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Titus Andronicus – The Monitor

Titus Andronicus - The Monitor portada
XL, 2010
Productor: Kevin McMahon
Banda: Ian Graetzer, Eric Harm, Amy Klein, David Robbins, Patrick Stickles

Géneros: , , , ,

8.7

Titus Andronicus ya era un nombre que sonaba entre las nuevas promesas del indie-rock. Algo un tanto extraño al no encontrarse su música tan próxima a la de los grandes iconos del género de los 80 y los 90. Sucios, eso si, taberneros al modo del punk-rock y primitivos como el más cavernoso grupo de garage, la banda liderada por el barbudo Patrick Stickles toma además impropias temáticas históricas sobre los Estados Unidos para ilustrar su salvaje imaginario bañado en whiskey, cerveza y banderas.

No es de extrañar así que este «The Monitor» sea un disco conceptual sobre la guerra civil estadounidense. Esperen, no corran, que no es para tanto. Al fin y al cabo canciones con estrofas como «tramps like us, baby we were born to die», «the enemy is everywhere», «you won’t be laughing so hard» o «you will always be a loser», dejan claro que es más bien un disco enfocado al plano personal, tal vez al antiheroe sufridor del proceso histórico.

En todo caso yendo a las canciones si que se puede vislumbrar cierto intento por llevar algo de épica a lo que son mayormente canciones de pub. «A More Perfect Union» es la carta de presentación que si les permite meter un pie dentro del indie-rock gracias al pegadizo solo muy al estilo Dinosaur Jr. aunque con un característico sonido sordo y renqueante que lo emparenta más con la naturaleza agreste de la banda. Aquí empiezan a evocarse instrumentos de la tradición irlandesa y coros de agitación proletaria que serán una constante en el resto del disco.

Al margen de tal irreprochable single la banda se sirve de la cabezonería rockera de «Titus Andronicus Forever» y su desarrollo con piano y saxofón en el club, «…And Ever» para envolver el grueso del disco. Dentro nos espera otra de las joyas de la corona, o debería decir de la república, «No Future Part Three: Escape From No Future» que llevará al oyente a corear irremediablemente echando en falta una pinta en la mano. Épica de pub a punto de ebullición.

«Richard III» toma forma con aires de country-punk y es que la voz de Stickles, entre hastiada y beligerante, juega un papel fundamental en lo que la banda transmite, tanto como las acústicas, armónicas, violines o cellos que añaden matices aquí y allá sin hacer que cada canción pierda su esencia más básica. No hay descanso y cuando hay hueco para el lamento («A Pot In Which To Piss») está claro que el rock va a volver con más fuerza que nunca. En este caso, pese al nombre del tema, con mayor elegancia, demostrando que no es la escasez de habilidades compositivas la que les lleva al punk-rock. Sublime conjunción de coros, violines y pianos para rematar.

El lento ascenso de «Four Score and Seven» es otro momento álgido y uno de los más emocionantes, también muy cinematográfico. En la festiva «Theme From Cheers» Patrick afirma necesitar un whiskey, bebida en la que todo el disco está regado, mientras que en «To Old Friends and New» se alía la femenina voz de Jenn Wasner de los indie-folkers Wye Oak para emocionar.

Como pieza final, con 13 minutos nada menos, queda una de las más completas del disco y aglutinadora del mayor porcentaje de épica. Cargada de rabia, «The battle of Hampton Roads» sube a través de la urgente guitarra para entrar en nuestra cabeza triunfante a golpe de bombo. Cuando nos hemos dado cuenta la banda está propulsando algunos de los riffs más impresionantes del disco y después pasamos por pasajes cercanos a la balada tras la batalla. La celebración viene, como no, con gaitas irlandesas y la mezcla de estas con la guitarra eléctrica ponen fin al disco, como si de una alegoría de la formación de la nación estadounidense se tratara, el folk y el rock. Si existe algo como punk-rock conceptual Titus Andronicus saben hacerlo bastante mejor que Green Day.

Las comparaciones más habituales para los de New Jersey son Replacements o The Pogues e incluso podríamos emparentarlos con The Gaslight Anthem o sus colegas The Hold Steady, como nuevos fenómenos del indie punk con vena tradicionalista. Pero puede que desde Nirvana no me haya topado con un grupo capaz de combinar adjetivos como popular, salvaje y melódico de la forma natural en que lo hacen Titus Andronicus. Desde luego The Monitor es uno de los discos más divertidos del año, lo que queda demostrado en que su hora y pico de duración pasa como un suspiro.

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1 de enero de 2010