¿Qué pintan Pearl Jam a estas alturas, entrados ya de lleno en el nuevo siglo, y con multitudes de grupos que no le deben nada al sonido Seattle triunfando en las listas? Hace ya una década que los de Eddie Vedder se desmarcaron del grunge (movimiento por entonces moribundo) con su cuarto disco, «No Code», y comenzaron su andadura como clásicos del rock andante. Sus posteriores lanzamientos siempre vinieron acompañados de la discordia entre fans a favor y otros en contra de la nueva dirección tomada, alegando evolución lógica unos y otros falta de garra e inspiración. Con «Binaural» y «Riot Act» la división de opiniones alcanzó su cenit. Desde entonces, cuatro años de silencio, directos y recopilatorios aparte.
Y entonces aparece este álbum homónimo, de desconcertante portada (un aguacate sobre fondo azul, nada más y nada menos), precedido de un par de furiosos singles, «Life Wasted» y «World Wide Suicide», que recuerdan a tiempos pasados de franela y vaqueros rasgados. Una vez escuchado el disco, vemos que aquí no hay nada de la experimentación espacial de «Binaural» (álbum que me sigue pareciendo superior o como mínimo al mismo nivel de este octavo disco, y más valiente en cuanto a sonido), ni de los excesos de «Riot Act» (el peor disco de la banda, aunque notable de todas formas). El álbum comienza con mucha garra, con guitarras que no sonaban así desde hacía muchos años y nos hace pensar en este disco como un sucesor natural del «Vitalogy» o incluso del magnífico «Vs.». Las mencionadas «Life Wasted», «World Wide Suicide», además de «Comatose» son temas de esencia punk que habrían asombrado un poco hace años de aparecer en una referencia de la banda. En particular, en «Comatose» oímos a un Vedder en plenas facultades gritando de lo lindo, como si estuviera reinterpretando «Spin the Black Circle». «Severed Hand» y «Marker In the Sand» (una de mis favoritas) rebajan un poco las revoluciones para permitir estribillos más melódicos, pero la distorsión sigue estando bien presente.
Respondiendo a la pregunta del comienzo, Pearl Jam siguen en la brecha porque continúan haciendo grandes discos. Y punto. No se dejan arrastrar por ninguna corriente actual, sino que se han tomado bien su posición como clásicos modernos y se afianzan en ella, refrescando su sonido en esta ocasión para hacer un pequeño homenaje a su pasado y seguir en la escena por muchos años más. Y yo soy feliz con eso.