Innecesario sería el adjetivo que mejor definiría el sexto disco de estudio de los Pixies, segundo tras su regreso y primero editado de tal forma (Indie Cindy fue una recopilación de 3 EPs) y en el que la formación se estabiliza con Paz Lenchantin como sustituta de Kim Deal.
Y es que no valen paños calientes, la mayoría del escaso minutaje de «Head Carrier» resulta demasiado discreto y exento de peligro para ser lanzado con el sello Pixies. No hay giros dramáticos, apenas hay euforia y aún menos mal rollo. Es en fin, un disco correcto, una excusa para seguir girando en toda regla.
Hay momentos en que el cuarteto consigue evocar su pasado, pero se queda en los ambientes. Es el caso de «Might As Well Be Gone» y «Oona», tal vez descartes de «Bossanova» que se quedaron haciendo eco en la cabeza de Black Francis. Melodías agridulces en canciones que parecen sin terminar. Parecido pasa con «All I Think About Now», esa pieza interpretada por Paz y dedicada a Kim Deal (con lo feliz que estaría ella sin nada que ver con el disco) que trata demasiado fuerte de sonar a «Where is My Mind?».
Preferimos decir que la deliciosa «Classic Masher» se encuentra entre lo mejor del disco, dejando claro que la madurez de Pixies debería transcurrir por los caminos del pop más reluciente (así lo demostró ya «Another Toe in the Ocean» de su anterior obra). Pero lo que puede ser lo mejor de su presente tiene su reverso tenebroso y es que no sé si pensaban salirse con la suya con algo tan simple como «Tenement Song».
Se salvan otros momentos que por su velocidad no nos aburren, algo muy duro de afirmar para una de las bandas de mi vida. Es el caso de la enfadada y Pearl Jam-era «Baal’s Back», la post-punker «Talent», la garajera «Um Chagga Lagga» y las agradables sensaciones de «Bel Esprit» por la gracia del toma y daca vocal.
Lo demás lo condeno al olvido y no sé que me da que la banda también. ¿Alguien se imagina a Pixies tocando entre «Hey» y «Velouria» algo tan insulso como la ochenterista «Plaster of Paris»? Seguramente ni ellos y eso hace el disco algo tan difícil de creer. O de creer en él.