En las fotos promocionales de “Somewhere Along The Highway” veíamos unos Cult Of Luna con una imagen en la onda del revival post-punk que asustaban un poco, con corbatas, trajes y sombreros sustituyendo gorras, vaqueros y camisetas. Pero por suerte no, el octeto no se ha pasado al indie, sigue siendo una máquina furibunda de riffs y bramidos así como de precisos ambientes progresivos. Una propuesta que a día de hoy puede que agrade a los seguidores de Isis incluso más que el último disco de los de Boston.
“Marching To The Heartbeats” abre el disco con riffs llameantes y una melódica voz
que nos recuerda al tono melancólico-depresivo Jesu. Le sigue “Finland” la primera de las canciones con mayúsculas del disco. La hallamos revestida en un tono de gravedad épica y voz agónica, alternado con momentos de calma que vuelven a retorcerse en este amenazador mal viaje. A su forma el tema es demoledoramente heavy y deliciosamente post-rock. “Back To Chapel Town” porta similares parámetros manteniendo una tensión ascendente y unas dinámicas instrumentales y sutiles bases electrónicas que sostienen las voces guturales, esta vez muy presentes.
Probablemente sean cuervos los pájaros a los que se refiere “And With Her Came The Birds”, un tema de tormento taciturno como de banda sonora de pueblo fantasma en el oeste y no sólo por la presencia de banjo. Porque la belleza en los pasajes que describen los finlandeses está profundamente inspirada en un sentimiento oscuro y lograr dilatar esta tensión durante seis minutos tiene un gran mérito. De este silencio viciado emanan las guitarras de “Thirtyfour”. Con su tono punzante, presagian la profunda tragedia que pronto se manifiesta a golpe de batería y riff y volverá a desencadenar la furia divina a que nos tienen acostumbrados.
En “Dim” ofrecen una vía de escape y un camino luminoso que al comienzo se ve difuminado y mientras nos deleitamos con las vistas se cierne sobre nosotros para abrazarnos y crece y crece a nuestro alrededor, describiendo las paredes de un gran cañón, tal vez un fiordo que estamos navegando. Entonces despertamos a la realidad sacudidos por los riffs y los bramidos para finalizar en un desconcertante patrón de lo que parece un acordeón entrecortado por sonidos sintéticos. Una electrónica que acompaña de vuelta al reverso oscuro en “Dark City, Dead Man”, que del tono taciturno explota en feroz desesperación.
Y es que “Somewhere Along The Highway” es un disco difícil, más aún cuando los comparamos con compañeros como Isis, Jesu o Pelican, que han evolucionado hacia un campo melódico donde florece cada vez más el optimismo. Por supuesto y como todos los de los artistas citados, el disco construye épica del minimalismo y las progresiones intrincadas, pero consigue desarrollar una entidad propia sin renunciar al sludge ni a la belleza instrumental.
Puede que la primera escucha pase desapercibida y tal vez unas cuantas posteriores, pero difícilmente caerá el oyente en el tedio, es más bien despreocupación por esa bella sinfonía de desolación que suena. Así que deja tus quehaceres, ordenador incluido, apaga la luz y disfruta de un disco destinado a perdurar entre la avalancha post-rock/post-metal.