/Reseñas///

Radiohead – Hail To The Thief

Radiohead - Hail To The Thief portada
Emi-Parlophone, 2003
Productor: Nigel Godrich
Banda: Thom Yorke, Jonny Greenwood, Ed O'Brien, Colin Greenwood, Phil Selway

Géneros:

8.4

Tras todo este tiempo de experimentación de la era post-OK Computer sublime para algunos, ombliguista para otros y simplemente notable para la mayoría, el quinteto de Oxford deja el riesgo por el riesgo en su nueva entrega elaborando un trabajo que juega con todos los logros de su pasado conjugándolos en canciones pop y rock como hacía tiempo que no acostumbraban. El controvertido cantante y máximo compositor Thom Yorke ha manifestado acerca de Hail to the Thief que supone una cierta regresión en la medida que estaba cansado de hacer canciones con estructuras complejas, lo que según él se le exigía a Radiohead por parte del exterior. Ahora, aunque aseguran que nunca volverán a los extremos de sus dos primeros álbumes, aseguran haber recuperado el concepto de canción y ser capaces de componer sin ningún tipo de presión externa.

El disco abre con unos sonidos de acoples hasta que comienza un ritmo de esos inquietantes propios de sus últimos escarceos más ensimismados. Pero cual será la sorpresa cuando escuchemos atónitos como 2+2=5 se presenta más «clásica» de lo que viene siendo habitual, para terminar en un estallido que casi podemos tachar de punk-rock. Hace tiempo que Yorke no se muestra tan furioso en un estribillo. Absolutamente increíble, coros y sonidos paranoicos en una canción nada lineal que acaba cuando nos deja con mas ganas. Ya desde aquí podemos comprobar que incluso los Radiohead más convencionales no lo son tanto. Sit down, Stand up comienza a demostrar como el peso específico de la voz en este disco es mucho mayor que en sus ultimas aventuras de electrónica progresiva. Una consigna repetitiva de fondo y más frases afectadas y secuenciadas monótonamente por encima. Un ritmo cíclico y perturbador que deviene en un marasmo trepidante de electrónica muy básica y voces robóticas.

La calma casi instrumental llega con el piano de Sail to the Moon, un bello tema desnudo de acompañamiento salvo por los estratosféricos sonidos electrónicos que la adornan. Electrónica ampulosa en Backdrifts, con un peso rítmico que nunca había sido tan grande en las canciones de la banda. Go to Sleep aporta por su parte una estructura más clásica de folk-rock, otro tema de lo más convencional, aunque cargue las tintas en alguna que otra distorsión. Tremendamente siniestra comienza el más que potencial single Where I End And You Begin para romper en un trepidante tema que puede ser asociado con The Cure e incluso U2. Una canción que combina pop pegadizo con atmósferas inquietantes, electrónica y baterías trepidantes y en la que la voz se mueve entre lo épico y lo afectado y que acaba con un insospechado grave registro. Auténtico punto clave de la accesibilidad de este disco.

Más interludios de piano en We Suck Young Blood, original blues de cabaret gótico donde las estrofas se suceden a ritmo de aplausos con progresiones punk-rockeras, una de las piezas que serán más del gusto de quienes apuesten por la innovación más arriesgada e inquietante. A través de una secuencia progresiva de percusiones electrónicas se nos presenta la ochentera, caótica y lisérgica The Gloaming donde Yorke utiliza un registro más melódico y profundo. Pronto los ritmos se tornan incontrolables.

El primer single There There es un sinsentido como tal. Se admite que es más comercial que el 95% de lo que ha lanzado últimamente la banda, pero en este disco hay temas con mucha más pegada instantánea. Aún así, el tema es adictivo, la voz excitante y sobre todo los solapados coros, pegadizos. Uno de esos temas que a pesar de tener un tempo no muy rápido y un ritmo más bien monótono se hacen cortas. Muy deudora de la época The Bends aunque siempre se notan sus últimos escarceos más experimentales. Ejercicios de melancolía sonora y vocal en la concisa y emotiva I Will, donde de nuevo los sublimes coros ganan protagonismo y de paso se le ponen el vello de punta al oyente. Ambientes funkies y de salón en A Punchbag at a Wedding, uno de los cortes menos reseñables a pesar de que enriquece el conjunto.
La auténtica revelación en cuanto a la relación que Radiohead mantienen con la innovación en el rock se refleja en Myxamatosis, una sorpresa en forma de stoner electrónico, con voz y música igualmente graves. Quizá el tema más alejado de su sonido en cualquiera de sus discos, la típica canción que ya de por sí justificaría un disco. Pero lo que sucede aquí es que de esas hay como la mitad de las que forman HTTT, formando una obra que ya debería ser tan de culto como sus clásicos. De momento Radiohead están lejos de perderse en su propio ego. Cierran el disco con la más previsible melancolía de Scatterbrain (huele mucho a algo de Ok Computer) y radicalmente en el lado opuesto con la esquizofrénica A Wolf at the Door críptica y preciosista a la vez. La particular nana con la que nos despiden su nueva obra con mayúsculas.

La banda más interesante de la última década (y lo que le queda) de Gran Bretaña, retorna al pop con notable resultado, alcanzando cotas similares a las de sus aclamados The Bends u OK Computer. Y es que podemos establecer que la pauta del álbum se sitúa entre la grandeza del pop accesible y la experimentación que caracterizan a los dos álbumes citados. De ninguna forma ha de interpretarse como una vuelta al pasado, sino como una parada a recoger los frutos plantados y a sembrar los nuevos con la sabiduría de quien corrige errores e incide en aciertos sin nostalgias ni complejos. La palabra que sigue definiendo a Radiohead es sólo una: Inquietud.

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1 de enero de 2003