Auténtica sensación del punk underground, Tiger Army han conseguido con tres discos ser un nombre muy respetado gracias a su revitalización del psychobilly. Nick13, que en realidad es la personalidad del trío (batería y contrabajo han cambiado para este nuevo disco) ha intentado esta vez ser más ambicioso, extender sus tentáculos a géneros como el country-rock, el rock de estadios o incluso la nueva ola británica.
Y es que parece que Tiger Army hayan venido con ganas de pegar un bocado a ese éxito ochentero tan actual. Así, no nos sorprende que en su ya típica intro un frenético ritmo electrónico se fusione con su psychobilly feroz. Todo continúa con normalidad con temas raudos como «Hotprowl» (faceta punk) o «Afterworld» (faceta melódica) donde continúan sonando ecos de Bad Religion y sus colegas AFI con el particular añadido del contrabajo y el espíritu 50’s.
Lo cierto es que el destello de la intro no era un espejismo. El disco da muestras de una apertura a un pop más luminoso y con querencias sintéticas. Así sucede en la melódica y coreable «Forever Fades Away». Y ya de perdidos al río, debieron pensar cuando metieron la abiertamente ochentera «As The Cold Rain Falls»; Un ritmo veloz, una voz más pop que nunca y unas texturas amables para esta recreación de New Order que desde luego supone el single más descarado de su carrera.
De todas formas no hay nada que no se pueda arreglar (si es tu caso) saltándote un par de canciones o tres. El resto, temas como «Ghosts of Memory» o «Pain» tienen todos los ingredientes de siempre; ritmos psychobillies, melodías de puesta de sol californiana, templada oscuridad, el espíritu de Elvis y toques del oeste y la frontera. Para demostrar esto último está su incursión en el castellano, la psychobalada acústica «Hechizo de Amor», que si no cuenta con una dicción estupenda (demasiado «coroson», ya lo decía DeVille) tiene su gracia y escalofrío.
Sin revolucionar nada ni crear un disco demasiado heterogéneo, Tiger Army firman otro disco que les mantiene a medio camino entre el espectro comercial y el de culto. De hecho este es su momento de dar el salto a un gran público o quedarse para siempre donde están. Aunque les ha quedado un disco menos compacto que el arrollador «Ghost Tigers Rise», no se puede sino reconocer su arrojo a la hora de intentar salirse de los corsés de la autenticidad que tanto aprieta.