Para ser honestos, cuando un grupo de rock lanza un disco de la redondez a todos los niveles de «The ’59 Sound», todo el mundo, esto es, público, crítica y banda en cuestión sabe al menos con un 90% de probabilidades que o va a superarlo en su carrera, sea larga o corta. No cabe duda de que por esto mismo el papel de «American Slang» era complicado, el de resistir al boom que había aupado a la banda de New Jersey a la extraña posición de banda de raíces punk favorita lo mismo de Springsteen que de las publicaciones indies y con un pie en la música para las masas. Algo a lo que ni siquiera Against Me! consiguieron con su aclamado «New Wave».
Pues bien, los de New Jersey no nos dan ninguna sorpresa en este tercer disco, manteniendo ese power-pop de garganta afectada que canta a épocas no vividas quizá en un intento de sentir que la juventud de hoy en día tiene más causas por las que vivir que comprarse un ipod de colores y actualizar el facebook. Y de nuevo lo mejor está en esa genial fórmula que conocen y que da forma a canciones de fáciles y épicos estribillos. Y son capaces de hacerlo en la propia «American Slang», claro himno del disco, al igual que en el anterior lo fue el tema de mismo título que el disco.
Puede que lo que les haga especiales sea la melancolía, las ciertas dosis de amargura y ese sabor retro americano que tan bien explotan desde los nombres de las canciones hasta la estética. Pero sin duda, la melodía y el brío son lo que nos han ganado el corazón y es bueno que temas como «Stay Lucky» u «Orphans» reivindiquen aunque solo sean ciertos aspectos del punk-rock que en el fondo les hacen muy auténticos. Al fin y al cabo, si nadie duda que los arrebatos melódicos de Social Distortion son punk, algo tendrán también las rockeras «The Spirit of Jazz» y «Boxer» apoyadas tanto en sólidos riffs como en líneas melódicas de guitarra.
Aunque para referente inevitable, el boss, claro. ¿Quién puede negarles de incluso verse más afectados por su estela después de conocerle y tocar con él? La garganta nos remite a menudo y más aún cuando la consecución del himno rockero es tan cotidiana y el mejor ejemplo tal vez sea «Old Haunts». Y es que el cuarteto no trata de forzar sus fronteras y se halla cómodo en su terreno, pero las pinceladas que nos dejan aquí y allá demuestran la gran sabiduría musical de Brian Fallon que suena cada vez más auténtico haciendo llamadas al blues y el soul trayendo al presente melodías que parecían relegadas a ancianos vinilos, como sucede en la perfecta «Bring It On», haciendo guiños al rythm and blues primigenio em «The Diamond Church Street Choir».
Este amor por la música negra parece que les mantiene alejados de sucumbir a la corriente folk-rock que tan natural debería salirles por bagaje geográfico y estilístico. Eso les da una personalidad, aunque sea a costa de evocar épocas doradas de la música americana. La única mota de polvo podría ponerla la balada «We Did It When We Were Young», correcta pero un tanto previsible como cierre del disco de una banda a la que no es dificil imaginar llenando estadios, lo consigan o no. Sin duda su camino sensible tiene que ser más fiel al rock, como «The Queen of Lower Jersey», capaz de fusionar el espíritu rebelde de The Clash con emoción a flor de piel.