A estas alturas de la película la gran mayoría, si no todos, sabemos de sobra que en el festival Canela Party, además de los grupos, las estrellas son cada uno de los asistentes que con sus mejores galas y disfraces acuden a tan peculiar cita veraniega. La fiesta, la diversión, el Photocall, el Canela Parking, así como el reencuentro de amigos llegados desde los más diversos puntos del territorio nacional, han vuelto a ser ingredientes clave para que en su octava edición el Canela haya logrado récord de asistencia. De esta forma el festival malagueño no hace sino reconfirmar su asentamiento definitivo como punta de la lanza de esa red de festivales «diferentes» que dan otro color a nuestra oferta musical.
Si bien, y dando por hecho que la parte del cachondeo es algo que cada uno vive de forma personal y a su manera, dejaremos la crónica de «sucesos» para otro día y nos centraremos aquí en hablar del elemento sobre el que al final gira todo este tinglado: la música.
CANELA PARTY: EL PITOTE
Tras un jueves de presentación al que un servidor no pudo acudir, y que contó con las actuaciones de Biznaga, Giganto y The Government (dicen quienes sí estuvieron que el Pitote empezó desde el minuto 1 en estos conciertos), y un viernes más relajado con actuaciones al aire libre de Wild Honey y Hardcute Ukelele (sin olvidar los entrañables bailes de niños y niñas al ritmo de Airbag, Colomo o The Beach Boys), llegaba el gran evento central del Canela con un sábado repleto de actuaciones de lo más variadas.
Arrancó la velada con los madrileños Juventud Juché demostrando porque son una de las realidades más consolidadas del underground madrileño. Gracias a un directo que mejora claramente la potencia y la pegada de su obra hasta ahora editada, calentaron el ambiente y nos sacaron de dudas sobre lo estupendamente que podía sonar la sala Eventualmusic. Más acostumbrada a hacer las veces de discoteca que de sala de conciertos, sonó sin embargo de forma más que notable gracias al buen trabajo tras la mesa de sonido de Sergio Aloud.
Acto seguido los murcianos Perro aprovecharon la mayor cantidad de público que a esas horas ya casi llenaba la sala, y dieron un nuevo recital de eclecticismo gracias a ese sonido tan particular que han logrado y que les ha llevado a calar en públicos tan diferentes entre sí. Con la actitud perfecta para un festival como este, si hubiese que inventar una etiqueta que englobase a los «Grupos Canela», sin duda Perro sería una de sus cabezas más visibles.
Hacia el ecuador de la noche las bestias pardas gallegas del math instrumental, Unicornibot, hacían aparición disfrazados nada más y nada menos que de los personajes de Bola de Dragón. Con la sintonía de tan añorada y querida serie de dibujos animados procederían a embalar sus cabezas en papel de aluminio, arrancando a partir de entonces cerca de una hora de los mejores ritmos intrincados. Unicornibot tiene un directo embaucador, y desmontando la estúpida teoría de que los grupos instrumentales tienen que ser siempre aburridos, consiguieron encajar perfectamente en el Line Up del Canela. Cierto es que un escenario a pie de público les ha ayudado mucho en otras ocasiones para lograr una interacción mucho más alocada con el público, pero con todo y eso lograron que las pelucas de todos los asistentes no dejaran de moverse durante toda su actuación.
Los cabezas de cartel de este octavo Canela llegaban desde California, e integrados perfectamente en el ambiente de fiesta que en ese punto de la noche ya se respiraba, lograron hacer de su relajada psicodelia el mejor manto sonoro para el psicotrópico contexto que flotaba en el aire de la sala Eventual. The Growlers consiguieron hacer bailar a los cerca de 700 asistentes que allí se daban cita, y pese a llevar ellos mismos alguna copa de más, defendieron su directo de forma notable. Con esa actitud entre hippie moderno y punk descarriado tan típica del garage y la psicodelia actual, los de Dana Point descargaron un repertorio que incluyó desde temas de sus primeras obras, hasta un nutrido número de canciones de su último Lp «Chinese Fountain». Buen concierto para una banda que a buen seguro no podía imaginarse una fecha tan alocada y diferente dentro de su actual tour europeo como la que se encontraron en la Costa del Sol. Sin duda, disfrutaron de Málaga y del Canela tanto o más que nosotros con su actuación.
Y para cerrar la parte de las actuaciones (la cosa se alargaría mucho más con los dj’s) tuvimos ante nosotros a la que seguramente fue la gran sorpresa del festival. Quintron & Miss Pussycat dieron la nota en el buen sentido de la palabra desde que se subieron al escenario con su prometido show de marionetas. Gracias a una performance más que currada terminaron de volver loco a un público que alucinó con la experimental propuesta del dúo. Electrónica imposible, discotequeo garagero y la sensación de que pocas bandas podían encajar mejor para cerrar un festival como este.
Se acababa de esta forma la octava edición de un Canela Party con un nuevo éxito que puede llevar a pensar si no podría crecer aún mucho más si sus organizadores así lo quisiesen. La receta funciona y se muestra efectiva, pero lo cierto es que no podemos no alegrarnos de que ellos sigan prefiriendo que todo esto se parezca más a una fiesta entre amigos, que a un festival masificado más. Por muchos años, ¡Feliz Canela!