Casi sin darnos cuenta, Los Punsetes han alcanzado su quinto álbum, a tan sólo un año vista del décimo aniversario de su debut. Y es que lo que quizá en un primer momento podría haber parecido una broma de dos días, basada en letras descaradas disfrazadas bajo formas naifs y actitud más cercana al punk que al indie clásico, se ha mostrado como seña de identidad de una de las bandas más constantes y consistentes de la escena patria actual; situada en esa extraña cuasi tierra de nadie en el indie español que abraza tanto seguimiento popular como reconocimiento crítico.
Probablemente el secreto de su coherencia resida en que no han intentado evolucionar demasiado, sino permanecer casi siempre en márgenes reconocibles y apostar por buenas melodías y estribillos pegadizos, sin olvidar sus características ‘punch lines’ que con el tiempo han ido derivando hacia temas más serios en detrimento de lo grotesco o directamente cómico.
Todo esto queda bien reflejado en la inaugural «¡Viva!», quizá el tema más agrio que que hayan grabado nunca (‘viva lo poco que nos queda, sálvese quien pueda y a la mierda con esta mierda’, más explícitos imposible), y en otros temas en los que se les nota ‘enfadados’ más que de guasa como «Miedo» o «Camino». Mientras que, en tonos más livianos, nos encontramos posibles clásicos de grupo como «Tu puto grupo» o «Mabuse», en la que se ríen de su reciente ‘seriedad’ (‘3 o 4 canciones a media, un par de ellas no están mal, hablan de cosas que parecen serias, pero en el fondo dan igual’); canciones en las que vuelven a hacer gala de inmediatez y trazan las líneas de un disco más directo y sencillo que sus inmediatos precedentes.
El mejor tema del conjunto, sin embargo, es «Humanizando los polígonos», una pequeña maravilla de noise pop de alcance cuasi-místico. Y es que aunque no haya grandes revoluciones en su sonido, más allá quizá de una mayor cantidad de efectos y filtros en guitarras y voz, Los Punsetes son capaces de escapar de lo obvio dentro de sus estrechos márgenes y ahí creo que es donde reside su personalidad y calidad.
Esta vertiente diferencial toma protagonismo, una vez más, hacia el final con «El Manual» y «Estrella distante». En la primera recuperan el tono ácido para apuntar a la industria discográfica en forma de medio tiempo que desemboca en explosión guitarrera; mientras que la última, la canción más larga que hayan lanzado nunca, sigue la estela de la celebrada «Nit de l’Albá» de su anterior obra para regodearse en la distorsión y la psicodelia.
Puede que no haya superado a su inmediato predecesor «LP4» ni tenga hits tan inmediatos como «Opinión de mierda» o «Me gusta que me pegues», pero «¡Viva!» no hace más que sumar en una discografía que se antoja ya envidiable. Los Punsetes siguen diciendo las verdades a la cara, pero ya no nos dejan siempre una media sonrisa en la cara, sino que en más de una ocasión nos dejan un rictus. ¡Viva Los Punsetes!
