Tercera y última jornada del BBK Live 2011 que arrancamos a tiempo de ver a los británicos Japanese Voyeurs, revivalistas noventeros sin pudor alguno y aunque con buenas intenciones faltos de tablas. Cuentan con chica al frente lo que sin duda les da puntos de presencia y acerca su patrón grunge-metalero a los lares del fenómeno riot grrl, pero en lo que es de voz no es que vaya sobrada precisamente. En general canciones que suenan muy bien en estudio «Milk Teeth» o «Cry Baby» no lo hicieron tan bien aunque desde luego ganan cuando se acercan al tipo de riffs melódicos al estilo Nirvana. Tal vez por contar con teclista también quisieron demostrar su devoción por Nine Inch Nails interpretando como no, «Closer», apropiado tema para poner en boca de su provocativa lolita. Interesante propuesta que nos dio a conocer el festival pero con mucho por mejorar.
Seasick Steve en cambio ofreció con la facilidad de cualquier bluesman curtido, uno de los conciertos del festival. Este barbudo con pintas de homeless no defraudó a la hora de ir sacando una a una extrañas guitarras de fabricación casera cuya historia nos iba contando, como si fuera un recorrido por su vida amorosa. Acompañado tan sólo de un batería, salvaje y cacharrero con su instrumento, tan peculiar como él mismo, dio grandes lecciones de blues-rock en un concierto en que nadie echó en falta más banda. Carismático y chistoso, se hizo con el público una y otra vez e incluso sacó a una chica con el objeto de dedicarle un tema y hacer algo de comedia.
Aunque para comedia la de Tim Harrington de Les Savy Fav. Conocida es su leyenda de frontman incombustible ocupado más en montar el show que en cantar, lo que sucede es que esto a pleno día y en un festival como este, en el que muy pocos estaban familiarizados con su música impacta más. Empezando con el asalto post-hardcore de «The Equestrian», confeccionaron un setlist repleto de grandes temas entre los que tuvo mucha cabida su último disco con temas como «Appetites», «Lips N Stuff» o por supuesto el clásico instantáneo «Let’s Get Out of Here» con el cual cerraron. Es una pena que gran parte de esa magia de su música se pierda en el directo debido a la imposibilidad de Tim de hacer ambas cosas a la vez, aunque esto le da a la banda una doble dimensión muy diferente. Como digo, la gente ni conocía mucho su música ni le importó el ruido o melodía que sonaba mientras el circo continuaba.
Pelucas, disfraces, escobas, pinturas, patos de goma, gafas de sol y bebidas del publico, fueron todas puestas a disposición de este peculiar frontman que estuvo más tiempo abajo que encima del escenario. Gente de seguridad desbordada, personas que se tomaban mejor o peor que les tocase participar en el espectáculo, en fin un no parar de peripecias que desataban risas y jolgorio del público. Todo festival necesita una banda sí de vez en cuando.
Los murcianos M-Clan harían acto de presencia después. Tras su periodo extrañamente mainstream para lo que debería ser una banda de rock, parece que los de Carlos Tarque han recuperado algo de credibilidad y lo que pudimos escuchar estuvo entretenido e incluso invocaron a The Who para levantar al público. Pero para muchos fue el momento de hacer las diferentes gestiones o descansos que un festival requiere.
Mal hecho, porque hubiera habido todo el tiempo del mundo durante el esperpéntico concierto de Thirty Seconds to Mars. Tras verles aún tenían más gracia las bromas de Tim Harrington a su costa, demasiado inofensivas, eso sí. Porque Jared Leto no canta, no toca la guitarra y desde luego que no es bueno como frontman, por mucho que haya engañado a las confundidas generaciones del mal llamado emo de estos días. Si juntas un directo muy decepcionante en lo musical con pretenciosidad estética y filosofía de todo a cien, tendrás a Jared Leto y su banda jugando a ser U2 en el Rock Band mientras las pantallas proyectan imágenes que tratan de lanzar mensajes mesiánicos a las tribus adolescentes a base de citas de Platón y Einstein o ellos hacen lo mismo un guiño a Pantera que a Lady Gaga. Obscenidad en toda regla, que no pudimos sino tomarnos a risa. Esperemos que a los fans que poblaban las primeras filas y finalmente subieron al escenario a figurar, mientras los de seguridad hacían de cordón para que no se acercasen a la estrella, se les quite la tontería en poco tiempo, porque la cosa es de escalofrío.
Jack Johnson por su parte no sorprendió a los que pensábamos que su música no estaba hecha para esas horas. Mala sensación, menos entre los muy fans por tener que lidiar con un concierto basado en la guitarra acústica a esas horas de la noche y con tanta gente acumulada en Kobetamendi. Puede que Johnson sea un apadrinado en toda regla de Ben Harper, pero no es capaz de lo mismo ni de lejos, así que patinazo de hora, sobre todo cuando hay poco que criticarle musicalmente y su tono relajante hubiera rendido mucho mejor de tarde.
Y si muchos dudaron en primer lugar de la presencia de un grupo de rock tan auténtico como The Black Crowes en el multidisciplinar festival bilbaino, los Robinson les dieron con todo el poder del rock sureño en la boca. La banda, sin ningún tipo de artificio de cabezas de cartel llenaron el recinto del mejor blues-rock con la maestría de una banda que ya está alcanzando la gloria de sus referentes. Es cierto que su setlist no fue muy ortodoxo, aunque cayeran «Soul Singing», «No Speak No Slave» o «Remedy», pero viendo el resultado está claro que la banda sacrificó canciones para lograr un continuo de rock n roll en estado puro, con altibajos bien equilibrados, improvisaciones, guiños a clásicos como Otis Reading y en definitiva, mostrarse como una de las bandas mejor engrasadas que se hayan visto en los últimos tiempos. Mirado por el lado bueno, no hizo falta ser conocedor de su discografía al dedillo para disfrutarlo.
Tampoco de The Chemical Brothers, que tocaron en el mismo escenario tras una amplia espera, ya que el montaje de Rowland y Simons no era cualquier cosa. El concierto en cuestión musical no fue sino fruto de muchos años de carrera en un estilo que ellos mismos han redefinido. Una constante sucesión de hits, con guiños a muchos otros, donde entraron desde Exit Planet Dust a Further, lógicamente cargando en este último, pero sin olvidar clásicos como «Hey Boy, Hey Girl», «Out of Control» o por supuesto, «Block Rockin’ Beats», sin olvidar ecos a hits de diferentes épocas, de «Leave Home» a «Believe» pasando por «Setting Sun». En definitiva todo un cóctel de lo que en día era breakbeat y big beat, hoy sonidos míticos tanto del universo del rock como de la música de baile. Todo ello acompañado por pantallas y proyecciones coloristas, a veces de tono retro, siempre dentro de la electrónica, pero dentro de un gran espectáculo de seudo-3D. Un gran cierre sin duda para la presente edición.