festival a ultima hora en un festival que abría puertas a las 11 de la mañana. Una de esas cosas que jamás pensaba que iba a presenciar.
El cierre de la jornada corría a cargo de los británicos Crystal Fighters, que con la excusa de influencia vasca en su música están últimamente visitándonos mucho. La actitud fue exorbitada por parte de todos sus miembros, como si cada segundo en escena fuera el último de sus vidas. De hecho, hasta se hizo excesivamente abrumador ese tesón y esa fuerza. «Xtatic Truth» hacia el final del show dio cierto punto de calma en el grupo, alcanzando incluso al grupo a su faceta mas pop y folk. Un cierre de jornada que tuvo de todo.