Hay veces que diferentes grupos en diferentes épocas llegan a similares terrenos por caminos distintos. Este definitivamente no es el caso de los norteamericanos Daylight, banda con raíces en el hardcore y el emo que, tras unos cuantos singles en los últimos años, ha llegado hasta este debut en largo para sorprender con una buscada recreación del grunge y el rock de los 90. Lo suyo va unos pasos más allá que lo de sus compañeros Title Fight, que recientemente también se aproximaron a esta década. El resultado no es ni de lejos tan brillante, pero no carece de encanto.
Guitarras pesadas, voces rasposas, calma-tormenta y lo que es toda una declaración de intenciones, un apartado visual lleno de ranas, insectos, botes de cristal, tierra, gusanos, muñecos que dan mal rollo e imágenes pasadas de saturación. Si ya los grupos de post-grunge fueron blanco de odios, Daylight no tienen demasiadas papeletas para agradar al fan treintañero medio que escuchara grunge en su momento. Pero mucho tiempo ha pasado y no podemos dejar de ver este intento más como un homenaje, quizá una llamada de atención a la juventud actual para recordar aquel espíritu.
Precisamente a lo que menos apelan Daylight es a la parte del grunge que más ha ganado en reputación con el tiempo. En ellos suenan los más oscuros Nirvana, los más anodinos Pearl Jam, unos Helmet simplificados y referencias de segunda mano como Silverchair o Stone Temple Pilots.
Es innegable que ganan en los temas en que enfocan esa densidad y esa angustia adolescente sin olvidar las melodías del pop-punk y el emo. La mayoría se encuentran en la parte central del disco, como la ágil «Outside of Me», la dulce «Sheltered», los aires pop-punk de «Crawl», la gritona «Last October», o ese cruce entre Weezer y Samiam que es «Knew».
Cuando por el contrario fagocitan demasiado los clichés, acaban en similar territorio al de bandas como Bush o Creed, lo cual no les impide hacer buenas canciones pero estas suenan demasiado a fórmula. Es el caso especialmente de «Life in a Jar», que casi da hasta mal rollo de lo que huele a esqueletos en el armario. Algo menos descarada pero en similar onda va «No One’s Deserving». En la cuerda floja del rock alternativo agradable y facilón están «Youngest Daughter» o la balada emo-grunge «Hole in the Ground» que hasta incluye alguna tímida orquestación.
La que es obligado salvar de la quema, pese a su descarada invocación a Nirvana es «In On It». ¿La mejor canción de post-grunge de 2013? Más que probable. La cuestión es que si hubieran minimizado este tipo de temas en el disco estaríamos ante un meritorio debut más cercano a lo que proponen los citados Title Fight o, por citar una referencia noventera y del entorno al que deberían aspirar, Seaweed.