No hace falta decir a estas alturas que los granadinos Lagartija Nick comandados por el siempre inquieto Antonio Arias llenan un espacio en el panorama nacional que pocos o ningún grupo comparten con ellos. Tanto en versatilidad como en calidad, el grupo (de formación siempre variable) se ha paseado ya por casi todos los palos del rock: punk, rock alternativo, experimental, industrial, e incluso han coqueteado con el metal y los sonidos más estridentes, como sucedió con este su sexto álbum de estudio, «Ulterior«.
La incorporación de Lorena Enjuto como segundo bajo hizo que el sonido del grupo se endureciera notablemente, creando una base rítmica implacable y demoledora. De ahí a creerse por un tiempo unos metalheads sólo hubo un paso. Pero naturalmente no podemos hablar de los Lagartija de 2001 como un grupo de metal alternativo en la onda de Deftones o mucho menos de Korn: la inquietud musical y la aplastante personalidad del combo pesan demasiado, e incluso aumentando los decibelios a lo que más podrían parecerse era a unos Tool menos progresivos (aunque más en concepto que en forma); o a unos contemporáneos Killing Joke (Jaz Coleman hubiera estado orgulloso de un disco como este).
Tras una cubierta que nos muestra un apacible y engañoso cielo azul cubierto de blandas nubes, «Himno a la materia» arranca llena de misterio. Ya de entrada marca el tono tenso, incluso malsano del resto del disco, que marcará la escucha envolviéndonos en un ambiente enfermo conseguido tanto por las ambiguas/sin sentido letras de Arias como por los obsesivos y potentes riffs de Pareja, encumbrados por los siempre atronadores bajos.
«Himno a la materia» es un crescendo, que empieza acústico para terminar estallando en plena electricidad. Así continua «Tat Tvam Asi» pero con mucha más urgencia, para poco después dar paso a «Emergencia», de aires muy tooliano y con unas extrañas letras sobre el consumo de drogas, tema que vuelve a reiterarse en la más literal «Heroína» que sorprende por sus riffs asesinos, cuya intensidad y oscuridad temática se cuela en la parte menos alegre del subconsciente. Si asesinos eran los riffs de la anterior, no iba a ser menos en la propia «Asesinos», aunque esta intercale momentos muy blueseros.
En posteriores referencias, la Lagartija volvería a arrastrarse por los ya conocidos terrenos del indie patrio con los mismos buenos resultados de siempre, pero para este redactor tiene bastante más valor esta incursión en los terrenos más duros de la distorsión. Y es que en este país no es frecuente encontrarse con una banda con ambiciones creativas tan dispares, y además enfrentarse siempre con éxito a ellas. Esperemos que sigan en su buena línea y en un futuro no muy lejano vuelvan a sorprendernos con una nueva reinvención de su sonido.