Volvíamos el sábado al recinto del BEC de Barakaldo para afrontar una segunda jornada que prometía electrónica, fiesta y el reclamo más popular de todo el cartel, los clásicos The Chemical Brothers. ¿Cómo respondió la gente? Con una asistencia notablemente más abultada que el día anterior. Suerte que el recinto tiene capacidad para que este mayor lleno no llegase a ser agobiante.
Nuestro periplo comenzó con los británicos Toy, quizá algo anclados en un sonido psicodélico y kraut-rock que, superada la sorpresa inicial, no cuenta con demasiados temas notables. Con todo, se quedan en una agradable experiencia eléctrica y sacaron un sonido más definido que la jornada previa The Horrors, con quienes se puede hacer cierto paralelismo. Si juntásemos repertorio de unos y sonido de otros, tendríamos un concierto bastante redondo. Por separado, ambos cojearon.
Desfilando al Antzerkia a ver a Lambchop, con notable antelación. Cogemos sitio arriba. Lleno notable para una banda de caracter poco festivalero y a la que hemos visto en Bilbao no hace tantos años sin que hubiera ni una quinta parte de esta expectación. Quizá el tema era que Carlos Sadness tampoco suponía una alternativa potente. Centrándonos en lo musical, Kurt Wagner tiró de concierto minimalista con aires de salón y sin mucho altibajo, dejando entrever los toques electrónicos, capas de autotune incluido, que parece que impregnarán su próximo disco. La clase sigue ahí, pero el concierto se antojó algo simplista para una banda con más caras.
Wild Beasts daría después una lección de indie moderno con muchos libro de estilo ochentero y sensualidad soul en la garganta de su vocalista. Animados, digestivos y bailables, sin hacer demasiado ruido pero dejando un buen sabor de boca. Serían la previa a Moderat, que con un retraso en torno a los 20 minutos por algún problema con los micrófonos tenían el listón alto para salir bien parados.
Por fortuna el sonido, machacón y frío no falló y los visuales hipnotizaron, a la par que la entrega del trío, sudando con sus máquinas tanto o más que cualquier músico de rock. Jugaron a alternar los temas más techno con la vena pop que se va abriendo paso en la banda y aunque compensaron algo alargando la duración estimada, quedó la sensación de que tenían algo más en la recámara, más que nada porque vimos algún instrumento que no llegaron a utilizar.
Y de ahí sin apenas tregua al sonido más orgánico y noventero de The Chemical Brothers todo un puente entre dos formas de entender la electrónica más proclive al pop y al rock. Roland y Simmons también venían con un show visual apabullante, pero en este caso su presupuesto les permitía lujos de rockstar tales como lanzar balones gigantes de colores y contar con atrezzo delirante en forma de dos enormes robots y una antena parabólica.
La maestría de la banda a la hora de planear su concierto como un dj set continuo fue de nuevo protagonista de su concierto. Los temas insignes mutaban y se mezclaban, se quedaban en el estribillo explosivo o se desarrollaban hacia repetitivos mantras. Se alternaban los momentos más sonados de su trayectoria con total irreverencia, abriendo en lo más alto con una «Hey Boy Hey Girl» hasta despedirse con «Block Rockin’ Beats», sorprendiendo la ausencia de hits recientes del calado de «Wide Open». Pero no nos quejaremos del tremendo, extenuante diría, recorrido a la trayectoria de una banda fundamental que sigue en estado de gracia.
Clausuraría los escenarios en este caso un DJ. Daniless no ofreció nada especial, lo mismo de siempre, lo que todos querían escuchar. Ya sabes, Arctic Monkeys, Oasis, Jet (sí, en serio siguen pinchando esto), Pixies, Michael Jackson, The Cure, Bowie y alguna leve concesión al mainstream. Pero en un cierre de festival las masas no quieren experimentos, por lo que no podemos sino calificar la sesión de acertada, de hecho bastante más que el 90% de este tipo de pinchadas de adiós muy buenas.
En este caso, a su término aún estaba Erol Alkan dando zapatilla para los más insomnes, pero en fin, eso ya es otra historia para un exitoso festival cuyo bajón llegaba cuando muchos se enteraban a su término de que el sistema de pago por cashless nos sustraería un eurito en maravilloso concepto de gastos de gestión. ¿Black Mirror?
VER VIERNES: PJ Harvey, Suede, The Horrors…