Ya desde reafianzarse con su tercer trabajo «Songs of the Deaf«, allá por el 2002, Queens of the Stone Age se ganaron ser una de las bandas de rock punteras de su generación. Algo que ha ido a más con el paso de los años. Puede que los sucesivos discos de la formación californiana no fueran sus obras más brillantes, pero nunca se perdió la chispa. Al contrario, a más de uno pilló de sorpresa la oscuridad glamurosa de «Like Clockwork…», disco que de paso le abrió las puertas a los festivales de pop con mayúsculas. El paradigma había cambiado, lejos quedaban los tiempos más cafres de la banda.
Sin embargo Homme nunca ha ocultado sus nada sectarias intenciones. Su evolución desde Kyuss, en cuya reunión declinó participar pese a su fundamental rol en la banda, o la forma en que pasó página de los tiempos salvajes con Nick Oliveri, son muestras de que el pelirrojo nunca ha querido regodearse en logros del pasado. QOTSA se han movido con más o menos acierto, pero siempre hacia un público más amplio y siempre saliendo más que airosos. Así llegamos a «Villains», que con el productor estrella Mark Ronson a los mandos puede parecer un intento de conquistar la gran industria. Puede que sea un disco con un sonido más domesticado (que no mejor, de hecho destaca por lo básico y plano), pero no se puede decir que Homme haya comprometido su estilo compositivo. De hecho, no le faltan las críticas señalando que algunos nuevos temas suenan más a Them Crooked Vultures o Eagles of Death Metal, como si ambos proyectos paralelos no estuvieran inundados de los jugos creativos de QOTSA.
Sin embargo esta pobre crítica tiene algo bajo la superficie; el mayor problema de «Villains» es la falta de enfoque. Porque sí, se nota que Homme se lo pasa bien jugando a ser los Black Keys en «The Way You Used to Do», pero ¿cómo encaja eso dentro de una obra de QOTSA, que generalmente tienen un desarrollo y empaque conceptual tan interesante como las canciones en sí? Más bien regular. No se trata de vilipendiar el tono lúdico e incluso circense de «Villains», que lleva a un nivel más ligero los detalles glam que contenía el oscuro «…Like Clockwork»; «Feet Don’t Fail Me» golpea fuerte de apertura con sus ritmos funk y sus sintetizadores y «Head Like a Haunted House» es un psycho-garaje infeccioso que destila el carisma del frontman, el mejor gancho del disco a modo de hermana bastarda de «Little Sister».
Por el resto del disco sentimos que hay trabajo de ambiente, de dotar al disco de esa dualidad diabólica rareza/diversión, una especie de aquelarre pop-rock con mucho groove resbaladizo, palmadas y teclados retorcidos. Podemos imaginar a Homme queriendo reafianzar su estatus al margen de la fuerza del riff pegadizo, pero «Domesticated Animals» es más interesante de escuchar que divertida y parecido se puede decir de los aires boogie de «Un-Reborn Again». No se trata de malos temas, tienen sus recovecos exóticos, pero están lejos de la excitación natural que las canciones de QOTSA deben producir en nosotros. Y en esto sí que la producción les perjudica, pues es un crimen que el repunte de la segunda, con la aparición de vientos, suene tan apagado. Lo mismo podemos decir del potencial temazo «The Evil Has Landed», uno de los momentos de mayor protagonismo de la guitarra con ese riff sobre colchón glam-funk que al estallar en los últimos minutos deja ver que los mimbres no están del todo perdidos.
En este contexto, si Homme nunca ha tenido miedo a caer en el lado hortera del rock, «Villains» coquetea demasiado con el falsete y el soft-rock más complaciente. En «Villains of Circunstance» la gomina ochentera encaja bien como cierre épico, sobre todo porque el apocalipsis final merece la pena. Pero son más difícil de tragar, sobre todo por acumulación, los ambientes de pop de salón de «Fortress» y «Hideaway».
En definitiva, el nombre Ronson intoxicará mucha de la mala crítica que el disco pueda recibir. Pero lo que se aprecia en «Villains» son las ganas de Homme de no estancarse en los terrenos de su rock incendiario y psicodélico. El riesgo no muy bien enfocado arroja como resultado un disco muy meloso, confuso, apagado y que propaga al oyente cierto laconismo. Vamos, que Josh Homme nos lleva a la feria para enseñarnos varios trucos supuestamente nuevos, pero no quedamos impresionados.