Estamos en marzo y ya tenemos la decepción del año. Y esto no es como el disco del año, que cada mes puede salir uno que supere al anterior, no. Ni en mis peores sueños sobre lo que pueda Billy Corgan hacer del nuevo disco de Smashing Pumpkins saldrá algo tan descorazonador como «The Weirdness». La rareza, bastante poco apropiado título para algo sin apenas riesgo, aparte del que será exponerse a algún resentido fan armado. Más bien está basado en una relectura sin chispa de un glorioso pasado discográfico.
Con toda la animación del mundo se dispone uno a escuchar «Trollin'» y la primera sensación es buena al advertir que se mantiene fiel el sonido garagero de la banda. Pero cuando te das cuenta el tema ha acabado sin gancho alguno con Iggy Pop repitiendo letras sobre las, eso si, deliciosas guitarras de Asheton. Más ligera e indie suena «You Can’t Have Friends» y entonces es cuando uno piensa que si la primera recordaba a Mudhoney, esta lo hace a Sonic Youth. Triste realidad cuando un grupo suena a una versión deslavada de sus discípulos.
Y es que si «Idea Of Fun», que musicalmente se salva, no está en un disco de los de Thurston Moore, es porque estos no son capaces de una letra tan peregrina. «Free And Freaky» no es gran cosa y como estructura de canción está más vista que el tebeo, pero su repetición de estribillo-frase funciona. La rockera «ATM» está por encima de la media a pesar de sus risibles letras, en torno a los cajeros automáticos.
En «The Weirdness» Iggy deja un poco el tono garagero para hacer uso de la voz profunda y la cercanía al blues, algo que otras veces ha funcionado pero aquí solo separa garage-rock de más garage-rock. De verdad, con «Greedy Awful People» y «She Took My Money» la broma comienza a cansar. Cualquiera diría que han tardado una mañana en componer estas canciones o quizás simplemente empezaron a tocar y salió el disco improvisado. En cambio «The End of Christianity» simplemente suena cansada.
Aceptamos que el repertorio de los Stooges es muy limitado y sus conciertos son por ende extremadamente cortos, con lo cual nuevas canciones siempre vienen bien. Pero ¿no sería más sencillo tocar el grandioso Raw Power (aunque no fuera un disco compuesto por la banda al completo) que sacar algo mediocre? Ni siquiera el que hubiera nombres como Steve Albini (Big Black, Shellac) o Mike Watt (Minutemen, Firehose) parece haber subido puntos el resultado final. Yo seguiré escuchando el disco y seguro que cada vez las canciones me gustan más, que la esperanza es lo último que se pierde. Y de la del fan, ni hablamos.