The Grave Yacht Club son una banda alicantina cuyas andanzas no empezaron a llegarnos hasta emparentarse con el ambiente de Ainara Legardon/Winslow Lab. Ya que partimos de ahí, hay que dejar claro que cuentan con un sonido más clásico que el de la nocturna cantautora. Cabe encuadrarles también en los revitalizados campos del folk-rock, pero con casi todos los matices que este pueda tener. Algo de power-pop por aquí, retazos de psicodelia por allá y cualquier rastro de modernidad se queda en lo que puede dejarles una grabación actual.
¿Esto significa que suenan a algo ya hecho? Pues si y no, suenan a tradición del rock n roll, a 60s y a 70s, a Reino Unido y Norteamérica (Beatles, Kinks, Young, Jayhawks, Wilco…) de un modo sencillo y cálido que puede recordarnos a cómo lo hacen Niño y Pistola. O sea, nuevos bríos para desempolvar herencias que nunca se han ido, pero a veces quedan sepultadas entre tanta intención de impactar y revolucionar. Así puede que el comienzo del disco pase con agrado pero poca atención y de los aires tropicales a la gravedad rockera de «Defeated By You», pasemos por el hipnótico ritmo de «They Come For Us» y desemboquemos en la perezosa y británica «Early in the Morning» acusando un poco los bandazos, que pueden confundir un poco.
Pero la también tranquila «Down the Hillside» reclama la atención con su amable tono psicodélico y nos ayuda a apreciar en profundidad la riqueza instrumental de la banda que muestra maestría a la hora de aportar a cada canción lo que pide. Desde aquí la cosa queda encarrilada con la divertida «Burn To Die» gracias a su juguetona línea de bajo y su inusual apartado vocal. «Lost Goldmine» y «Evil On Me» cambian el tercio con éxito hacia el country oscuro de afección blues. «A Light in the Ground» es tan buena como cualquier otra del disco pero da la impresión con su ligereza más pop de romper el tono dramático que debería llevar al oyente a la épica de carretera secundaria de «Whirlwind Romance».
«Lucky Charm» nos recuerda a un híbrido más alternativo, con ecos de los Radiohead de Bends, la brisa luminosa de Blur y la aspereza de Eels, otro tema muy carismático y buen momento para apreciar también la destreza vocal de su cantante, que como vemos se mueve en terrenos claros y oscuros, lentos y animados, rasgados y melódicos, versatilidad pero sin salirse del guión. Ya para el final nos queda la desolación, primero fantasmagórica y en español, a golpe de acústica («La Niebla»); después más ambiental, tortuosa y revistiendo de un triunfal tono soulero el universo de la citada Legardon («Boat On Fire»). Aunque para soul el final con «Fall Of You» y el retorno a la esperanza. Un cierre movido al ritmo de la psicodelia sureña con el que el quinteto pone la vista en un horizonte que esperemos se les plantee como los momentos más resplandecientes del disco.