Como si de una tradición ancestral se tratase, los miembros de Teenage Fanclub se han vuelto a sacar de la manga uno de esos discazos de pop sencillo, limpio, bonito y pegadizo; uno de esos discos tan Teenage Fanclub; uno de esos discos que tanto nos gustan.
Lo primero que ocurre cuando escuchas un disco como el que nos ocupa, es asentir una vez más en que los escoceses han vuelto hacer lo que suelen ser capaces de crear. Estamos ante otro intento notable del grupo por mantener el legado de melodías pop perfectas, en un disco que se nota no ha sido hecho con prisas y sin con mucho detalle. Todo eso se mantiene a lo largo de todo el minutaje del álbum, aún contando con ciertos altibajos en momentos muy puntuales del disco.
También es cierto que «Shadows», lejos de la euforia de las primeras escuchas pierde mucho fuelle, quedando sólo con igual jolgorio que en esa primera toma de contacto temas tan redondos como «Baby Lee», «When I Still Have Tee» o «Sometimes I Dont Need To Believe», verdaderas candidaturas de permanencia en el repertorio estelar del grupo. La dos primeras son sendos singles power pop vitalista de ese que todos necesitamos cerca, mientras que la última utiliza ciertos aires de pop progresivo en un genial comeinzo de disco.
La frágil «Into The City» y la melancólica «Dark Clouds» conquistan también con unos coros perfectamente a lo The Byrds (a lo Teenage Fanclub podríamos decir ya), mientras que «Shock and Awe» se mantiene entre lo más destacado del disco por ser de lo poco perdurable de distorsión que les queda, aunque nos pese.
Volvemos a remarcar lo del inicio, quedando sólo añadir que ya se puede volver a decir en casa que Teenage Fanclub han vuelto a hacer otro disco «de los suyos»… Y van unos pocos ya.
