Muy sonada fue la pasada visita de los angelinos The Bellrays por Bilbao. Desde entonces hasta ahora su nombre ha venido siendo asociado con autenticidad, energía, soul, punk y en definitiva rock n roll a través del boca a boca entre los asiduos a conciertos de la zona. Con esta premisa nos acercamos a un Kafe Antzokia que se notaba a reventar por dichas buenas referencias.
La cosa empezó más o menos templada, el público entregado pero notándosele no demasiado ducho en la discografía de los de Lisa Kelaula. Quedó bastante claro que la gente iba a vivir una fiesta de rock n roll y no a ver como su banda favorita se tocaba grandes hits. También empezó con los tempos más lentos y los sonidos más negros y cadenciosos siempre alternándolo con himnos rockeros de nuevo cuño como «One Big Party». Sin duda es la citada frontwoman con su pelo a lo afro el motor de la banda. Actitud y garganta, al verla sobre el escenario no se nos ocurre mujer más digna de homenajear a Rob Tyner cantando con los MC5.
Aún con todo, el concierto echó en falta algo de garra. Lisa tiró más de su propia presencia física que de verdadera y parecía claramente poder poner más de su parte. No sabemos si tuvo un día flojo o si quería reservar energías dada la extensa gira que iba a llevarles por toda la geografía española. En todo caso hizo algún que otro gesto de enfado por temas de sonido, que todo hay que decirlo, era algo excesivo y por ello confuso. Es uno de los peligros de que tanto peso recaiga sobre una sola persona, que no siempre puede estar en su punto álgido. Porque claro, los músicos demuestran un nivel por encima de lo normal, pero ninguno derrocha carisma en exceso.
Otro escollo del concierto fue el exceso de temas de Black Lightning, un disco que de tan nuevo, se vendía in situ en vinilo como única forma de adquirirlo físicamente, por el momento. Tampoco es cuestión de quejarse ante asaltos como «Everybody Get Up» u «On Top», pero quizá convenía algún tema con mayor solera. En todo caso Lisa se guardó para el final parte de su repertorio más fulminante. «Snake City» recogiendo toda la herencia de Detroit y «Voodoo Train», dos temas utilizados como bises y que ilustraron perfectamente el ascenso que fue experimentando el concierto, empezando con frialdad y acabando coronados en el rock. Y el público, aunque el feeling no fue el mejor, así lo reconoció al terminar.
La banda tocó una hora y veinte sin apenas pausa, en unas formas muy punk, pero que no hacía justicia a los matices de sus pinceladas con soul y funk como armas para hacer bailar al público. Porque The Bellrays no tienen mucha competencia en el terreno del soul-rock, pero estoy convencido de que fueron directos muchísimo más incendiarios que el del otro día los que les valieron el destacar. De momento, aún dándoles buena nota, el trono de rock con sabor negro de este año se lo arrebata JC Brooks.