Viejos conocidos son los Bellrays de nuestras salas y de Bilbao y el Kafe Antzokia en particular. Los californianos son muy queridos entre la parroquia rockera del norte y cada vez que vienen triunfan. Lo que no nos parece tan habitual es que sean una banda que parece mejorar con el tiempo, incluso aunque vengan como era la ocasión para presentar canciones de un disco aún por editar.
Parece que aprovechando precisamente su estancia en el país para grabarlo, decidieron hacer un par de fechas para probar estos nuevos temas junto a otros clásicos de su repertorio. ¿Veredicto? se pueden tocar una jota (a lo mejor en Zaragoza) porque ya se enfoquen al proto-punk, al soul-rock, el garaje o incluso a algún conato de hardcore matizado por la voz de la incombustible Lisa Kekaula, la banda convence. Se diría que sólo les hizo falta un tema de calentamiento (sin teloneros, ojo) para conectar con la audiencia y a partir de ahí sería todo miel sobre hojuelas.
La sala por cierto registró un lleno en tiempos de crisis con un público que si bien no se desató en una locura colectiva, estaba más que dispuesto a responder a todos los llamamientos de la frontwoman. En todo mejoró la cita a la de la última vez, la actual sección rítmica (patria, formada por Pablo Pérez, Ramiro Nieto, esto último en The Right Ons) se la vio más solvente y animada y la otra gran parte de la ecuación, Bob Vennum a la guitarra, también rayó la perfección.
Y si la otra vez nos quejamos de que sus maneras punk a la hora de afrontar el directo jugaron en contra de la definición, esta vez pulverizaron. Ofrecieron sobre una hora y media de rock sudoroso y monolítico, pese a los matices y tal era su afán por engarzar temas que no dejaban hueco para el agradecimiento de un público con ganas de aplaudir. En ocasiones incluso se cargaban los propios climas del final de una canción al empezar bruscamente con otra, dando la sensación de lo que fue la cita, el testimonio de una banda de rock que va sobrada.
Sobre los temas nuevos, nos dio la sensación de que la banda, lejos de la madurez, se enfoca cada vez más al punk-rock, aunque habrá que ver si sus versiones de estudio son tan directas y cabezonas. Y es que tan sólo hubo un recodo en el momento para climas más silenciosos y lucimiento de esa voz negra de Kekaula. Momento por cierto en el que salió a relucir como siempre la pésima educación de gran parte de asistentes a un concierto de rock; el parloteo incesante en cuanto no hay ruido en el escenario que lo impida.
No merece la pena ni hacer distinción entre temas nuevos y clásicos, estos últimos mejor acogidos de primeras, pero al final con el mismo resultado. Y es que si los temas de su anterior «Black Lightning» se convirtieron en clásicos nada más ser estrenados, no dudamos que con el nuevo disco pasará lo mismo.