Ya con «Bravo Murillo», uno de los pilares del EP «Una Idea, Pero es Triste», el nombre de La Paloma empezaba a sonar con fuerte runrún en el mundillo indie. Concretamente, como una nueva formación de sonido guitarrero, lo que la gente de mi generación conoce como indie-rock y ahora se cataloga más de noise-pop. A lo que suenan está claro, a pura década de los 90, lo que vino un poco antes y lo que vino un poco después. Y es que el antes cuarteto, ahora ya trío, tiene el encanto de bandas como Dinosaur Jr. o Replacements, de hecho podríamos decir que recogen guitarras más típicas de los primeros y melodías redondas más propias de los segundos.
También recuerdan a alguna banda de esa época (Hüsker Dü) en lo de tener dos voces cantantes. En su caso, una más afectada y dada al storytelling (Nico) y otra más ambigua y ahogada en la mezcla (Lucas). Esto tiene parte de la culpa de que el disco se muestre a la vez compacto y fresco. El sonido es muy coherente de principio a fin, con melodías distorsionadas de guitarra abriendo el camino a historias personales un tanto introspectivas, de lenguaje directo pero significado más oscuro. Un buen ejemplo es esa poderosa apertura de «Sigo Aquí», rock alternativo en estado puro, seguido por «Algo ha Cambiado», regado de un aire más emo y que remite a Nueva Vulcano. Dos canciones, dos voces, dos formas diferentes de hacer lo mismo: canciones pegadizas y rebozadas en ruido, que no compiten sino que reman juntas. Prueba de ello es la triunfal «Todo esto», que se va construyendo a través de una hipnótica repetición de riffs para llegar a un clímax en que la voz de Nico pone el contrapunto.
Aunque no todo el disco puede estar al mismo nivel de excelencia, la banda consigue reunir un abundante número de hits underground sin que el disco caiga en el copia-pega. Y eso no es poca cosa en un género cuya fórmula tiene ya tanta trayectoria como el indie-rock. En este sentido, «Todavía No» recuerda a discos como los primeros de Japandroids, capaces de fijarse en un sonido y recrearlo de forma excitante pero sin sonar a una banda tan en concreto. Desde los aires pop-punk coreables de «No es una Broma» a la que seguramente sea el himno con mayúsculas del disco, «El Adversario», hay un montón de líneas instrumentales triunfales y frases para corear con el puño en alto, algunas apoyadas en la reiteración como «Quejas Célebres» y otras, como «Polvo», en la mera fugacidad punk-gaze.
Al margen del buen nivel compositivo general, quizá lo más sorprendente del disco sea un tema tan pop como «Tiré una Piedra al Aire», del que sin quitarle audacia diremos que es el momento más flojo del conjunto, con un sonido más en la línea de unos Piratas o incluso Pereza. Y es que siendo honestos con la época y las circunstancias poco me extrañaría que entre los referentes se hallen antes unos Cala Vento que todas estas bandas viejunas que voy citando. Seguramente también Triángulo de Amor Bizarro, cuya estela se dibuja en «Caracola Pálida», que cierra el disco dejándonos con la sonrisa puesta a todos los amantes de este tipo de sonidos. «Ya sé que no es para tanto, pero para mí sí que es para tanto».
